Invitación sorpresiva

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Salí también, decidida a encontrar el lugar donde me estaría esperando Gustavo.
Por suerte no estaba en el patio de los hombres, como eran niños, los dejaban estar en donde ellos quisieran.
Vi a dos de ellos jugando con unos aviones.
- Hola.
Sonrieron.
- Les gustaría ayudarme en una misión ultra secreta?- vi como los dos asentían con los ojos abiertos de par en par- Pero deben prometerme que no le dirán a nadie.
- Lo prometemos- dijeron extendiendo sus dedos meñiques y los cruzamos.
- Esta bien, entonces pueden unirse a mi grupo de detectives. Nuestra primera tarea será encontrar alguna comunicación escondida entre este patio y el patio de los hombres. Creen que pueden lograrlo?
- Si!!
Buscamos por todos lados. Uno se llamaba Martín y el otro Juan, decían ser mejores amigos y tener ambos 5 años. Eran adorables.
- Lo encontré!!- gritó Martín, quien estaba detrás de la biblioteca- Vengan rápido!
Cuando pasó cerca de la pequeña biblioteca en forma de casa, sintió aire. Movió unos libros de lugar y encontró un agujero.
- Muchas gracias Martín. Eres mi nuevo héroe, vos también Juan. Hablaremos luego para más misiones.
Los niños se alejaron y estaban felices.
Me acerqué a la biblioteca, espero que ese sea el lugar que me había dicho.
En menos de un minuto escuché a alguien silbar. Sólo se veía su boca y parte de la nariz. Supe reconocerlo, era Gustavo.
- Encontré el lugar, unos niños me ayudaron.
- Lo siento por hacerte venir hasta aquí. No hay nadie más verdad?
- No, estoy sola.
- Perdóname por lo de recién, soy un completo tarado. No debí defenderte, es que no puede controlarme y...
- Te disculpas por defenderme? Por qué?
- Es que ahora Melanny no te dejará tranquila. Debí saber que esto pasaría, cuanto lo siento..
- No le tengo miedo, y no te preocupes. Me dirás que ha pasado entre ustedes como para que reaccione así?
- Es algo difícil de explicar, son tonteras que han pasado hace unos años.
- Contame, quiero saber al menos por qué me he ganado una nueva enemiga.
Noté que sonrió dulcemente.
- Ella y yo salimos un tiempo, no significó nada para mi, porque aún éramos como niños. Pero ella jamás lo ha superado y se encarga de complicarme un poco la vida.
- Oh! Ahora entiendo todo.
- Pero prometo que ni se va a acercar a ti, yo me encargaré de protegerte.
- Gracias, pero no lo necesito, yo puedo encargarme sola.
- De todas formas, si se sale de tu control me avisas y aplico las nuevas técnicas que he aprendido en karate.
Reí con mucha fuerza.
- Por cierto, noté que tus galletas terminaron en el suelo- dijo extendiendo su mano por el pequeño orificio- tengo de limón, espero que te gusten.
- Son mis preferidas. Muchas gracias, en verdad eres muy amable - busqué la voz más sexy que podría tener- dime, te comportas así con todas las chicas nuevas?
- Para nada, la amabilidad es un atributo poco común en mi.
- Entonces?- pregunté mientras saboreaba la acidez del limón.
- Como ya te dije antes, eres diferente al resto- me ruboricé al recordar esas palabras y creo que el también, porque decidió cambiar de tema rápidamente- cuéntame cómo terminaste aquí en Perú?
- Lo trasladaron de trabajo a mi padre y nos tocó venir.
- Simplemente así?- asentí.
- No podíamos hacer nada más que aceptarlo, no lo íbamos a dejar sólo.
- Y cómo te sientes?- su pregunta me tomó por sorpresa- digo, te gusta estar aquí?
- Mmm..- dudé, hace muchas preguntas personales- aún no conozco mucho, pero por ahora diría que si, me agrada el lugar.
- Comprendo..- se quedó pensativo- qué te parece si luego del colegio nos vamos a recorrer algunos lugares?
- Estas seguro?- no parecía mala idea, aunque mi madre me esperaba para almorzar.
- Claro que estoy seguro. Seré como un guía turístico, no hay nada mejor que te enseñe los alrededores alguien que hace años vive aquí.

Amor sin cara [Lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora