Capítulo 30

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—Marcie, baja a desayunar— escuche y por primera vez después de mucho tiempo me levante sin tener que escucharla gritar dos veces. Me senté de golpe en la cama con el cabello hecho un lío mientras miraba a la nada con las palabras de mi madre repitiéndose en mi cabeza. Habían pasado un par de días desde la discusión en el centro comercial y sip, ninguno de los dos le ha dirigido la palabra al otro.  
busque mis sandalias viejas y me arregle lo más que pude la maraña de pelos que tenía aquella mañana para salir de la habitación e ir a desayunar. Baje las escaleras con lentitud en dirección a la cocina, donde ya se encontraban todos los demás.
—Creí que no bajarías— dijo mi madre mientras una sonrisa se le dibujaba en el rostro al verme entrar a la cocina a pasos lentos, le sonreí vagamente mientras me sentaba frente a la mesa.
—Buenos días— saludé a ambas señoras, Felix -quien estaba sentado del otro lado de la mesa- me miró por lo bajo con el rostro en blanco mientras retomaba su desayuno y se llevaba a la boca un bocado. 
Ambas madres nos observaron, a sabiendas de que algo no iba bien entre ambos.
—¿Sucede al- las palabras de la señora Lee fueron interrumpidas cuando Felix recorrió su silla y se puso de pie dispuesto a salir de la cocina lo antes posible, evadiendo aquella incomoda charla. Mi madre me echó una miradita interrogante, a lo que yo simplemente respondí encogiéndome de hombros mientras daba inicio a mi desayuno, escuchando como la puerta principal se abría y poco después se cerraba.
—¿Está todo bien?— me preguntó mi madre sosteniendo mi brazo cuando me puse de pie para llevar mi plato al lavavajillas, le asentí con la cabeza siguiendo mi camino hacia la sala. El día había comenzado aburrido y por lo que podía ver seguiría de esa forma por un largo, largo rato. Solté un suspiro lleno de ocio en el momento en que me ponía de pie, dejando el sofá después de dos horas de completo aburrimiento. 
—Voy a salir— le avisé a mi madre desde la puerta principal y sin esperar respuesta alguna he cerrado la puerta detrás de mi.

Las calurosas calles de Australia no ayudaban mucho con mi ánimo, pero no tenía ganas de pasar todo el día dentro de una habitación aburrida. Pensé en llamar a Matt y a Thomas, pero después de casi hacerlo a mi mente llegó la posibilidad de que aquello pudiera molestar a Felix, a fin de cuentas Thomas y Matt era los amigos de Felix, no los míos.
—¿Marcie?— miré a mi izquierda encontrando a Anne del otro lado de la calle, la observé desconcertada y poco después la saludé con la mano haciendo que Anne cruzará la calle hasta llegar a mi lado. —¿Vienes con Felix y los chicos?— preguntó curiosa buscando con la mirada a los demás.
—Para nada— respondí con una risita incómoda mientras me rascaba la nuca. Ambas nos quedamos en silencio observando a cualquier lugar menos a nosotras. —¿Quieres un helado?— murmuré sin saber qué más podía decir, Anne me miró con una sonrisa mientras me terminaba asintiendo con la cabeza.

[...]

Bien, ¿Y ahora qué? ¿De qué platico con ella? Las manos me sudaban mientras comía de mi helado con aquella aura de incomodidad.
La escuche reírse por lo bajo llamando mi atención, haciendo que la volteara a ver curiosa por aquella risa tan inesperada.
—Por alguna rara razón siento que te estoy causando problemas— habló ella mientras observaba su helado igual de nerviosa que yo, sus labios se curvaron al soltar un suspiro inaudible cuando se dispuso a continuar hablando —Marcie, te gusta Felix. Se gustan entre sí—  la miré sin saber qué decir o responder, pero no tuve la necesidad, dándome cuenta  de que Anne tenía la intención de seguir hablando —Hace un año y medio Felix se me había declarado y lo rechace. — La mire con los ojos bien abierto, ninguno de los chicos me habían contado aquello...
Anne sonrió de manera débil y con cierto aire de melancolía.
—Antes de que empezarán las vacaciones de verano me di cuenta que me gustaba, pero los sentimientos que Felix había tenido hacia mi alguna vez, ya no estaban. Y lo supe cuando me habló acerca de ti aquel día. Aparte la vista de aquella sonrisa llena de tristeza hacia mis manos llenas de nervios.
—Tengo que irme— murmuré poniéndome de pie caminando hacia la salida de la heladería y dejando a Anne sentada en aquel lugar, sola. Mi cabeza estaba hecha un lío, todo era un lío. Mire mis zapatos por unos segundos soltando todo el aire que había juntado en mis pulmones sin darme cuenta, al final creo que me haría bien quedarme en casa todo lo que queda del día. 
¡Dios! ¿Felix se le había declarado a Anne? ¿Por qué nadie me había comentado aquello? 

La calidez de una mano sujetando la mía se hizo presente, haciéndome voltear hacia la persona que se encontraba a mi costado.
—El semáforo está en verde, deberías prestar más atención— la vista de Felix se encontró con la mía al voltear hacia mi, me sonrió de lado cuando el semáforo se puso en rojo y comenzó a avanzar con su mano aferrada a la mía.
—La casa queda por esa calle— señale vagamente la calle que se alejaba detrás de nosotros pero Felix no respondió o corrigió su andar. —¿A dónde vamos?— pregunté confundida tratando de seguir su ritmo para llegar a su lado —¡Felix!— grite cuando sus pasos rápidos me hicieron tropezar de manera torpe hasta quedar en el suelo. El rubio me volteo a ver con rapidez, agachándose hacia mi.
—¡L-Lo siento!— se disculpó abrazándome con fuerza, podía notar como la gente a nuestro alrededor observaba con curiosidad a dos jóvenes sentados en la orilla de la calle, totalmente en silencio, jugueteando con sus manos por la incomodidad.
—F-Felix, ¿Qué te sucede?— murmuré tratando de liberarme de su abrazo torpe pero solo me sujeto con más fuerza contra él.

[...]

—¿Te lastimaste?— preguntó preocupado, gire mi rostro hacia el rubio para poder observarlo de frente y sonreirle de la mejor forma.
—Estoy bien— le respondí acomodando mi cabello. Hace algunos minutos que habíamos llegado a la pequeña colina que conocíamos y nos habíamos dejado caer en el césped. 

Volví a llevar la vista hacía el cielo dejando de ver a Felix, quedando en silencio una vez más hasta que lo escuché soltar un suspiro mientras se apresuraba a sentarse en su lugar. Tragué saliva cuando Felix se encargo de hacer aquel movimiento rápido, encontrándome con los encantadores ojos cafés del chico.  Podía sentir su peso, pues se había sentado sobre mi con una pierna a cada costado y con su rostro a tan solo centímetros del mío. Su respiración me golpeaba el rostro de una manera agradable y placentera, por lo que ni siquiera pensé ni un segundo en quejarme.
—Marcie— me llamó, lo miré a los ojos atenta. No mires sus labios, no mires aquellos labios Marcie.
—¿Uhm?— alcance a musitar, perdiéndome en sus pecas.
—¿Puedo pertenecerte por lo que queda de verano?— soltó y un escalofrío me recorrió el cuerpo al escuchar aquello. 

Summer Nights || Lee Felix || Stray Kids ¡Publicado En Físico!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora