Capítulo 19

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Efectivamente, tuve que apartarme de los chicos durante un par de horas. La cabaña que me habían asignado era algo chica y habían cuatro camas y dos desconocidas con las cuales no pude hablar.
—Debimos invitar a Anne— murmuré entre dientes mientras desempacaba mis pertenencias con cierto fastidio. 
Las dos chicas a mis espaldas charlaban animosamente, venían juntas, o al menos eso supuse, porque parecían tenerse confianza. Las escuche reír unos segundos hasta que finalmente se dirigieron a mi.
—¿Eres de por aquí?— preguntó una de ellas, voltee unos segundos hacia ellas y les negué con la cabeza.
—¿Y vienes sola?— preguntó la otra y nuevamente le negué con la cabeza.
—Mis amigos están en otra cabaña— respondí terminando de acomodar todas mis cosas, ambas me miraron con una sonrisa de oreja a oreja al mencionar aquello.
—¿Chicos?— preguntó la primera.
—Eh, ¿Sí?— respondí vagamente, se miraron entre ambas para después volver a reír, provocando que las mirara por un poco más, ¿Qué era lo divertido?
Al ver que ninguna de las dos tenía la intención de preguntar algo más o seguir la conversación con un tema diferente me he puesto en marcha hacía la salida de la cabaña para buscar a los chicos de una buena vez. 
¡Joder! ¿Por qué había tanto lodo?

—Hyunjin, ¡Espérame!— escuché a lo lejos mientras intentaba no resbalar con cada paso que daba, vague la mirada en busca de mis amigos, ignorando a la ruidosa chica que había gritado hace unos segundos. —¡Hyunjin!— gritó nuevamente, está vez escuchándose más molesta e irritada.
—Joder, ¿Es que no piensa dejarme en paz?— soltó el pelinegro que estaba a mi lado, quejándose de la chica que lo llamaba. —¿Qué?— preguntó el chico cuando notó mi mirada curiosa en la situación.
—N-Nada— balbucee, ¿Desde cuándo era tartamuda? Bueno, desde que encontré a un chico tan apuesto, probablemente. El pelinegro me observó con desagrado, pasando de largo con la misma expresión de disgustó de hace un momento,  ¿Qué le pasaba a ese loco? ¿Por qué esa actitud? Le mire por un poco más, seguido de la chica que se apresuró para alcanzarlo, hasta que di media vuelta y retome mi búsqueda por el campamento, menudos locos que uno se encuentra por estos sitios. 

[...]

Al final di unas cuantas vueltas en vano sin encontrar a ninguno de los tres chicos. Alce la mirada unos instantes, encontrándome con un cielo anaranjado, pronto oscurecería y yo no había  logrado ver a ninguno de los tres chicos con los que venía.
—Ahora si que sé cómo se siente Thomas— murmure caminando devuelta a mi cabaña mientras me distraía pateando una que otra piedra que se me cruzaba en el camino. 
Llena de desesperación solté un bufido, despeinándome el cabello y llevando la mirada al frente, haciendo que mis ojos se abrieran de a poco cuando noté a lo lejos aquella inconfundible cabellera dorada. 
—¡Felix!— le llamé por lo alto, dejando a mi entusiasmo salir. El rubio volteó en mi dirección, pero su expresión fue neutra mientras se apresuraba a caminar hasta pasar de largo. Me di media vuelta observándole con confusión y sin siquiera pensarlo dos veces lo seguí, casi corriendo.  

"Es hora de ir a sus cabañas"

Se avisó por los megáfonos que había por todo el establecimiento, sin embargo Felix no se detuvo.
—¡Hey!— lo llame, apresurándome a tomarlo de la mano con la intención de que se detuviera, provocando que el chico se exaltara, apresurandose a voltear hacia mi dirección para ver de quién se trataba. Al verme su expresión pareció relajarse y por unos segundos me sonrió para después fruncir el ceño y voltear a los lados estando más alerta.
—¿Qué haces fuera de la cabaña? Te meterás en problemas— soltó, lo miré con una ceja enarcada, incrédula de sus palabras.
—Mira quien lo dice— respondí, observé cómo el rubio rodaba los ojos por llevarle la contra con sus propias palabras.
—Vale, vale, pero yo tengo un motivo para no estar en mi cabaña, dime, ¿Cuál es tu excusa?— contestó, me quedé pensando un momento.
—¡Pues los estaba buscando!— respondí de manera obvia.
—¡Shhh!— me mandó a callar, esta vez tomando él de mi mano y tirando de ella para que nos moviéramos de lugar.
—Bien, ¿Y cuál es la tuya?— le pregunté curiosa una vez que nos detuvimos, el rubio me miró con una sonrisilla traviesa. 

—¿Una Coca-Cola? Te acompañe hasta la cafetería, ¿Por una Coca-Cola, Lix?— pregunté sin poder creer aquello, el chico frente a mi me asintió con la cabeza, festejando por tener entre sus manos una fría y refrescante Coca-Cola. Reí por lo bajo mientras dábamos media vuelta para regresar a nuestras respectivas cabañas después de haber venido a la cafetería por la soda, el lugar se había quedado callado desde hace varios minutos y Felix había dicho que teníamos que evitar que alguien nos encontrará porque, de lo contrario, estaríamos en graves problemas con nuestros supervisores. Y justo en ese momento la cafetería fue alumbrada débilmente por la luz de una lámpara, en la entrada. Si, bueno, bien dicen que hay destinos peores que la muerte.
—Agáchate— murmuró el rubio, colocando su mano en mi espalda haciendo que ambos nos agacháramos, nos miramos con los ojos bien abiertos, escuchando los pasos de la persona con la linterna vagar por el lugar.
—¿Crees que nos vieron?— susurré tan bajo como se me fue posible.
—No lo sé— respondió abrazando su lata de Coca-Cola. Me miró por un poco más para después echar una miradita, intentando ver a la persona que andaba por la cafetería. —¡Mierda, Marcie! Tenemos que escondernos o nos van a encontrar.— me advirtió, le asentí con la cabeza mientras comenzaba a gatear, siguiendo los pasos del rubio. —¡Retrocede, retrocede!— dijo con rapidez retrocediendo bruscamente a la vez, chocando topermente conmigo. 
Miré unos segundos a mi alrededor, buscando algún lugar en donde escondernos, pero estando tan oscuro...
—¡Lix!— lo llame, haciendo que volteara hacia mi, señalandole un rincón que quedaba entre dos máquinas expendedoras. El rubio me sonrió despeinando mi cabello con ternura.
—Excelente—respondió mientras tomaba mi mano y corríamos con rapidez hacía aquel rincón para ocultarnos allí un rato.

Era algo estrecho, a decir verdad, más de lo que había imaginado en un inicio. El brazo izquierdo de Felix estaba a un costado de mi rostro, recargado contra la máquina y nuestras piernas estaban cruzadas entre si. Guardamos silencio, observando como la luz de la linterna vagaba por el lugar, de aquí para allá, después de un rato desvíe la vista hacia el rostro de Felix, quien seguía la luz atentamente con la mirada en todo momento.
—¿Tienes calor?— me preguntó, pero no me volteó a ver, de igual forma, le he terminado asintiendo con la cabeza como respuesta, el rubio coloco con delicadeza la lata de Coca-Cola en mi mejilla.
—¡Hey!— me queje soltando una risa, al instante me he tapado la boca colando ambas manos ante mi estupidez.
—¿Quién anda allí?— gritó la voz del vigilante, Felix se apresuró a abrazarme y cubrirnos en un ovillo en nuestro lugar, ocultando nuestros rostros y guardando silencio.
Nos quedamos en aquella posición por un poco más, esperando que el señor se fuera de una buena ver.
—¿Tienes sueño?— lo escuche murmurar en mi oído, provocandome cosquillas. 
—No— conteste yo, de la misma forma que él, sintiendo como el chico se encogía por la sensación en su oído. 

—Ya se fue— murmuró logrando que dejara de jugar con su cabello y alzara la vista, el rubio salió del rincón, asegurándose que de verdad no hubiera nadie y una vez estuvo más seguro me ayudo a salir.Cuando se aseguró por tercera ocasión de que estuviéramos realmente solos se sentó en una de las tantas bancas vacías y se dispuso a abrir su Coca-Cola para comenzar a beber de ella, lo miré por unos segundos mientras sonreía por lo bajo, el chico me miró e hizo lo mismo, indicándome que fuera con él y me sentara a su lado, tal como me lo pidió, lo hice aceptando un sorbo de su refresco. 
—Estuvimos a punto de conseguir muchos problemas... por un refresco— musité con cierta diversión mientras le negaba con la cabeza. 
—Pero está refrescante, ¿no es así?— contestó él.

Summer Nights || Lee Felix || Stray Kids ¡Publicado En Físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora