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Meditaba, sentado al borde de su cama.

¿Qué había hecho mal?

¿Qué fue lo que le falto?

¿Había soltado las palabras correctas?

¿Por qué sintió aquello?

¿Qué no se suponía que su plan sería que Miguel no tuviera a nadie en su vida?

Entonces...

¿En qué fallo?

Y

¿Por qué sintió más dolor en el pecho que en el mismo ojo?

Sí, se aclara que no deseaba a nadie en la vida de Rivera, que nadie debía de estar a su lado y eso era por el simple hecho, de que el niño es gay.

También supo que ese zapatero ya no sentía nada por él, al ver su libreta rayada y remplazarla por otro nombre.

Y, ¿Qué significaba su sabor amargo al leer aquello?

Tendría que alegrarse por ello, ¿No?

Sin embargo, el siente algo, un hueco, un dolor, un vacío, y miles de confusiones mas.

¿Cuánto ha pasado desde aquello?

Apenas... lleva el día, ¿Verdad? O no... al parecer lleva más.

Sí, el ojo morado ya había sanado, su castigo había sido levantado ya, y la escuela había cambiado desde aquel día, y él, mas que nadie lo sabia.

Actualmente sigue con dolor...

Pero, ¿Por qué? Si su herida que le proporciono el otro « marica » ya se había esfumado.

No lo entendía...

Era extraño.

Se postro sobre el colchón, vagando en sus recuerdos, excavando aquellos años de niñez en donde veía las cosas más simples, en donde el Rivera y él eran los mejores amigos antes de su confesión.

El recuerdo de dos niños de edades aparentes, de seis y siete años. Jugando con el balón de soccer que el mayor le obsequiaron, patadas hacia este, un juego en donde fingían estar en las canchas más grandes del mundo, fingiendo que aficionados los anclaban por sus movimientos.

« - de la Cruz se acerca a gran velocidad hasta las lineas de defensa del equipo contrario, se ve muy confiado ante sus movimientos - era la narración que el de orbes ámbar daba, mientras el balón seguía su recorrido al ser pareado por este, miro unos segundos al único portero de aquel momento, Miguel intentaba concentrarse lo más que podía en seguir el balón que manejaba su mejor amigo - Rivera se prepara, de la Cruz burla a la defensa, al parecer esta por atacar - arrastro al balón hacia un lado contrario de lo que planeaba, una sonrisa de dibujo por sus labios, cuando vio su oportunidad de patear con fuerza en balón, lo hizo - ¡Tira y...! - pateó, mirando como la rapidez y trayectoria den balón hacia su amigo, quien con torpeza intento parar lanzándose hacia este, pero rozando apenas el objeto, pasando de largo de este - ¡Gooooooooooooooooooooooooooooooooooool! - grito el eufórico chico, extendiendo los brazos a los laterales, corriendo y dejándose arrastrar por el suelo terroso y seguir exclamando a todo pulmón su victoria.

MasoquismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora