XXII. Todo lo que perdió

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"Sarkat cayó antes de la tormenta de arena del siguiente día. No quedó ningún cuerpo en la ciudad, ni marcas de sangre, o alguna muestra de vida. Y el polvo llenó la ciudad como cenizas.

El país de los magos se volvió una ciudad fantasma, una ciudad silenciosa, una ciudad destruida. Una ciudad cubierta en polvo, sangre y almas perdidas.

Ella fue el castigo de los dioses, aquella mujer de cabellos rojizos y rostro hermoso, con ayuda de Halthorn. Fue la espada que mató a Fukurai y a sus hijos, fue quien asesinó el linaje más antiguo de magos humanos con magia ancestral, uno de los linajes más arrogantes.

No era el castigo que merecían los inocentes, no era el castigo que nadie merecía. No era algo que ningún niño, que ningún adulto jamás debió de presenciar. Aquello fue una masacre, donde todo se convirtió en arena, donde el dolor acabó con los pocos que vivieron, y los pocos que vivieron fueron torturados, olvidaron o murieron.

Fue la masacre de un país entero, en tan solo unas semanas, por un país sin magia, por un país ignorante y por los dioses falsos que ellos defendían. Fue la diosa de los sueños, la diosa hija de los triples dioses, la hija de los dioses falsos quienes nos volvieron magos de una ciudad que no existe, de una ciudad destruida." —de las Crónicas de Sarkat, de Hish Urtan.

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Odio. Sangre. Destrucción. Iba a destruir todo lo que su hermano había creado, iba a destrozar todos sus sueños, todo lo que había anhelado. Iba a destruirlo de poco en poco, o tal vez... tal vez sería mejor destruir todo en un instante frente a su rostro. Solo quería ver su sangre corriendo en sus manos, sus ojos abiertos, muertos... Quería que se arrepintiera por todo lo que había hecho, que se diera cuenta de todo lo que había hecho.

Y así, con la forma que conservó, propagó su nombre: Halthorn. Envenenó todo lo que Draimat reclamó como suyo, todo lo que tardó años en construir. Destruyó los palacios de marfil que rezaban su nombre, devoró a sus sacerdotes, asesinó a cada uno de los creyentes que se cruzaron en su camino, y a aquellos que abandonaron a su dios falso y juraron su lealtad, los marcó con un árbol como maldición, para que jamás pudieran rezar a Draimat. Y así, lo buscó por años.

Se arrastró por las sombras, se alió con potestades que eran más demonios que potestades, seres terribles hechos de putrefacción, que llevaban la muerte y el sufrimiento en sus pasos, todos los que odiaban a esos supuestos dioses. Sin embargo, las potestades comunes jamás se unieron, eran demasiado cobardes siquiera para acercársele. Su ira duró años, tantos años que dejó de recordar porque la sentía. La memoria estaba dentro, pero jamás miró en su dirección. No tenía sentido recordar de cualquier manera, solo importaba ver a su hermano muerto.

Por eso lo buscó por mar y tierra, por cada rincón del mundo. Destruyó su legado, corrompió las mentes de los dioses, devoró los dioses menores que servían a Draimat. No pudo recordar por qué había comenzado, pero cada vez, con cada paso, supo que no había marcha atrás.

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En el bosque, mientras se dirigía a un viejo reino que recientemente había construido templos para Draimat, Halthorn detuvo sus pasos cuando escuchó un grito, sus seguidores también se detuvieron detrás de él.

—¿Mi Lord? —llamó uno de ellos—. Seguro solo es un animal...

Halthorn los miró y ambos callaron y retrocedieron con la cabeza gacha oculta bajo su capa. Era pleno invierno, la nieve caía ingrávida y no se escuchaba nada más que las respiraciones de los dos hombres detrás de él, y sus pisadas. Y luego, volvió a escuchar el grito... desgarró el silencio invernal del bosque. Por algún motivo, a su mente fueron imágenes de sangre en la nieve, una potestad en forma de lobo y alguien de cabello castaño. En cualquier otro momento, hubiera ignorado aquello, pero esa vez, no explicó nada, se transformó en ave en un parpadeo, sus seguidores se arrodillaron en la nieve y Halthorn buscó el sonido. ¿Qué era esa memoria?

El mago de la ciudad destruida | Crónicas de Desconocido #0.5 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora