Despertando en el paraíso

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Narra Eva:

Miré el reloj que se encontraba más cercano a la cama, eran precisamente las 7:00 a.m.

Si creí que había conocido la verdadera cara del amor, estaba demasiado equivocada.

Almendra era como una fuerza magnética que me atraía hacia ella por más que no quisiera y opusiera resistencia. Mi vida estaba completamente arraigada a la suya. No existía ninguna manera de separarme de ella.

Los días que pasé sin su compañía fueron como un abismo en mi vida, las horas transcurrían sin una razón de ser y los minutos me taladraban el alma una y otra vez.

Soy una total y completa cobarde, es la única verdad. El amor que sentí por ella me dio miedo, nunca antes me había sentido así y lo primero que hice fue correr, alejarme y lastimar.

La mente se comenzó a nublar días antes de que ella me propusiera ser su novia. Sentí cómo una parte de mi iba rompiéndome, iba rompiéndonos.

No pude aceptar haberme enamorado de una mujer y casi la pierdo por estar jugando con sus sentimientos.

La observo mientras duerme. Santo dios! Sí que valdría la pena merecer el infierno por esas curvas.
Sonrío y araño suavemente su espalda como lo hizo ella anoche con la mía.
Me acerco a su cuello y succiono lentamente provocando en ella un leve suspiro que la despierta.

- Buenos días, pequeña- susurra Almendra- Cómo has dormido?

- He dormido entre tus brazos, no pido nada más.

- He despertado en tus pechos, creo que yo tuve una mejor almohada- sonrió con arrogancia.

- Almendra- mi tono de voz cambió de inmediato- creo que nos debemos una charla.

- Ay no, por favor- sabía lo que diría- a veces es mejor solo vivir el momento y olvidarnos de lo que ha pasado.

- Pero...- me interrumpió.

- Pero nada, Eva. Te lastimé, me lastimaste y nos lastimamos. Olvidemos todo eso y tengamos sexo.

Siempre admiré el poder de negación increíble que posee. Deseaba hablar con ella y explicarle que nunca me lastimó, que la única que lo había hecho era yo y que no debería estar acostada ahora sobre su cama pudiendo verla completamente desnuda.

Pero ya saben...

Mencioné alguna vez que Almendra es tremendamente excitante y sensual?

Lo es.

Comenzó a tocarse a sí misma mirándome directamente a los ojos. Sus caderas formaban círculos los cuales eran acompañados por el ritmo incesante de sus dedos.

Ningún ser humano se hubiese resistido a eso.

Y por supuesto, yo no lo hice

Amor sin cara [Lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora