capítulo quince

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No puede evitar la sonrisa que apareció en mi rostro. No podía recordar la última vez que había sonreído de esta manera. Tal vez haya sido cuando los gemelos dijeron su primera palabra. Recuerdo que reí con mucha felicidad ese día. Porque tenía una razón.

Pero hoy había despertado con una sonrisa en mis labios. Mi mente no podía olvidar lo que había ocurrido la noche pasada. Yo... Yo lo había abrazado y él no se había alejado. No me apartó de él... Me había sostenido entre sus brazos. Un pequeño sonrojo se apoderó de mis mejillas y la sonrisa se hizo más grande.

Fue cuando nos separamos que me di cuenta de un brillo distinto que había en sus ojos. Pero supongo que solo lo imaginé. Me dió una pequeña sonrisa, justo antes de entrar a la casa. Me había quedado un par de minutos más fuera, con una sonrisa en mi rostro, para después seguirlo dentro, asegurándome de cerrar la puerta.

Estaba agradecida de que los gemelos siguieran profundamente dormidos, porque creía que ellos también se habían dado cuenta de la tensión que había entre Justin y yo. Supongo que era cuestión de suerte que no hubieran pensando demasiado en eso. Ellos solo vieron mis lágrimas y trataron de hacerme sentir mejor con abrazos.

También me sentía agradecida de que Justin hubiera decidido acabar con esta cosa de la custodia. Porque si él no lo hacía, tal vez volviera a tomar mis cosas y desaparecer de nuevo.

Como había dicho, no habría nada en la tierra que pudiera separarme de mis hijos.

Suspiro, mirando mi reflejo en el espejo. Los niños ya estaban escaleras abajo. Los había bañado y vestido, antes de que bajaran. Supongo que podría igualar su humor, ya que no tenía que preocuparme más acerca de perderlos.

Eso me hacía feliz.

Miro mi apariencia, asegurándome que mi cabello lucía bien. Lo había peinado en una cola de caballo. Estaba vestida con una blusa azul y jeans. Mis pies cubiertos por unos zapatitos blancos que me encantaban.

Me doy a mí misma un pequeño asentimiento, antes de salir de la habitación y dirigirme escaleras abajo. Eran cerca de las dos de la tarde. Me había saltado el desayuno porque no tenía mucha hambre. Pero ahora mi estómago estaba gruñendo como loco, recordándome que ya no podía hacerlo esperar más.

Hago mi camino hasta la cocina, pasando junto a la sala de estar y escuchando voces distantes. Escucho la risa de Sophia y eso me hace sonreír.

Los niños están muy felices aquí.

Entro en la cocina y me encuentro con la sirvienta de aspecto mexicano, quien estaba ocupado limpiando algo en el piso.

Como si hubiera sentido mi presencia, levanta su cabeza rápidamente y me mira con algo parecido al miedo. Le doy una pequeña sonrisa.

Bound [ spanish version ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora