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"El reflejo que me dio el agua aquella tarde después de ver un hogar destruido, sin un alma en pie, no fue el de mi rostro. Un hombre con ojos entristecidos y sin vida me saludó, preguntándose cómo había pasado todo, preguntándose por qué él seguía vivo de entre miles más.
El viento que alguna vez sopló febril en mi cuello hizo que me estremeciera mientras me alejaba de una ciudad en ruinas, una ciudad vacía, una ciudad destruida.
Y solo estaba yo, el último de Sarkat. Él único que podía contar la historia de los que ahora eran polvo, de quienes habían quedado en los campos, de quienes habían perdido su libertad y aquellos que se olvidaron de su hogar". — de las Crónicas de Sarkat, de Hish Urtan
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—Res bronem, sen odend, ques serique, Nantsu, Evel.
La voz que le hablaba era masculina, conocida, pero lejana, no podía identificarla por más que tratara de recordar. La voz cosquilleó en su cuello y resonó a través de todo desde la oscuridad. Pero él no sabía quién era, qué significaba, en dónde estaba... Su mente vagó en el agua, porque no tenía un cuerpo... un cuerpo.
Se levantó de golpe e inhaló profundo, y un cristal se rompió en algún lado de aquel lugar. Y fue él, estaba ahí, existía, estaba bien, aunque no sabía en dónde... No, sí sabía en dónde, estaba en He-Sker-Taín. Estaba mirando sus manos, ¿cuándo y por qué comenzó a mirar sus manos? Sacudió la cabeza y alzó la vista.
Sus ojos grises y cansados en su rostro moreno le saludaron desde el otro lado, y desde el otro lado, y desde el otro lado, y desde el otro lado... Y detrás de los muchos Evel, miles de reflejos más, miles uno detrás de otro. Había varios espejos rodeándolo, todos iguales, todos perfectos reflejos de lo que él era, no... de él. Reflejos de sus reflejos. ¿Era él en el espejo? ¿Y en el otro?
No, sí era él...
Evel se obligó a levantarse del suelo, miró a sus pies. Había fragmentos de vidrio y justo al mirarlos, comenzaron a derretirse y fluyeron hacia sus pies. Evel alzó un pie para no quedar en el líquido, pero este se alzó como brazos hasta alcanzar su pie y lo obligó a descender. El vidrio se solidificó y quedó atrapado.
Jaló sus piernas hacia arriba, pero el vidrio no se fracturó, ni crujió, y no parecía que fuera a ceder. Intentó de nuevo, pero el resultado fue el mismo. Alzó su mano, y buscó las punzadas de la magia, pero no ocurrió nada.
Pero era extraño, podía sentir el calor de su magia dispersándose, hasta sus entrañas se retorcieron, y podía sentir el cosquilleo, pero no las punzadas ni la magia en su sangre, y por más que la llamó, esta no apareció.
Miró su reflejo... ¿Había entrado al espejo de verdad? ¿Era el efecto del lugar?
—Litúni se.
Era la misma voz de antes, y pudo reconocer lo que dijo de una manera que no logró entender. Había dicho: Es inútil. Lo había entendido justo cuando lo escuchó, pero no conocía otra lengua más que el osviano, y no recordaba mucho de otra... Pero eso no había sido todo. Reconoció la voz, y la conocía tan perfectamente que tuvo que carraspear para comprobar que él mismo no había hablado.
Al mirar a los espejos de nuevo, solo encontró un reflejo donde antes habían existido infinitos reflejos. Al mirarse, vio que Evel en el espejo estaba encorvado y dándole la espalda, pero él estaba erguido y mirando al frente. Su reflejó miró sobre su hombro, no había una expresión, solo... él.
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El mago de la ciudad destruida | Crónicas de Desconocido #0.5 |
FantasyLa magia es una forma de poder importante, prohibida, y detestable, que solo pocos poseen. Evel Berbentis, un chico adoptado que puede hacer magia, se enfrenta a las consecuencias de su imprudencia al practicarla frente a las personas que la...