Trampa en la Torre

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Trampa en la Torre

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- Eres muy inquieta, Killua, ya para.

- Me haces cosquillas.

- Mantente recta para que pueda hacerlo.

- ¿Porque el ceño fruncido? Cielos, pareces soldado. Aprovecha que tienes una cara bonita.

- ¿Bonita, yo?

- Y con esos ojazos que pusiste al pelear, ¡Realmente me impresionaste!- Otra vez, Killua sacudió los pies y se le escapó de las manos- Estuviste genial, quisiera verlo otra vez.

- Pataleas mucho. No puedo concentrarme si sigues... ¡Deja de mover tus pies!

- Okey- Killua estiro los brazos hacia atrás, relajando sus piernas.

- ¿Chicas? ¿Porque gritan?

Gon Freecs apareció detrás de la puerta del tocador, pillándolas en una posición extraña. Su mejor amiga apoyada en el mármol de la bañera, su pierna derecha sujetada por las manos de Kurapika, quien estaba sentada al frente en una silla pequeña.

- ¿Qué hacen?

- Kurapika me quiere volver una señorita.

- ¡Ah!- Gon se fijó en el barniz que la rubia tenía en mano- ¿Están haciendo pedicura? ¡Qué lindo! ¿Es de color rojo?

- Sí, después de arrancarle el corazón al carnicero como se llame, tengo que verme acorde al color, ¿no crees?

- Síguele con tus chistes de mal gusto y me voy.

- Sí, Killua, eso sonó horrible- le censuro Gon, piadosa.

Kurapika sacudió el esmalte que ya se había secado.

- Te recuerdo que lo estoy haciendo porque tú me lo pediste y además no hay mucho que hacer en esta habitación durante las veintidós horas que nos queda de encierro.

- Que alivio, yo las vi que entraron hace rato y no salían. Pensé que estaban discutiendo feo- confeso Gon, ahora sonriente- Realmente me alegro que se lleven bien.

- Hablando de llevarse bien, ¿Cómo están Leorio y Tonpa?

- Se cansaron de pelear y duermen ahora, ¡Casi lo olvido! En diez minutos es el toque de queda y se apagaran las luces, terminen de usar el baño pronto, ¿sí? Las dejo para que sigan embelleciéndose.

Dicho esto, Gon les cerró la puerta y la hija favorita de los Zoldyck suspiro con desgana.

- ¿Por qué le preocupa que todos nos llevemos bien? Tiene mucha fe en la gente.

- ¡Al fin!- exclamo Kurapika, acabando con la última uña del ultimo dedo que le faltaba decorar- Eso fue más difícil que cocinar sushi.

- A ver.

Subió la pierna hacia el techo, a contra luz y se observó. El contraste del rojo con la blanca piel resaltaba su palidez y daba una ligera impresión de suavidad.

- No está mal.

- ¡Baja la pierna! ¿Eres una chica o no?- reclamo Kurapika, agarrándole la pierna para que tocara el piso, al ver más allá de sus muslos y short corto- Ya, termine. Preparémonos para dormir.

- ¿Porque tan seria? ¿Te hice enojar? ¿Me vas a poner esos ojos rojos?

- No me enojo por nimiedades- Hizo ademan de pararse pero volvió a sentarse cuando noto algo y miro hacia Killua- ¿Acaso querías hacerme enojar para ver mis ojos de Kuruta?

Extrañas fijacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora