capítulo veinticuatro

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[ Lea ]

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A la mañana siguiente, mis pensamientos eran una locura. Cuando desperté, encontré a los gemelos a mi lado, profundamente dormidos. Había soltado un suspiro de alivio, ya que me había olvidado de ellos la noche anterior. Hablando de eso... Seguía sintiendo como si estuviera en una nube.

Flotando.

Desde el suave rose de sus labios, hasta las deliciosas caricias de sus dedos.

Fue mágico.

Un sentimiento sensacional. Lo había extrañado tanto. Pero ni siquiera lo sabía. Hasta la noche pasada.

Pero había algo que estaba mal con lo que pasó. Justin y yo finalmente habíamos cotizado los límites. Yo, ambos habíamos olvidado por completo que él estaba casado. Con Janice.

El demonio.

Aunque una gran parte de mí disfrutó mucho de lo que había pasado, había otra pequeña parte que se estaba arrepintiendo. Una vez, Justin había sido mío. Él realmente era mi mundo, el amor de mi vida - pero lo había dejado ir, y la única culpable era ella.

Janice me había amenazado con que si no me separaba de Justin, ella se encargaría de hacer de mi vida un infierno. Y, aunque no debí de haberle prestado ningún tipo de atención, sabía que ella era bastante capaz de cumplir con su palabra. Ella quería a Justin, era una ambiciosa por su amor.

No me iba a separar de Justin tan fácil, de hecho, me había negado. Pero entonces ella me hizo ver algo que cambió todo.

—Él nunca te amará.

Y, a este día, cada vez que lo miraba, esas palabras llegaban a mi mente.

Pero esa no era la razón por la que me arrepentía de lo que había pasado con Justin. No, era Janice. Si ella fue capaz de hacer algo como lo que hizo hace cinco años, no quería imaginar lo que sería capaz de hacer ahora. Solo si ella llegara a enterrarse, cosa que esperaba que nunca hiciera.

Mientras yo estaba bastante ocupada con esos pensamientos, los gemelos despertaron y me dieron un abrazo, diciendo que su intención no era hacerme enojar con la fiesta. Se disculparon por haber planeado la fiesta con Justin, y que no querían hacerme sentir mal.

Poco ellos sabían de los feliz que había sido.

Y creo que los sorprendí cuando les respondí con besos y un gran abrazo de oso.

—Muchas gracias a los dos. No me hicieron sentir mal, solo me hicieron muy feliz.

Les había dicho con honestidad.

Este fue cumpleaños... Sería uno que jamás podría olvidar.

Y aquí estaba ahora, mirando a los gemelos jugar en una consola que Justin les había comprado hacia un par de semanas. Mi corazón se aceleraba cada vez que recordaba lo ocurrido. Esta era mi tercera semana aquí, solo nos queda a una.

Bound [ spanish version ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora