Capítulo 18

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Hermione contemplaba el cielo nublado a través de la ventanilla. Sus padres habían cesado su conversación y renunciaron a hacerla hablar después de sus respuestas monótonas. Ninguno de ellos entendía lo que sucedía, y a decir verdad, la castaña se negaba admitir la razón de su tristeza y mal humor.

La culpabilidad provoco una punzada en su pecho al distinguir la estación de tren conocida. Todo un verano desperdiciado, lejos de ella y con el mismo sentimiento de anhelo por recuperarla. La Gryffindor se odiaba.

Lamentaba no haber podido disfrutar de su familia como era debido, ellos no merecían su estado apático y depresivo.

— Escribiré. — Prometió abrazando a sus padres con fuerza.

— Eso esperamos, cariño.

La voz tranquila de su madre hizo que poco a poco comenzara a alejarse para observarlos.

—Lo siento. —Exclamo, bajando su mirada hacia el suelo. — Yo... Mi comportamiento durante el verano no fue muy bueno, ustedes no lo merecían... Lo lamento.

—Mírame. —Ordeno Jane colocando sus manos en cada lado de su rostro. — Te amamos demasiado, hija. Y sea lo que sea estaremos siempre para ti, ¿de acuerdo?

Hermione asintió y una vez más abrazo a la mujer, ignorando las ganas de llorar que sentía.

—¿Buscas a alguien? — Cuestiono una voz suave.

Hermione se volvió con rapidez y observo desconcertada a la chica rubia frente a ella.

—Luna... Si, en realidad....

— Ha llegado desde hace un rato. Puedes encontrarle en alguno de los compartimientos hacia allá... —Señalo en dirección izquierda. — Tienen tiempo.

Desconcertada por las palabras de la chica, la castaña le agradeció y empezó a caminar hacia donde Luna había apuntado pero se detuvo al escuchar vagamente la voz de Ron tras ella. El pelirrojo como de costumbre parecía estar discutiendo con Ginny, por lo que Hermione permaneció inmóvil en el pasillo maldiciendo a la Lunática Lovegood.

—¡Hermione! ¿Encontraste ya un compartimiento?

La castaña sacudió su cabeza y saludo a ambos pelirrojos.

—No, en realidad pensé que ya estaban aquí.

—¿Qué? No. Nosotros acabamos de llegar.

—Lo sé, Ronald. Solo que la loca de Luna dijo que hacía tiempo estaban aquí.

—Es Luna, no debería fiarte tanto de lo que te diga.

Por fortuna su búsqueda no demoro mucho y hasta el momento no había rastro alguno de Pansy. Tras haber pasado unos días en la madriguera, la conversación con Ron no fue tan profunda y a medida que esta parecía llegar a su fin, Harry se unió a ellos. 





Pansy abrió sus ojos y se enderezo. Las voces de sus amigas se acercaban cada vez más hasta que estas aparecieron con un par de sonrisas.

—Parkinson.

—Buldstrode.

Daphne rodó sus ojos ante su saludo anticuado y se acercó para abrazarla, a pesar de la renuencia de Pansy por tocarla.

—Vega ya, te hemos echado de menos.

—Me imagino, ¿alguna novedad?

—Bueno, no exactamente de quien tu quisieras... —Empezó la chica de cabello oscuro.

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