Shinato Tártaros era una pequeña niña cuando su aldea desapareció por completo del mapa; rescatada por el que seria su maestro, es llevada a Konohagakure no sato para continuar con su vida.
"Mientras así lo quieras, nuestro vínculo será eterno..."
T...
Pego sus labios a los de ella con delicadeza y los acarició de la manera mas gentil que pudo a diferencia de la ultima vez. A la peliazul no le dió tiempo para sorprenderse, solo se había dejado llevar por los hipnotizantes movimientos que hacía el rubio.
Se separó de ella, pero antes volvió a darle otro beso más lento. La miró, estaba tan roja como un tomate y en ese momento ella volvió a voltearle la cara.
Él rubio suspiró y se alejó, para después dejarse caer hacia atrás y tumbarse en aquella habitación con la espada pegada al suelo y los brazos detrás de su cabeza.
— Shinato — le llamó — Si no te gusta que yo te bese puedes decírmelo, así pararé de robarte algo que no quieres darme — el rubio se escuchaba un poco decepcionado.
— No es eso — la escuchó responderle en bajo — Me gusta que lo hagas — confesó.
La escuchó sorprendido. Shinato aún habiendo sido sincera no le daba la cara. Pensó de nuevo lo que Kushina le había dicho... en ellos dos juntos.
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— Aún asi... — continúo y se puso de pie — No me gusta la forma en la que te comportas conmigo cuando vas a casarte con Kushina — está había dado en el puro clavo.
— ¿Cómo sabes eso? — el rubio le pregunto en bajo mientras también se ponía de pie.
— Kushina me lo dijo, además, aun que no fuera así, ustedes son pareja, así que tienes prohibido volver a pasarte de listo conmigo — a pesar de que moría de la pena y tristeza diciéndole aquello, no le quedó de otra.
— ¿Pareja? — el rubio estaba mirando al suelo por lo que el cabello que llevaba en la frente le tapaba sus bonitos ojos azules — Es cierto que pronto pediré su mano, pero no somos pareja.
<< ¿Qué...? >> se preguntó a sí misma. El rubio la estaba confundiendo en demasía. Necesitaba una explicación a la de ya.
— Es así como las personas nos ven, pero en realidad esto no es más que un simple trato — Minato sonaba apagado — Tal vez no lo supiste, pero justo cuando nos graduamos de la academia shinobi, mis padres murieron en medio de un enfrentamiento — le dijo y se acercó un poco a ella — Me quede sin nada, así que la familia de Kushina se hizo cargo de mi con la condición de que a nuestros veinte años nos casaramos y comenzaramos a restablecer el clan Uzumaki.
Shinato no tenia idea de lo que había tenido que pasar el rubio tras perder a su familia, en esos tiempos Orochimaru ni siquiera la dejaba contactar al exterior debido al pesado entrenamiento en el que estaba. Además ahora odiaba a Kushina y a su familia por haberle puesto aquellas condiciones.
— Después Jiraiya-sensei se hizo cargo de mi, pero ya era tarde, el trato ya estaba hecho.
Lo vió levantar la mirada, esta estaba apagada debido a lo que le había contado. Se acercó más y ella de pronto comenzó a retroceder.
— Aun así Minato, un trato es un trato, y tu ahora tienes el deber de restablecer al clan Uzumaki.
Minato casi se da de golpes en la pared al escuchar lo que le dijo ¿Es que acaso no entendía que el no quería hacerlo? Habría que enseñarle lo que verdaderamente quería.
Sin perder más tiempo, se acercó a ella peligrosamente haciéndola retroceder hasta la pared más cercana, una vez acorralada, se le echó encima como un animal salvaje tomándola de la cintura con fuerza a la vez que la estrellaba contra la pared y sus cuerpos quedaban muy pegados.
— ¿Minato, qué haces? — está le preguntó con temor. De pronto él la había arrinconado sin decirle absolutamente nada. Claro que tenia miedo.
— Escucha, voy a decirte algo y quiero que lo entiendas bien... — le dijo para después dirigir sus labios al cuello de la muchacha, ahí comenzó a besarle de manera seductora — ¿Qué pasa si en vez de restablecer el clan Uzumaki, restablezco el tuyo?
La peliazul, a pesar de que sus caricias no la dejaban pensar, alcanzó a escuchar con atención esa pregunta. No la dejo contestar puesto que una de sus manos traviesas avanzó de su cintura hasta la espalda baja y después se sitúo en su trasero, la hizo dar un brinco y la levanto. La tenia que como quería, con sus piernas rodeándole la cintura. El seguía besandola está vez un poco mas duro mientras ella solo mantenía su boca cerrada por cualquier ruido vergonzoso que pudiera salir de ella.
— Seria muy divertido para los dos crear descendencia — vaya que él rubio se había pasado de pícaro con aquel comentario, aun así Shinato seguía callada, disfrutando de cada marca que el rubio estaba dejando en su cuello.
De pronto, comenzaron a escucharse pasos acompañadas de las voces de los adultos que se habían ido un tiempo antes. Minato se negaba a dejar aquel momento, no obstante, sabia que si los encontraban de aquella manera a Shinato le avergonzaria y existía la posibilidad de que se enojara con él. Bueno, no existia la posibilidad, definitivamente ella se enojaria, así que la soltó lentamente.
Cuando los adultos entraron de nuevo al comedor se toparon con una escena para nada antes vista por ellos.
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Minato les sonreía abiertamente con las manos en la espalda y una Shinato bastante roja, con la respiración agitada y la mirada baja detrás de él.
— ¿Ya nos íbamos, Jiraiya-sensei? — el rubio preguntó inocente ganando tiempo para que la peliazul se recuperara.
— Si... — Jiraiya sonaba confundido — A eso venia, ya tenemos que irnos.
— Si — se acercó a ellos y llamó su atención para que no vieran detrás de él — Entonces, Tsunade-sensei, fue un gusto y la felicito por la comida, estaba excelente — se sonrieron mutuamente y pronto ya se habían marchado del comedor.
— ¿Se puede saber qué pasó aquí? — Tsunade pregunto de manera divertida hacia la peliazul.