Capítulo 4

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Las vacaciones de verano no pudieron ser más eternas para Pansy. Durante días tuvo que soportar los comentarios crueles de su padre y las preguntas interminables de su madre... Y los consejos, como podría olvidarlos si eran lo único que repetían.

Ella no era ajena a las intenciones que su familia tenía y al parecer Draco tampoco, ya que ambos fueron obligados más de una vez a pasar el tiempo juntos con el único propósito de impulsar algo que, según sus familias, sería lo mejor. Dos herederos de familias poderosas y de sangre pura, que majestuosidad para la sociedad. Sin embargo, los adultos olvidaban que ambos aun eran jóvenes e inmaduros, y que por más acercamientos que intentaran provocar resultarían fallidos. Pansy no sentía la mínima atracción por Draco y el rubio era demasiado cobarde para intentar hacer algo.

Hay infinidades de formas para tomar la iniciativa, querida. Pero nunca olvides el propósito real. Decía su madre después de escucharla.

Tan pronto como la lista de Hogwarts llego decidió dirigirse al Callejón Diagon. Sus padres estaban demasiado ocupados cuidando sus propios intereses como para atender los de ella. Pansy estaba acostumbrada a eso y de cierta forma también le causaba un gran alivio.

Una risa amarga bramo de su boca, la gente no se alegra de estar sola y sin atención pero en cambio ella, se sentiría preocupada si de la nada a alguien le interesara.

Sus manos sostuvieron las bolsas con firmeza conforme caminaba entre la multitud espesa. Al parecer no era la única que pensó en hacer sus compras ese día, se había topado con varios estudiantes de Hogwarts, pero ninguno tuvo el valor de hablarle simple y sencillamente la contemplaban antes de salir huyendo. Pansy no podía culparlos y tampoco lamentaba su comportamiento: Una sola mirada fulminante bastaba para alejarlos.

— ¿Pansy?

Aun en medio de las voces y sonidos de la calle logro distinguir esa voz. Como podría olvidarla si era una de sus molestamente favoritas.

— ¡Que grata sorpresa, Granger! — Espeto con sarcasmo evidente al verla.

La castaña por un momento parecía arrepentirse de haberla llamado pero trato de ocultarlo tras una sonrisa incomoda.

— Lo mismo digo, Parkinson.

El sonido de alguien aclarando su garganta atrajo la atención de ambas, y por primera vez desde que Pansy se había acercado, noto a las dos figuras adultas tras Hermione. La mujer de tez clara y cabello ondulado le observaba con curiosidad, mientras que el hombre a su lado esperaba pacientemente a que fueran presentados. La joven de ojos verdes no necesitaba ser adivina para saber quiénes eran, Hermione poseía los ojos oscuros de su padre y la aparente ingenuidad de rasgos de su madre.

— Mamá, Papá...ella es Pansy. Pansy Parkinson.

El corazón de la Slytherin se aceleró tan pronto como su apellido fue pronunciado. Por un momento pensó en todo lo que le había hecho a Hermione y si ella les había hablado sobre eso. Inmediatamente intento convencerse de que no importaba lo que ellos pensaran, además Granger tendría que decirles sobre sus aventuras y no era algo muy conveniente para ella.

— Mucho gusto señorita Parkinson. — Dijo el hombre sonriéndole. — Mi nombre es Karl y ella es mi esposa Jane.

Pansy correspondió al saludo de manos con algo de incertidumbre y desconfianza, gesto que logro provocar una sonrisa divertida en la cara de Hermione.

— Supongo que viniste también a comprar lo del año, ¿verdad?

La Slytherin deseo poder rodar sus ojos y contestar con algo mordaz, pero en lugar de eso se limitó a asentir.

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