Kiss Kiss

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Kiss Kiss

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- Eres taaan simple.

- ¿Cuál es tu problema conmigo?

- Que eres un básico, eso no es divertido, ¿sabes?

Miro a Killua con una disimulada sensación de ofendido.

Estaba acostumbrado a sus bromas y sus juegos macabros, lo único nuevo fue que apartara su rostro antes de terminar un beso.

- No te comprendo, tampoco sé si quiero saber que es "básico" en tu diccionario.

- Tedioso, pasado de moda, clásico...

- No te pedí los sinónimos.

- Haa- Killua suspiro sonorosamente, echando la cabeza para atrás. Si pretendía acostarse, al menos el piso estaba limpio- No te das cuenta.

- ¿Serias tan gentil de comunicarme lo que pasa por tu cabeza?

El niño volvió a mirarlo, esta vez con una idea brillándole en los ojos, haciéndolos centellar como zafiro recién pulido.

Se veía hermoso, pero este tipo de miradas traviesas eran un mal augurio para Kurapika. Por esa clase de gestos bellamente juguetones, las cosas se ponían raras.

- Quédate quieto, ahí, bien sentado.

- Me estoy preocupando.

- No balbucees.

Poniéndose en posición indio demasiado cerca de él, Killua inclino la cabeza hacia el varias veces como midiendo la distancia entre sus cabezas.

Kurapika trago duro, teniendo la extraña sensación de que su novio se fijaba mucho en su mandíbula y de este modo, en sus labios.

"¿Qué está planeando ahora?"

Los juegos de Killua solían ser extravagantes.

Como lo fue el juego de pockys la semana pasada, aun recordaba su viciosa lengua invadiéndole la boca, divirtiéndose entre los dientes.

O su ataque sorpresa cuando se le vino encima, con esos pequeños pies electrificados en su espalda, supuestamente para hacerle un "masaje" nada acogedor.

Por esto y más, tenía miedo de su imaginación.

- Abre la boca.

Allí estaba lo que temía.

Al mal paso darle prisa, se dijo, y entreabrió los labios lo más digno que pudo.

- Ábrela bien y muéstrame la lengua.

- ¿Qué tratas de...?

- Tardas mucho, creo que tendré que enseñarte.

Sin darle tiempo a negarse o alejarse un centímetro, Killua se impulsó a su rostro y le miro fijo, una sonrisa coqueta, dos hechizantes ojos, su rostro de ángel diabólico.

Agarro los brazos de Kurapika antes de que pensara en oponerse y poso la lengua por el puente de su nariz, una sensación cálida y húmeda que hizo que se le erizara todo el vello del cuerpo.

- Tu juego es...

Cayó en la trampa, porque abrió la boca y Killua tomo posesión de sus labios con extrema facilidad.

Al principio, fue tierno y suave. Luego, creyó que lo succionaba y se adentraba en su cavidad bucal sin permiso, los dientes mordiéndole ligeramente el labio, y no tardó en darse cuenta de lo rápido que estaba subiendo de nivel.

No se trataba de una lucha de fuerza pero igualmente acabo cediendo y bajo los brazos a sus costados, haciendo sonreír a su compañero.

Habiendo evaluado la mejor posición antes, Killua maniobro su cabeza para no chocarse los dientes y besarlo a gusto. Manteniendo la mano diestra de Kurapika en el suelo, entrelazo sus dedos sobre el piso frió.

Antes que el ósculo se pasara de inocente, el Zoldyck se separó con un ligero jadeo.

- Eres un...- No pudo seguir, sintió esos ojos acribillándolo y lo más vergonzoso fue cuando lo vio relamerse los labios, indiferente a su reacción.

Por hacerlo pasar por cosas como esta, quería que la tierra lo tragara.

- Hay cosas que no aprenderás de los libros, oye, yo puedo enseñarte la parte práctica.

- ¿Para decirme eso, hiciste tal cosa?

- Tenia que probarte que sé cosas que tu no.

Socarrón, Killua descanso la cabeza entre sus manos, cruzándose de piernas sin dejar de observar cada gesto del otro.

- No me uses para tu prueba.

- ¿Por qué no? Eres mi pareja.

Con una simpleza que rayaba en el cinismo, Killua le sonrió de forma encantadora.

- Voy a enseñarte muchas cosas, no lo dudes.

- ¿En qué te basas?- murmuro, molesto de repente- ¿Quién te ha enseñado eso?

- No te pongas celoso de la televisión nocturna. Yo quiero la realidad.

Igual que gato a punto de lanzarse a por su presa, Killua se estiro hacia él sin dejar la sonrisa, tocando su labio inferior con un dedo.

- Quiero practicar todo lo sé contigo, venga, déjame jugar.

Antes de contestar, Kurapika llevo las manos a la altura del cuello del chico blanco y palmo hasta llegar a la oreja, mientras la otra mano se posaba en esa pequeña cadera.

- La verdad, tus juegos me asustan.

El albino sonrió maquiavélico.

- Tranquilo, iré despacio sino te harás adicto a mí.

- Engreído.

Pero no hacía falta que le dijera eso, porque desde hacía tiempo que los juegos de Killua y su modo de ser en la relación lo volcaban en el vicio muy rápidamente.

Solo quedaba rezar porque que sus juegos no se hicieran más locos con el tiempo.

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¿Ideas para juegos locos? (Caja de sugerencias)


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