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Vaya reprimienda y alboroto que habían causado, la mayoría tuvo que tener un pequeño castigo, los más afectados fueron Miguel, Carlos, Marco y sus acompañantes del último mencionado.

Y claramente al ser los más afectados, los familiares de estos fueron llamados, entre ellos la familia de Miguel.

Pero ahora realmente no importaba tanto para el Rivera, ¡Estaba feliz! Demasiado como para utilizar únicamente felicidad en su estado de animo.

Los padres de todos los "que iniciaron" el alboroto, había llegado, exceptuando a los padres del Rivera menor, y en vez de ellos, su hermano mayor había llegado por él.

- ¡Simón! - exclamo Miguel una vez que visualizo a su hermano mayor, fue hacia él, y de inmediato sintió un dolor en su cabeza, su hermano le había dado un coscorrón.

- Esto es por meterte en problemas - dijo con molestia burlona el mayor, y de inmediato abrazo a su pequeño hermano - Tas re tonto Miguel, mira no mas, tuve que correrle como chivo correteado por ti, sonso - habló sacando algunas pequeñas risas de su boca y una que otra lágrima - me tienes con reteharto pendiente - le reprimió su hermano mayor.

- L-Lo siento Si-Simón pe-pero m-me estas a-asfixiando - hablo con dificultad el menor.

- Pa' que veas que me tienes re preocupado, babas - su voz había cambiado a uno más burlesco y dejo al menor respirar.

- Eres bien brusco - le reclamó Miguel a su hermano mayor.

Los ojos café claros de Simón se habían cerrado y había sonreído arrepentido.

- Lo siento, pero eso te pasa por hacerme pasar por un tremendo susto - la sonrisa del mayor calmó un poco a Miguel - ¿Y? - le pregunto el mayor, desconcertando un poco al pequeño Rivera.

- ¿Qué cosa? - respondió incrédulo, sin recordar la causa principal de la presencia del Rivera mayor.

- Ah que la burra al trigo - resoplo el mayor, negando con diversión la olvidadiza memoria de su pequeño hermano - ¿En que tanto te metiste ahora? Oh, espera no me digas... - la mirada de Simón se volvió sombría, algo que hizo tensar a Miguel por su mirada - Fue de la Cruz, ¿Verdad? - la voz tétrica de Simón, hizo que el escalofrío que obtuvo Miguel le calara hasta los huesos, sintiéndose tan culpable de todo lo anterior, a pesar de que sabia que no era así.

Antes de que el menor respondiera, trago saliva con dureza, sintiendo como se ahogaba con la propia y que otro escalofrío atacará su cuerpo.

- ¡Miguel! - escucharon ambos Rivera a lo lejos, era el joven Guerra quien se acercaba a ellos.

- ¡Carlos! - exclamó Miguel, yendo con el castaño de orbes esmeralda - sa-saliste rápido - tartamudeo el menor, ahora le era más difícil de entablar una conversación amena con Guerra y su presencia.

- Ah, es que me pidieron que viniera por ti y tu tutor - aclaro Guerra, al parecer este estaba de lo más normal.

- Ci-Cierto eh, yo... ah - maldita sea, se sentía una gelatina; en sentido figurado, volteó al ver a Simón que veía a lo lejos el sujeto que lo había llamado - ¡Si-Simón! - le llamo al Rivera mayor, acercándose de inmediato.

- ¿Qué pasa?, ¿Quién es él? - soltó sus dudas, mirando con cierta sospecha a Carlos, pues no confiaba mucho en los alumnos de la escuela y mas por todo lo que le hacían a su pequeño hermano.

- Me llamo Carlos Guerra, estudiante de intercambio en este semestre y, al parecer eres tutor de Miguel, así que solo los esperan en dirección - se presento e informo Guerra ante el mayor de los Rivera.

- Ahg, no - Simón dibujo un mohín sobre sus labios, disgustado ante ese hecho. Por lo menos ahora sabía que aquel chico Carlos, no molestaba a su hermano pequeño como los demás alumnos.

- Deja de quejarte y vamos, Simón - recriminó Miguel, necesitaba salir de la situación lo suficientemente rápido, antes de que Carlos volviera a convertirlo en un idiota, que se trababa con su propia lengua.

Los nervios mataban al pobre de Miguel, más ahora, que la presencia del castaño de orbes esmeralda estaba más que presente, por no decir cerca del Rivera menor.

MasoquismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora