Servicio secreto

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El siguiente oneshot es una respuesta a un desafío, espero que cumpla con las expectativas de Maky_200 y de los siempre queridos lectores.

Datos curiosos al final.

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Servicio secreto

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1774, Francia

Ya contó las tres veces que enseño su identificación para los preguntones y sinceramente estaba harto, es decir, podía haber entrado en territorio desconocido y en un lugar que pocos osarían ingresar con calma pero esto era ridículo.

- Sígame por aquí, madam.

- Que soy hombre.

- Discúlpeme usted.

Su guía, llamado Satotz, lo contemplo de arriba a abajo. De rubio reluciente, ojos cual plomo, bien vestido para una ceremonia y notable entereza en sus ademanes; casi parecía un caballero.

- Aunque no lo parece.

- Si lo soy- repuso el visitante, de mala gana- ¿Podemos apresurarnos? Tenía que encontrarme con su jefe hace veinte minutos.

- Sobre eso. ¿Dónde está su otro acompañante?

Él se fijó en el largo corredor que habían pasado, sin encontrar rastro de nadie.

- Husmeando por ahí, déjelo ser. ¿Seguimos?

- Por supuesto, quizás ya este con el jefe.

Satotz continúo el recorrido y cuando finalmente llegaron al final del extenso pasillo, varias puertas estaban disponibles para ser abiertas. Cada una escondía una habitación de lujo diferente.

- Estos son los cuartos de los prisioneros más populares.

- Conque los tienen en buena condición.

- Por favor, no le diga a nadie.

El rubio hizo un mohín, ¿Que rayos? Un castillo usado de cárcel y a la vez siendo el albergue de la clase alta, siendo bien tratados y llenos de mimos. Vaya castigo.

Subieron por una larga escalera de caracol y alcanzaron otra puerta, más imponente y asegurada que las demás. Satotz hizo los honores y la abrió con elegancia.

- ¡Al fin llegaste, Kurapika!

Adentro del salón, estaban nada menos que un tremendo hombre en traje militar y altamente musculoso, junto a un niño de doce años, cabello blanco y ojos azules.

- ¿Cómo...como llegaste antes que yo, Killua? ¿No se supone que esta es la única entrada?- Cuestiono el rubio, dirigiéndose a su guía.

- En realidad, sí, así debería ser, me pregunto cómo...

- ¿Hasta ahora preguntas como hago las cosas? Nada es imposible para un Zoldyck- le recordó, casi jugando. Estaba sentado frente a una mesa recién puesta, devorándose varios petits fours glacés.

- Con permiso, me llamo Kurapika Kuruta y estoy...

- ¿Es conocido tuyo, Zoldyck?- Quiso saber el fortachón, de saludo.

- Algo así, vinimos por el mismo trabajo.

- ¿Esta señorita también es una asesina?

- ¡Que soy hombre! Además, vine en calidad de investigador.

Extrañas fijacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora