Entre dientes

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Entre dientes
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Al final, le dio un último y dulce bocado. El sabor era más suave, pero seguía siendo el mismo.

Con pereza, Killua sustrajo un hilo de mandarina de su boca, sin líquido y ningún tubérculo a la vista.

- ¿Ya ves que no deje ninguna semilla?

Orgulloso de si, se volteo a ver a Kurapika, encontrándolo en un extraño mantra.

El rubio no dejaba de mirar meticulosamente la fruta ante sus ojos, dudando si tocarla o no, con una mueca incomoda y hasta molesta. Como retando a la pobre fruta.

- Kurapika, ¿Que te pico ahora?

Él no le contesto, inmerso en su batalla interna.

Mirándolo mejor, el hijo de los Zoldyck noto que sobre la mesa estaban un par de trapos limpios, gel para manos y una exprimidora olvidada. Cuando Kurapika le ofreció hacerle un licuado de mandarinas lo rechazo, alegando que las mandarinas sabían mejores comiéndolas a mano. Eso no le gusto al Kuruta, vaya a saber porque. Y ahora...Miraba a la tierna, colorida y fresca fruta como si fuera una araña.

- ¡Lo tengo!

Ese grito de triunfo asusto a Killua.

De la nada, Kurapika se dio coraje y cogió al enemigo, lo examino atentamente por veinte segundos, lo dejo sobre el pequeño plato y comenzó a pelar a la fantasiosa araña con los dedos. Pero el término "pelar" era muy lejano porque apenas logro despedazar la cascara, hizo mucha presión a un lado y la mandarina se vengó, echándole ácido a su suéter.

Killua se puso a reír, ¡Mira nada más, el tan serio y lo vence una fruta!

- Killua, modérate- Se quejó, tomando el trapo que estaba cerca para limpiarse.

- ¿Qué crees que estás haciendo, Kurapika? No puedes pelar una mandarina así.

- ¿Como que no?

- ¿Acaso nunca pelaste una?

- Sí, muchas.

- ¿Entonces?

Kurapika lo miro largamente, decidiendo que decir.

- Si te lo digo, te reirás.

- Ya lo hice.

- No me gusta que escurran el jugo mientras las pelo.

- ¡Serás! Eso es lógico- Grito Killua, incrédulo por oír una premisa tan lamentable.

- Ya lo sé- Viendo que la mancha quedaría en su prenda se puso gel en las manos, frotándoselas.

Killua lo miro hito a hito.

- Si no te gustan, dámelas a mí.

- ¿Quien dijo que no me gustan?- Ahora Killua ya no entendió nada. El Materialista volvió a su combate mortal con la mandarina, goteando sobre el plato- El proceso de pelarlas, extraer el jugo y evitar las semillas es todo un trabajo. No me gusta que quede el olor debajo de mis uñas, succionar la pulpa de un modo tan obsceno y cuidarme de no tragar ningún grano.

Finalmente, Kurapika lo dejo claro.

El Zoldyck lo asimilo con atención, con paciencia, en silencio...Y se carcajeo como nunca.

- ¡Eres tan exagerado! Igual que una chica, no, peor que una chica que no quiere romperse las uñas. ¡Oh, no puede ser!- Se tocó el estómago de tan duro que estaba riéndose. La cara de Kurapika era un poema- No sabía que fueras tan melindroso, hasta a un simple postre le encuentras la falla.

Extrañas fijacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora