— Aquí es.
La limusina lo dejo frente al pórtico de un motel decadente y arruinado. Por supuesto, esto lo sorprendió bastante.
El mayordomo hizo una mueca muy similar a la suya.
— El joven amo eligió este sitio, ya ve lo diferente que quiere vivir.
— Le agradezco mucho haberme traído.
— Joven Kurapika.
Él se dio la vuelta, inquieto. No solían llamarlo en ese tono tan solemne.
— Debo confesarle algo, no entiendo las ocurrencias de bocchan. Su modo de ver la vida, su tenacidad de buscar la "libertad"— Escupió la palabra despectivamente— Como tampoco entiendo sus preferencias de amigos y... de pareja. Honestamente, no logro entender porque el joven amo lo eligió. No me malentienda, usted es decente y sabe comportarse. No obstante, el amo Killua merece algo mejor.
Gotoh se acomodó los lentes, ahora sí, enfocando su mirada de halcón sobre el rubio.
— Se lo advierto. El amo Killua es alguien muy importante para la familia y su servidumbre, este servidor confía en que estará bien a su lado. De lo contrario...— Gotoh dejo fluir la frase en suspense para que la entendiera a su manera— Piénselo dos veces. No vaya a hacer algo de lo que luego...
— ¿Me arrepienta? — interrumpió el blondo, sonándole a un dialogo de la mafia.
— ¿Arrepentirse? No, por supuesto que no— El hombre de patillas contesto como si acabara de oír una mala broma— Algo que "traería consecuencia".
A Kurapika le provino un escalofrío. Ahora entendía porque Killua quería escaparse de todo esto; era absurdamente abrumador.
— Lo tendré en cuenta. De nuevo, gracias por traerme.
— Mis recuerdos al amo Killua.
— Se los daré.
Viendo a la limusina alejándose por la acera atestada de curiosos y malvivientes, Kurapika entro a coger el ascensor, pero este no funcionaba y debió usar las escaleras. Guiándose por una nota, fue a la dirección escrita y golpeo una puerta con el número noventa y nueve.
— ¡Si eres Kurapika, pasa!
Abrió y entro al cuarto: modesto y un poco estrecho, con lo útil de un armario y una cama en una esquina. La única decoración era una mesa de comedor llena de dulces y juegos de consola frente a un televisor pantalla grande.
— Si no hubiera sido yo, ¿Qué habrías dicho?
— Cobro muy caro para perder el tiempo.
Killua dejo en pausa su juego para darle la bienvenida.
— ¿Por qué elegiste este motel, luego de fugarte?
— Estaba lejos de mi casa.
— Y de la escuela.
— ¡Es fin de semana!
— Estas durmiendo entre mendigos y ladrones.
— Ya vas a empezar...
Killua se puso de puntillas y le sobo un caramelo rojo sobre la boca.
— Toma, el picante te vendrá bien.
Al percibir el cosquilleo en rojo, Kurapika quiso escupir y buscar agua, pero el menor lo alivio pasándole la lengua por los labios, aprovechando para darle un húmedo beso.
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Extrañas fijaciones
RomanceDrabbles de momentos secretos donde se sienten en plena libertad el uno con el otro. (HunterXHunter) (Kurapika Kuruta x Killua Zoldyck)