Souvenir

403 36 5
                                    


.

.

.

Iban por la tercera partida y aún no decidían al ganador.

Kurapika jamás imagino que el albino tuviera talento para eso. Estaba impresionado de su capacidad para dejarlo acorralado en ese juego de mesa que, siendo sincero consigo mismo, se estaba poniendo muy peliagudo.

Para su sorpresa, Killua se veía tan aburrido que ni siquiera disimulo los bostezos que salían de su boca.

- ¿Qué tal si apostamos nuestro almuerzo?

- Improbable- Negó el rubio, concentrado- Llegaremos a destino antes del almuerzo, ¿Recuerdas?

Estaban a bordo de un avión. Para ser específicos en primera clase, gracias a sus licencias de cazadores. Siendo así eran libres de pasar un rato en paz y lejos de miradas ajenas.

- Te recuerdo que Alluka es la que decide mi siguiente destino.

Hace poco que el peliblanco decidió viajar por el mundo con Alluka, dándole la libertad que se merecía. Entre sus viajes se encontraron con el último Kuruta y su amigo, el de oídos agudos, con quienes ahora compartían un vuelo.

- Cierto- Kurapika lamento el olvido, ensimismado en el juego- Bien, acepto. ¿Qué quieres apostar?

- ¿Qué tal?- Killua hizo un ademan pensativo, poniendo un dedo sobre su labio inferior- ¿Tu destino? Dime a dónde vas.

- Sabes que no te lo puedo decir. Debo hacer mis trámites en solitario.

- ¿Y Senritsu?- Apunto a su izquierda. Muy al fondo, estaban Senritsu y su hermana Alluka hablando amenamente.

- Ella insistió en acompañarme. Pronto le perderé el rastro- Aseguro, moviendo la ficha de su lado.

Killua hizo lo propio con su ficha, dejando a Kurapika con pocas opciones de escape. Era divertido ver al táctico en esos apuros.

- ¿No crees que acaba de escuchar lo que dijiste?

- Siempre le estoy diciendo que se aleje. No me hace caso.

- Apuesta uno de tus pesados libros.

- ¿Libros, tu? ¿Y qué uso les darás?

- Puedo revenderlos para una patineta nueva.

- Insolente.

- ¿Sí o no?

- ¿Y tú?- Kurapika accedió al no ver otra alternativa.

- Si ganas, no hará falta saberlo- El albino sonrió maliciosamente, provocando que el otro tuviera dudas acerca de su próxima jugada.

No era el mejor momento para hacer apuestas pero Killua quería echarle picante a todo y sabía porque. Él estaba molesto y con razón.

Porque Kurapika no solo quería deshacerse de Senritsu al arribar tierra: quería cortar los lazos con todos, sus amigos y conocidos, para emprender su propia lucha. Después que la familia Nostrade cayera en la bancarrota no quedaba opción sino seguir adelante, sin nadie interviniendo en sus planes, sin ataduras, sin amigos que confiarle sus secretos.

Desde que se encontraron en la terminal, Kurapika sospechaba que el Zoldyck tomo el mismo avión que el solo para fastidiarlo.

Killua le ofreció jugar a algo para entretenerse y luego de mucho debate sobre que juego era más apto para sus capacidades, optaron por el Gungi, pese a que el menor negó conocer las reglas.

Extrañas fijacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora