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"Alguna vez mi cabeza estuvo llena de sueños que narraba sin contenerme. Grenh los escuchaba atentamente y miraba al cielo nocturno antes de hablar de los suyos. Midas reía afirmando que los sueños eran para niños y Hulu escuchaba a escondidas mientras paseaba por los jardines del palacio.
Lamento jamás haberlos escuchado con atención. Creí que siempre estarían ahí, que algún día podría volverles a preguntar qué habían soñado y esa vez sí prestaría atención. Pero cuando me fui y regresé, ni siquiera sus voces ni sus rostros quedaron grabados en la arena.
Ahora, solo hay pesadillas en mi mente, vagando en las esquinas de mi consciencia. Hay recuerdos de arena, voces perdidas que hablan y un reflejo que no reconozco en el agua, pero los rostros de mis amigos a veces están ahí." — de las Crónicas de Sarkat, de Hish Urtan
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Sakradar miraba a la torre y las miles de estrellas sobre ella. Evel aguardó por una respuesta, aunque dudó si esta llegaría pronto. Sakradar —que ahora tenía forma de un león completamente negro—, por primera vez desde que partieron de Berbentis, lucía como si no estuviera seguro de qué hacer.
No supo si era porque en la isla, la magia se sentía distinta.
Después de pasar unos días en la torre, se había dado cuenta de que su magia se sentía clara, fuerte, indolora y que lo había agotado mucho menos en la torre a pesar de los brazaletes y a pesar de haber hecho sortilegios que requerían más energía. Pero Sakradar lucía distraído y somnoliento, esa misma noche tuvo que repetirle las cosas varias veces porque no parecía estar ahí.
Evel se preguntó si aquello tenía relación con que no había ni una sola potestad en aquella isla, y que no podía sentir ni un rastro de calor emitido por la magia a pesar de la cantidad de sortilegios que se hacían diariamente ahí.
El viento sopló y Evel se estremeció. La capa de estudiante era ligera, llegaba hasta sus rodillas, y no lo protegía del viento, a diferencia de su capa azul que había comprado antes de irse de Osvian, lo malo es que no podía usar su otra capa. Cerró los botones de la capa para evitar enfermarse y habló.
—No sé qué hacer.
Sakradar lo miró.
—No sé qué decirte, Evel. Tomaste la elección que pareció mejor en el momento, que te quiten la magia permanentemente no se debe tomar a la ligera...
»Pero tampoco sé si cumplan su palabra.
Evel miró los brazaletes de bronce en sus manos, y suspiró. Decidió cambiar el tema de conversación.
—¿De verdad no me ayudarás a quitarlos?
—La última vez terminé encogiéndome cuando lo hice... —dijo Sakradar—. Podría hacerlo de nuevo, pero si surge algo no podré protegerte...
Evel frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Esta isla es rara —explicó Sakradar—. ¿No has notado que no hay ninguna potestad? No quiero arriesgarme.
—Pero solo terminarías perdiendo tu tamaño...
—No, Evel.
Evel suspiró, de nuevo iba a ocultar cosas, si iba a ser así no tenía caso seguir hablando. Evel se dirigió hacia la puerta de la torre.
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El mago de la ciudad destruida | Crónicas de Desconocido #0.5 |
FantasyLa magia es una forma de poder importante, prohibida, y detestable, que solo pocos poseen. Evel Berbentis, un chico adoptado que puede hacer magia, se enfrenta a las consecuencias de su imprudencia al practicarla frente a las personas que la...