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Ahora ambos se encontraban en una banca muy lejana a la vista de cualquiera, ambos se habían cooperado para comprar la fritura sugerida de Carlos y bebidas que pedía Miguel.

Ambos compartían de la bolsa extra grande de papas fritas y los jugos de uva y manzana que tomaban entre ambos.

Su plática había comenzado desde que acordaron verse en las canchas de fútbol, donde cierta mirada ámbar los seguía con la vista hasta perderse entre la multitud de los alumnos. Marco había visto al amigo de Miguel y, estaba claro que, alejaría a ese chico de Miguel, pues estaba seguro que el Rivera no merecía que nadie estuviera con él... absolutamente nadie. Y ya tenia como alejar a ese sujeto de Miguel, solo debía regresar al salón y tomar la libreta en donde su nombre y el nombre de Miguel estaban juntos, adornados con corazones alrededor.

Marco corrió, a pesar de que faltaba media hora para que tocarán, debía de estar a tiempo para ver el rostro de Miguel sufriendo.

Una vez que llego al salón, se dirigió al lugar del Rivera, abriendo el cuaderno que estaba sobre su pupitre, lo abrió pero grande fue su sorpresa al ver las hojas rayadas, aquellas en donde su nombre había sido tachado miles de veces, buscó entre todas esas páginas encontrando lo mismo, debía de agradecer que al menos el « marica » ya no sentía nada por él. Cuando notó las siguientes hojas, las cuales no estaban rayadas, se dio cuenta de que Miguel tenia un nuevo "Crush".

Aquella simple y única hoja, tenia el nombre de Miguel y de un tal Carlos, adornados con muchos corazones, brillos, colores y la caligrafía muy hermosa.

Su entrecejo se fruncio rápidamente pero al final sonrió. ¡Era excelente! El sufrimiento de Miguel iba a ser doble si el amigo con el que vio al Rivera era Carlos...

Arrancó la hoja, cerró el cuaderno, y de nuevo corrió. Llamo a sus "lacayos" para que la burla fuera más grande y mas satisfactorio para el joven de la Cruz.

Cuando diviso a Miguel y aquel castaño de orbes esmeralda, sonrió con maldad, se acercó a ambos y entonces empezaría su mal.

- ¡Vaya, si es el marica y su novio! - exclamo con voz alta Marco, atrayendo la atención de algunos alumnos que estaban cerca.

Era obvia la intención de Marco en aquel momento.

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