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Las ropas comenzaban a estorbar, y el calor de ambos cuerpos necesitaban sentirse entre pieles y quemarse entre ambos calores, sin que su ropa se interpusieran.


Por lo que Marco, fue el primero en despojarse la parte de arriba de su ropa, quedando descubierto su torso. Algo que Miguel vio a lujo de detalle, y sin esperar, paso una de sus manos por el abdomen de su amante, sintiendo la diferencia de calor de su mano con el cuerpo semidesnudo de Marco.

Tenia cicatrices en la piel, y algunos lunares que podía apreciar tan bien y detalladamente. Pero su mirada fue a parar en una de las cicatrices de su pecho, era larga, se veía que habían cosido esa parte del pecho de Marco. Con suavidad y con temor a que lo dañase rozo con la yema de sus dedos aquel punto, pero siendo parado por la mano de su contrario, dejando que la mano posara con firmeza aquel lugar.

     ── Trate tantas veces de llegar al corazón, para ya no sentir este dolor tan agudo y que me atormentaba cada vez que te vía con él ── comenzó de la Cruz ── Pero sabia que si llegaba tampoco podía haber descubierto estos sentimientos tan amargamente abrazadores, siendo tu el culpable de todo esto que paso y siento ── siguió, apretando la mano del menor contra su pecho, dejando que Miguel sintiera el corazón de Marco bombeando alocado.

Marco tomo ambas muñecas del menor, y las dejo a ambos lados de la cabeza del Rivera, mirándolo con una mezcla de sentimientos que ni siquiera Miguel podía adivinar exactamente lo que sentía Marco en ese momento.

Odio, amor, desprecio, cariño, deseo, entre muchos otros sentimientos y emociones. Algo que hacia que Miguel temblara y sentir su corazón bombear mas rápido y frenético por todo lo que estaban por hacer.

     ── Y hoy haré lo mismo contigo Miguel ── dijo advirtiendo, sonriendo socarrón y mirando con aquellos orbes ambarinos la sumisión del Rivera, captando de inmediato la aceptación de aquella advertencia.

     ── Contigo aprendí del dolor, aprendí a llorar, aprendí todo lo malo que puede llegar a ocurrirme… inclusive el masoquismo─ murmuró, dejando que sus orbes derramaran algunas lágrimas ── Antes no me importaba que me pegarás, me insultarás o inclusive despreciarás, te seguía amando. Te sigo amando, y me llena de tanta alegría saber que sientes algo por mi, y esa marca ── dijo entre leves sollozos y mirando la cicatriz en el pecho de Marco ── sea una imagen de tu amor por mi, Marco. No me interesa ahora el dolor que me causes, porque sé que esta cicatriz representa tantas cosas. Y si llegas a hacerme algún daño externo o interno, porque se perfectamente que eso sanará, pero tu cicatriz no ── siguió, sonriendo débil, llorando sin vergüenza, con el cuerpo temblar y el corazón palpitar alocado.

Marco apretó un poco mas fuerte las muñecas de Miguel. Hiriendo un poco estas y hacer gemir de dolor al Rivera.

     ── Eres un verdadero hijo de puta ── finalizo Marco, atacando; nuevamente, los ya hinchados labios de Miguel. Siendo correspondido por este, y sacándole mas que suspiros y jadeos.

Las manos de Marco lo soltaron, llevando estas mismas por debajo de la playera de tiras de Miguel, sintiendo el calor del cuerpo contrario arder.

Mientras Miguel simplemente rodeaba con sus brazos el cuello de Marco, tratando de impedir que el castaño se le apartase. Tomo mechones de cabello, los jalo, araño algunas partes de su cráneo e intento que sus cuerpo se juntaran lo mas que podían, deseaba que Marco y él se funcionarán de una vez por todas.

De nuevo la fricción en la zona baja de ambos comenzó por el movimiento de caderas de Miguel. Sentían delirar y saborear el inicio de un dulce pecado de lujuria, que poco a poco saboreaban con más intensidad a medida que la excitación en ambos cuerpos evolucionará de manera alarmante.

Marco sintió dos pequeños botoncitos erectos. Gracias al roce de las yemas de sus dedos por todo el pecho del Rivera, pudo encontrar los pezones erectos del este.

Una vez separados, la boca de Miguel no podía cerrarse, sentía el oxígeno correrse de sus pulmones, como agua entre los dedos. Sofocado, lleno de placer, sintiendo los viles actos tan ruines que compartía con el de la Cruz. Sus gemidos eran incontrolables, y la respiración errática no paraba, no cuando el deseo y placer de estar con el castaño era de los mas extremos y delirantes actos carnales que disfrutaba al lado de su ya amante.

     ── Marco ¡Ah! ── soltó un gemido sonoro, al sentir como su playera era cruelmente destrozada y rota por las propias manos del mencionado, y como de inmediato sus pequeños y erectos pezones eran devorados por la boca de Marco.

Su lengua, sus dientes y el calor de esta misma invadir partes que jamas pensó que sentiría el mayor placer, fue suficiente como para que Miguel tapara su boca, sus lágrimas salieran y arqueara de vez en vez su columna.

Era delicioso y extraordinario que esos pequeños botoncitos de un color café y toques rozados, fueran lo mas adictivo para la boca del castaño; siendo la boca su lugar mas adictivo en el cuerpo del Rivera.

Miguel paro por un segundo los actos de de la Cruz. Y Marco extrañado lo miro.

Lo que menos espero era que Miguel hiciera que el castaño se sentará al borde de la cama y este; a ahorcadas, sentarse en su regazo, acercándose lo mas que podía a Marco.

La posición era perfecta para Miguel, podía seguir dándose y dando placer a Marco con el movimiento de caderas, mientras que su amante devoraba sus pezones ya hinchados y levemente rojos.

Lo que no esperaba Miguel es que Marco tomara; con manos firmes  su retaguardia, apretándolo deliciosamente y ayudarlo a que la ficción de sus zonas íntimas fueran rebeldes y fuertes.

El apogeo de las sensaciones hacia enloquecer al Rivera, jamas pensó que al cambiar de posición fuera de lo mas jodidamente placentero.

Las manos de Marco apretando sus nalgas, la fricción entre ambas erecciones ocultas entre ropa, la succión en los pezones de  Miguel y los insaciables gemidos de este mismo salir sin pudor por su boca, llamando a su amante en cada sensación tan fuerte que sentía a causa de sus toques.

Marco no espero más, condujo sus manos a el borde del pantalón del Rivera, llegando así a la cremallera, desabotonando su pantalón y bajando el cierre. Sintió el calor invadir en esa parte. Metió sus manos y las devolvió a las nalgas del moreno, apretando de manera que sabia que el Rivera gritaría de placer. Y así fue.

Miguel no pensaba que sus zonas erógenas eran bastante vulgares y del encontrarlos gracias al acto impuro que hacia con de la Cruz, difícilmente los llegaría a encontrar.

Miguel por su parte sentía volverse loco, necesitaba más, deseaba mas de un acercamiento que sintiera unir a Marco con el. En sus desesperación, impulsos e instintos de llegar a mas, sus manos también condujeron al borde del pantalón de Marco, imitando la misma acción que su amante al despojarlo de sus pantalones. Solo que aquí, Marco se levanto, separando a Miguel y en la desesperación y excitación de ambos, se despojaron de sus pantalones, quedando únicamente en ropa interior, y Miguel con sus sudadera roja mal colocada y playera rota que colgaba de ambos extremos de su torso.

Marco lo miro y devoro con la mirada, tratando de mantener en un lugar fijo en el cuerpo de Miguel. El cual fracasaba puesto que su mirada lo recorría de abajo hacia arriba. Relamio sus labios, saber que todo ese pequeño y precioso cuerpo seria suyo, sentía derretirse ante las garras de la lujuria y tomarlo por completo.

Sin duda alguna, Miguel este mismo día sería suyo, como él seria de Miguel.

MasoquismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora