Viaje en tren hacia la muerte.

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Silencio. Es lo único que había desde hace un rato en el tren que los dirigía hacia el Capitolio. Nada mas terminar la cosecha, los cuatro fueron arrastrados al interior del edificio de la justicia y de este al tren. No les habían dejado despedirse, pero en realidad no hacia falta ya que los dos que tenían familia y gente que les importe, precisamente no eran los que iban ha entrar en la arena. Ambos estaban sentados en el sofá, mirándose el uno al otro, conscientes del pedazo de responsabilidad que tenían ahora encima: hablar con los patrocinadores y convencerlos de que le envíen algo a sus tributos, hacer todo lo posible para sacar a uno por lo menos con vida. Teniendo en cuenta que eran el distrito 12; que era el distrito con menos posibilidades de conseguir a alguien que les patrocine; y a eso le sumamos la inexperiencia de los dos como mentores, lo veían todo muy crudo. Lo único que se les ocurría hacer, era seguir con el paripé de los amantes trágicos con el que empezaron hace un año, y a lo mejor así alguien sentía curiosidad por gastar su dinero en ellos. Puede que la condición de habitante del Capitolio que posee Effie les ayude algo, aunque también era una ventaja para los demás distritos por lo que no valía. Estaban discutiendo y hablando de como lo harían, de como los sacarían.

Sentado en un sillón al lado de ellos estaba Haymitch, escuchando la conversación que estaban teniendo sus tributos del año pasado, pero sin intervenir en esta. Hace un rato, nada más entrar en el tren, les había dado todos los pocos consejos acerca de ser mentores que poseía. Les había dicho que tenían que ir vestidos presentables, que tenían que saber hablar con propiedad y educación, que tendrían que ser lo más convincentes que pudieran y en forma de broma les dijo que sobretodo, lo más importante que debían recordar era que no debían estar borrachos. Había sido un buen momento de relajación, en el que soltar toda la tensión que tenían retenida, olvidarse un poco de todo y reírse lo que podría ser la última vez juntos. Normalmente Haymitch, para olvidarse de todo, cogería una botella y se habría puesto ciego de whisky, pero dada la situación había decidido dejar de beber para no llegar borracho a la arena.

Los tres llevaban un buen rato esperando a Effie, la cual se había ido a su habitación para desmaquillarse y cambiarse de ropa. Al ser; a partir del momento que acabo la cosecha; tributo del distrito 12, no se le permitía llevar la ropa y estilismos del Capitolio y debía vestir más sencilla. Tras media hora de espera; más o menos; una mujer entró por la puerta. Las tres personas que estaban en la estancia se le quedaron mirando con la boca abierta y bastante sorprendidos; especialmente Haymitch; que por primera vez podían ver a la mujer que se escondía detrás de esas pelucas, esos vestidos y ese maquillaje extravagante. Ahora ella tan sólo llevaba un vestido de tirantes, de color azul claro y que le llegaba hasta las rodillas. El vestido era sencillo, tan sencillo como los tacones que llevaba puestos de color blanco. Su pelo rubio, que ahora no lo cubría ninguna peluca, caía sobre sus hombros.

—Lo siento señora, pero no debería estar aquí. —dijo sarcástico Haymitch.

—Enserio Haymitch, tienes que estar con esos chistes.

—¡Ah! Pero si es Effie. Perdón no te había reconocido sin tanta ostentosidad.

—Ja, Ja, muy gracioso. —dijo mientras se acercaba al sofá —¿Puedo sentarme? —preguntó a Katniss y Peeta que habían ocupado todo el sofá para los dos solos.

—Claro Effie, siéntate. —dijo el chico mientras se apartaban para dejarle sitio.

Effie se sentó en una punta del sofá, la que estaba más cerca de Haymitch. Este le miró a la cara con más detenimiento y vio algo que nunca antes había visto en ella. Tenía los ojos rojos de haber llorado durante un buen rato. Posiblemente por eso había tardado tanto en cambiarse. Aunque tampoco le sorprendía mucho ese comportamiento, ya que muchos tributos que había visto antes también tenían la misma reacción. Pero en este momento se sintió fatal de verla así.

Mentor y escolta en la arenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora