capítulo treinta y uno

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[ Justin ]

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[ Justin ]

—¿Estamos listos para irnos?

—Sí– los tres responden en coro. Todos sonaban cansados.

—Entonces ya nos vamos– murmuro en voz baja, poniendo el auto en marcha. Pasa una mano por mi cabello y la otra sigue fija en el volante.

Eran las 8:40 AM del primer día de escuela de los gemelos. Y también el primer día en el nuevo trabajo de Lea. Me había ofrecido a llevarlos ya que estaba de camino a la oficina. Además todos lucían nerviosos y no parecía que estuvieran listos.

Era lo menos que podía hacer.

—De nuevo, gracias por hacer esto– la suave voz de Lea entra por mis oídos. Giro mi cabeza para verla, un inusual sentimiento apareciendo en mi estómago.

—No es ningún problema– le digo, bostezando después. Honestamente, podía decir que me sentía de la misma manera en la que ellos lo hacían. No había descansado bien durante la noche. Janice se encontraba jugando con mi último nervio, tomando el papel de la víctima al decir que no habíamos estado pasando mucho tiempo juntos.

No había descansado nada, sus palabras me habían molestado tanto que había tomado mi almohada y me había ido al sillón que había en nuestra habitación. Eventualmente, ella se cansó y dejó de hablar. Pero después de eso mi mente no se pudo apagar tan fácil.

Sus argumentos y puntos no se alejaban mucho de una persona. Lea. Había peleado tanto sin decir nada más que Lea había vuelto a mi vida para alejarme de ella.

Ignoré todo lo que dijo. Estaba cansado de Janice. De la manera en la que actuaba. Estaba jugando con lo último que quedaba de mi paciencia. Era sólo cuestión de tiempo para que explotara.

Había llegado un momento en el que pensé en la persona que tenía el poder para calmarme y alterarme. La mujer que estaba a sólo centímetros de mí en el asiento del copiloto. La madre de mis hijos. El... el amor de mi vida.

Pero, ella no era mía.

Y el agujero en mi corazón le pertenecía a ella.
Mis ojos me traicionan y se dirigen a ella. Era hermosa, su corto y ondulado cabello le llegaba un poco bajo los hombros, sus ojos azules estaban fijos en la pantalla de su teléfono y sus cejas fruncidas con concentración. Pequeños aretes adornando sus oídos, dándole un aspecto angelical.

Hubo un pinchazo de dolor en mi estómago. El dolor y la traición que había sentido hacia ella después de que se fue, había desaparecido. Y lo hacía más con cada día que pasaba. Había escuchado sus razones, sus explicaciones - pero una parte de mí creía que había más debajo de eso.

Una parte de mí se sentía frustrado y enojado - ¿por qué ella mantenía la verdadera razón en secreto? ¿Y por qué se veía tan insegura y... asustada de compartirla?

Bound [ spanish version ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora