Capítulo 28

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Me esforcé para que Thomas o Matt vinieran a la casa de Felix, que no me dejaran regresar sola con aquel rubio peligroso, pero ninguno acepto y en segundos ya habían huido cuando el autobús se detuvo en nuestra parada. Era de esperarse, Marcie.
Felix caminaba unos cuantos metros por delante de mi, hace un rato que dejamos a Anne en su casa, quedándonos solos. Lo atrapé mirándome por detrás del hombro por segunda ocasión, ¿Qué se supone que debía hacer? solté un suspiro y tome toda mi valentía para alcanzarlo y caminar a su lado, pero al llegar hasta donde estaba él los nervios comenzaron a hacerse presentes en mi interior, provocando que me quedara callada.
—¿Estás molesta?— habló con la mirada puesta en mi mientras detenía su andar.
Entonces me puse a pensar, ¿Estaba molesta por lo que Felix había hecho esta tarde y que yo le había correspondido? Le negué con la cabeza observando su rostro. En realidad me había gustado, esa era la razón de mi nerviosismo, fue algo que solo lo veía posible en sueños y paso, tan repentina e inesperadamente paso.
Observé al rubio sonreír con timidez por lo bajo, provocando que automáticamente yo hiciera lo mismo ,sintiéndome cómplice de aquel beso. Pero poco después Anne llegó a mi mente, joder...
—Tenias que haber besado a Anne...— murmuré apartando la vista de él, Felix lanzó un suspiro frustrado despeinándose la cabellera rubia.
—Marcie— me llamó —¿Cuantos veranos hemos estado juntos?—le mire confundida, pero al final respondí.
—Nueve—  solté sin pensarlo dos veces, Felix asintió con la cabeza.
—¿A qué edad nos conocimos?— preguntó nuevamente.
—Yo tenía cinco y tú siete— contesté. El rubio dio un paso hacia mi, mirándome con detenimiento.
—¿Cuándo te empecé a gustar?— un escalofrío me recorrió la espalda al escuchar su pregunta, quería gritarle, gritarle y correr, quería decirle que no un sin fin de veces y quería que el corazón me dejara de joder con aquellos latidos acelerados, retrocedí un paso. —Me di cuenta que me gustabas el verano que me hiciste falta, Marcie. Nunca había sentido que alguien me faltaba tanto hasta que aquel verano llegó, cuando mi madre me dijo que no podrías venir.

Miré mis manos observando como los pies de de Felix daban un paso más hacia mi. Vamos, corazón, ¡Sé valiente por una vez en tu vida!
Estaba loca si creía que iba hablar, pero al final mi propia boca pareció traicionarme cuando soltó las palabras.
—No sé el momento exacto en el que comenzaste a gustarme, de un momento a otro...— voltee hacia el frente encontrándome con la mirada de Felix a escasos centímetros de mi rostro —D-De un momento a otro te convertiste en algo fundamental en mi vida, siempre en mi mente, haciéndome preguntar cómo estabas o qué estarías haciendo en Australia— murmure, una sonrisa llena de ternura se dibujó en el rostro del rubio llevando sus manos a mis mejillas, dejándome sentir su calidez.
—¿Felix?— murmuré sin apartar mi vista de la suya.
—Entonces no me digas que debería haber besado a Anne, porque he besado a la chica indicada— Y allí estaba nuevamente mi bobo corazón acelerado.
—Demuéstralo—  murmuré apartando la vista unos centímetros del chico, esté volvió a sonreír por lo bajo, acortando la distancia entre nuestros rostros, cerré con lentitud los ojos sintiendo la respiración de Felix a milímetros de mi.
Las manos me temblaban al sujetarme de la chamarra de Felix y sentía que mis labios se movían con torpeza sobre los suyos, pero aún así no quería apartarme. Las cálidas manos de Felix acariciaban mis mejillas con ternura mientras nuestros labios se movían con lentitud, ¿realmente estaba besando al chico que con tanto esfuerzo me obligué a ver cómo un hermano todos estos años? ¿Por qué se tenía que sentir tan jodidamente bien?
El rubio roso una última vez sus labios contra los míos y me miró con una sonrisa. —Que extraño, normalmente en las películas románticas en momentos así comienza a llover— murmuró contra mis labios, regalándome un beso corto para después abandonar mis mejillas y entrelazar una de sus manos con la mía. —Vamos a casa, está oscureciendo—dijo, retomando la caminata. 

[...]

Debía ser una maldita broma del destino, seguramente en este momento la vida se estaba riendo a carcajadas de mi al verme tan ilusiona. Había besado al gato bobo dos veces el día de hoy, le había confesado mis sentimientos y él los suyos, ¿Seguros que no estoy durmiendo y cuando me levante todo será un sueño? Porque eso sería demasiado cruel.
Mire el techo de mi habitación por sexta vez en lo que habíamos llegado a la casa, seguramente todos los demás se encontraban durmiendo excepto yo, ¡Es que joder! ¿Nos habíamos besado? ¡Por supuesto que sí! ¡Dos veces!
Di unas cuantas vueltas en la cama con aquella sonrisilla estúpida que no podía borrar desde hace unas horas atrás.
—No la creo— murmuré entre sonrisillas, estrujando con fuerza la almohada que tenía entre los brazos, negué con la cabeza un sin fin de veces estrujando aún más a la pobre almohada.
Entonces una ola de recuerdos golpeo a mi mente. Todas las cosas lindas que había hecho el rubio por mi después de tantos años solo aumentaban mi felicidad, mi ternura y mi amor, la ocasión en la cafetería del campamento, ay no, seguro que esta noche moría de ternura al corazón.
Seguro que era un sueño, debía ser un sueño, ¿Era un sueño, cierto?
—¡Marcie duérmete ya!— gritó mi madre desde su habitación, provocando que diera un brinco en mi cama, pero poco a poco una sonrisa de oreja a oreja se me dibujo en el rostro al escuchar sus palabras. No, aquello no era un sueño, era la mera realidad, todo era verdad.

Mi teléfono está de vuelta UwUr
Gracias por el sacrificio del peluche uwu ❤

Summer Nights || Lee Felix || Stray Kids ¡Publicado En Físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora