《Mitad X Mitad》Minato Namikaze☇/ En edición.

72. Utilizada.

Justo cuando la peliazul estaba por terminar los sellos del jutsu, el apareció frente a ella y estrelló su mano con el Rasengan en su estómago. Había sido muy rápido.

Shinato abrió los ojos como platos sin poder creer lo que había pasado. A pesar de atacarlo con todas sus fuerzas, él solo la venció así de fácil.

Su rostro quedo en el hombro del rubio solo pudiendo ver su cabello y parte de su oreja mientras sentía la mano de él quedarse en su estómago y la otra con el kunai en su espalda baja.

- Detente ya... - el rubio le susurro al oído mientras cerraba los ojos. No podía creer que le había levantado literalmente la mano para hacerle daño a la persona que amaba.

- ¿Porque? - está le pregunto molesta.

En realidad Minato no le había dado de lleno con el Rasengan, lo que paso fue que justo cuando iba a tocarla lo deshizo de manera voluntaria. Es por eso que la peliazul estaba molesta, porque a pesar de que ella quería asesinarlo, él no tuvo el valor para hacerlo con ella.

Se dejó caer en la gran rama del árbol quedando sentada cerca de la orilla. Minato la vio con atención. Estaba tan diferente a como la recordaba y tan solo habían pasado dos meses. Aun así la conocía tan bien para saber que ella entendía que había perdido aquel encuentro y que ya no lo iba a atacar.

Para ese momento, se estaba llevando a cabo una lucha en aquel bosque. Konoha VS el clan de los Hanyo. Los de aldea escondida entre las hojas llevaban una clara ventaja, pues los Hanyo aun no recuperaban su potencial original.

- ¿Porque no me mataste? - está vez le pregunto directamente con la mirada puesta en sus rodillas ya que el rubio aun seguía de pie.

- ¿No está un poco claro? - él respondió con otra pregunta.

- ¿¡Te he preguntado por qué!? - está vez le hablo más fuerte.

- Por que aún te amo - al rubio no le quedó más que contestarle con la verdad.

- Tonterías - ella dijo por lo bajo - Si de verdad me amarás no me hubieras abandonado - seguía hablando en voz baja, pero el rubio la escuchaba claramente.

- No puedes culparme - el rubio se molesto - Solo hice lo que me ordenaste todo el tiempo -.

Le parecía un poco ilógico escuchar aquellas palabras salir de su boca, porque ella siempre lo quiso lejos, y cuando por fin la dejo en paz, ella se quejaba porque la había abandonado.

Shinato se puso de pie y lo miro a los ojos.

- ¿Por que revelaste la ubicación de la aldea? - le dijo cambiando drásticamente el tema.

- ¿Que? - el rubio respondió al instante confundido.

- No te hagas el inocente... - lo señaló - Konoha era la única que sabía la ubicación de nuestra aldea, y ahora que la revelaron está siendo atacada constantemente - le confesó molesta.

- Nosotros no fuimos - este le hablo con la verdad - Para que lo haríamos, si tu estabas en la aldea, ninguno de los que los sabemos quiere ponerte en peligro - se acercó a ella y ya no pudo retroceder porque si no caería del árbol - ¿Quien te dijo eso? - le pregunto.

- Mi padre - está le respondió inmediatamente. A Minato le dieron ganas de reír, pero no se le estaba permitido debido a la situación en la que se encontraban.

- ¿Tu padre..? - le pregunto de manera cínica - ¿El mismo que te caso con alguien que no amas por su propia convenencia? - le pregunto más cínico.

La peliazul se molesto.

- El no hizo eso... -.

- Claro... - el rubio la interrumpió - Abre los ojos Shinato, él te está utilizando para su beneficio y el de tu clan - le dijo mientras acercaba su rostro peligrosamente al de ella, le estaba hablando a los labios mientras la peliazul comenzaba a dudar.

Pero no había nada que dudar, solo se hacía la que no sabia ante la situación, desde el día en que le jugo sucio con sus palabras cuando literalmente le ordenó que se casara con Rogue se había dado cuenta. Aun así no iba a aceptar nada de eso frente al rubio.

- ¿Y que demonios sabes tu sobre mi padre para hablar así de él? - también le estaba hablando por lo bajo a los labios.

- No necesito saber su vida entera para darme cuenta que siendo la única heredera del clan quiera que te hagas cargo solamente tú - le dijo desafiandola.

La peliazul gruño por lo bajo y lo empujó con fuerza. El rubio ni siquiera se movió y ella se molesto más.

- ¿Que les parece..? - hablo burlón - La pequeña Shinato mostrado signos de duda en su interior, ¿por que mejor no me besas y acabamos todo aquí? - vaya que el rubio podía ser castrante cuando se lo proponía.

- Te agradecería si dejas de hacerle propuestas indecorosas a una mujer casada - se escuchó de pronto junto a ellos.

- Y yo te agradecería si te devuelves por donde veniste - le dijo indiferente dándole su espacio a la peliazul por fin para voltear a ver al pelinegro.

- Solo estoy siendo razonable - Rogue le contesto como la última vez y el rubio lo recordó.

Lo miro de mala manera. Iba a contestarle pero la peliazul le ganó la palabra...

- Estas comportándote de manera grosera, tu no eres así - Shinato le dijo sin poder retener más aquel comentario.

- Mil disculpas princesa, pero no sabia que tenia que pedir permiso... -.

De pronto en aquel bosque, hasta los animales tuvieron que huir por aquel sonido seco que hasta tuvo eco. La pelíazul le había dado una buena bofetada haciéndolo callar. El rubio se toco la mejilla mientras pensaba seriamente en cómo se estaba comportando, le había hecho entrar en razón.

- Rogue, diles a todos que se retiren cuanto antes - le dijo sin verlo mientras sus ojos comenzaban a cristalizarse. El pelinegro no dijo nada y solo se fue ahí.

- Lo siento - el rubio menciono apenado viendo como su chica contenía las lágrimas mientras lo veía - Es solo que yo, no puedo soportar que ya no me pertenezcas, me molesta que el presuma lo que yo no pude tener contigo - le confesó viendo hacia otra parte.

- No voy a hablar contigo de esto - menciono dolorida por sus palabras - Dile por favor al Hokage-sama que mañana por la mañana iré a Konoha a pedir disculpas y a explicarle el porque de nuestras acciones - le dijo y le dio la espalda.

El rubio quiso tomar su mano, pero se arrepintió y solamente vio como se iba perdiendo entre los árboles de aquella frontera con el país del agua.