Bound [ spanish version ]

capítulo doce

[ Justin ]

Me quedo sentado en la orilla de mi cama, mis pies tocando el frío suelo mientras acaricio la nueva venda que cubre mi mano. Tratar de calmar tu enojo golpeando una pared no era una buena idea. Bueno, eso era lo que mi padre me había dicho.

Una inconsciente sonrisa aparece en mis labios en el momento en el que recuerdo a mis hijos. Dios, ellos dos podían poner de cabeza mi día con su sola presencia. Y después de haberlos llevado a tomar helado, una parte de mi se sentía... llena de alegría y brillando.

Era tan extraño.

No hace mucho tiempo, había comenzado a sentirme mentalmente acabado. Después de que ella desapareciera - había sentido todas mis emociones morir. Pero ahora los niños habían aparecido en mi vida con un milagro, podía sentir una parte de mí... sonreír.

Era tan loco.

Como sea, otra parte de mí todavía seguía con dolor, pero no era uno del tipo mental, era más emocionalmente. Mis emociones se estaban volviendo locas con su presencia. Aunque ella lo supiera o no, aún tenía un poder sobre mí. Pero aún así, nunca se lo diría. No quería que ella supiera que ya la había perdonado.

Porque, la verdad sea dicha, no lo había hecho.

Suspiro, arreglando la venda. Había sido algo bueno que supiera usar mi mano derecha de la misma manera que la izquierda. De lo contrario, habría sido difícil vendarme. Lamo mis labios al pensar en ella.

No importaba lo mucho que intentara evitar pensar en Lea, ella seguía apareciendo en mis pensamientos. Seguía en shock por su repentina aparición. Pero no podía evitar pensar en su hermoso rostro.

Ella seguía igual de hermosa y realmente, seguía siendo la misma persona de siempre. Mi mente vuela de nuevo a la conversación que habíamos tenido en el parque.

Caminábamos junto al otro, con una pequeña distancia separando nuestros cuerpos. Sonrío, mirando a los dos niños correr hacia los columpios, dejando de lado sus helados. Ambos caminamos en silencio hasta una banca vacía, dejando varias pulgadas de distancia entre ambos.

Todo era silencioso, lo único que se escuchaba eran las risas de nuestros niños mientras jugaban emocionados.

—Gracias– escucho un pequeño susurro. Arqueo una de mis cejas y miro a Lea, solo por un milisegundo.

»—Gracias por sacarnos a pasear. Y por haber pagado allá, realmente no tenías que hacerlo. Y prometo que voy a pagarte cuando lleguemos de nuevo a casa– murmura. Dejo salir una risa divertida. Ella se detiene, mirando a su regazo y mordiendo su labio inferior.

—Esta bien– aclaro mi garganta. —Y no tienes que devolverme ningún dinero. Ellos también son mis hijos– le digo, mis ojos llendo a los dos pequeños.