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Días pasaban, y tal parecía que el mas preocupado de toda la población por la reciente y extraña desaparición del de la Cruz y la cónyuge del portador del propio apellido, era nada mas que el mismo Rivera menor.

Cuando se lo contó a su hermano Simón, este realmente no le había dado la total importancia. Ya que, era el mismo Marco quién le hacia la vida de cuadritos a su hermano, y si volviera con los colmillos salidos, apostaría que lo destruiría si le llegaba a hacer algo a Miguel.

Y claro que aquella desaparición tanto de la cónyuge del mismo de la cruz, como su primogénito, había alertado bastante a la gente del pequeño pero alegre pueblo, Santa Cecilia. Pero después de algunas semanas; semanas donde tal parecía que también Miguel se rendía ante su búsqueda, el saber del paradero de ambos desaparecidos, se llevaba a la deriva de un simple mal trago para la población, como si fuese agua corriendo por sus manos.

Tenían razón, si la esposa del de la Cruz y su primogénito estaban juntos, no había por que temer tanto si estaban juntos. Pero algo si llegaban a sacar de las viejas chismosas que sacaban cualquier hipótesis antes las palabras sacadas de la lengua; y esa era la verdad sacada de manga, de que el jefe de la familia, si llego a maltratar tanto a la esposa como al hijo, y así llamar a las autoridades por el atroz crimen.

Más semanas pasaban y entre investigaciones y miles de sospechas, y una que otra prueba dentro de la morada de la Cruz. Finalmente la realidad salio a la luz cual torbellino que sacudió el pequeño pueblo.

Pero mas que nada aquella noticia tan bien confirmada por las autoridades y uno que otro testigo. Había sido la culminación del temor de Miguel y pensar lo peor de su anterior mejor amigo.

¿Murió?

¿Marco y su madre murieron en manos del padre del mismo?

No, seria imposible.

Y realmente para Miguel fue el negar un hecho que suponían los vecinos.

Mas y mas tiempo pasaba y aquel hecho de pensar lo peor, cesaba poco a poco al no darle la debida importancia.

¿Por qué?

Bueno por mucho que Miguel deseaba saber del paradero de un ex mejor amigo de infancia. Término dejando que las investigaciones ante el maltrato intrafamiliar de la familia de la Cruz, fuera a llevarse en manos de las personas a cargo y capaces de hacerlo. Enfocándose finalmente en sus estudios y su relación amorosa, que se veía que iba en su mejor estado.

Y claro que Miguel disfrutaría el momento mejor dado, por muy a pesar de su propia relación familiar, le iba bastante bien como para desperdiciarlo en investigar algo que no era de su debida incumbencia.

O al menos eso es lo que él veía, y lo que Simón siempre le recordaba. Pero los ojos; al ser la ventana del alma, no decían del todo aquello.

── Te perdiste otra vez, Miguel ── habló su novio, mirando como los orbes castaños se perdían en un punto fijo, y sin ya poner atención.

── ¿Eh? ── fue el balbuceo de Miguel.

── No me ventas con, ¿eh? Miguel. ¿Qué tienes, amor? ── de nuevo la voz suave del Guerra, movía los sentidos del Rivera a mas no poder ── desde que supusieron que Marco y su madre había escapado por los maltratos del señor Ignacio, te has estado perdiendo en ti mismo ── dijo ── Te preocupa Marco, ¿Verdad? ── aseguró, mirando los orbes avellana de su amante.

── Yo... ── balbuceaba Miguel, no sabía como expresar sus sentimientos.

── ¿Lo sigues amando? ── las preguntas, taladraban de manera cruel el corazón del joven Guerra, pero debía de tener ya una pronta respuesta por parte de Miguel.

── ¡No! ── respondió rápidamente, levantándose de su lugar encarando a Carlos ── No, ya no amo a Marco, es solo que... ── suspiró, volviendo a tomar asiento, mirando el suelo ── Es muy repentino todo esto ── sinceró de una vez por todas.

El silencio sepulcral reino en el ambiente de ambos jóvenes enamorados. Decir que era un silencio cómodo era el mejor chiste contado entre ellos.

Pero para Guerra no fue así, ya que trataba de entender un poco lo que su novio tenía con respecto al caso de los de la Cruz y la desaparición de la cónyuge y el primogénito de aquella familia. Tomó las manos del moreno, apretándolas entre las suyas, dándole a entender a Miguel que cualquier cosa que le pasará o pensará, siempre estaría él para darle el debido apoyo o consuelo. Acerco las manos del orbes avellana y besó con gran suavidad, gentileza y sutileza los nudillos del portador.

Decir que Miguel estaba sonrojado era otra broma más. Pues aquel color carmín era muy tenue a las acciones que tomaba Carlos Guerra, y no era por el hecho de no tenerle cariño, no. Simplemente ese efecto en Miguel ya no era el mismo como en un principio, y aquello le aterraba.

No deseaba ya no sentir nada por aquel chico tan amable.

No deseaba que el sentimiento desapareciera.

No deseaba mentirle.

No deseaba que la poca alegría que tenía se fuera como paso con Marco.

No deseaba sentirse solo, ya no. No después de lo que había pasado con Marco.

No deseaba que sus lazos fueran rotos como paso con Marco.

Pero... por alguna razón.

Deseaba que el que estuviera en ese momento con él, fuera Marco de la Cruz.

Y nadie más.

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¡Masoquismo tiene nueva portada! :D

¿Les gusta?

Es un pequeño cambio antes de que esta obra llegue a su fin.

Sí, así es. Masoquismo esta a nada de finalizar.

Y me duele por que le tengo tanto aprecio que no deseo que acabé. Ay es que si me gusta muchísimo el Marguel y terminar con esto es como si una parte de mi se acabará :^(

Pero si todo sale como quiero, seguramente las siguientes actualizaciones con respecto al Marguel no sea de esta misma historia, sino, tal vez de una historia llamada "Solo...Finge ser mi novio" No lo sé jajaja

Esperó les haya gustado este pequeño capítulo.

¡Nos vemos!

🌹 ArxmoGrl

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