Bound [ spanish version ]

capítulo veintidós

[ Justin ]

Entro en el comedor. Soy bienvenido con la imagen de las tres personas a las que tanto amaba, sentados alrededor de la mesa. Mis ojos vuelan de inmediato a ella, observando como ella sonreía con diversión por algo que Drew había dicho.

Mi corazón se acelera al haber visto esa sonrisa después de tanto tiempo. Pero eso se detiene cuando recuerdo la situación en la que estábamos. Habían pasado un par de días desde que me había entrometido en la conversación que ella estaba teniendo con Janice, sobre mí.

Por lo que había oído, Lea estaba hablando de mí de una manera dura. Ella estaba usando palabras muy duras para describirme.

Frío, sin corazón, vicioso.

Una parte de mí estaba enojada con ella por haberme descrito de esa manera.

Otra parte de mí estaba enojado conmigo mismo, por haber sobreactuado las cosas. Pero el daño ya estaba hecho. Habíamos empezado a construir una nueva amistad, pero de nuevo éramos como dos desconocidos. Nuestra relación había cambiado de manera muy drástica.

Estábamos de vuelta al principio.

Soy sacado de mis pensamientos cuando escucho a Sophia y Drew llamarme. Les doy una pequeña sonrisa, evitando mirar a Lea. No tengo idea de la manera en la que reaccionaria.

—Hola, campeón, princesa– sonrío, tomando asiento en la silla vacía que había junto a Drew. Me había dado cuenta de que Sophia estaba bastante apegada a Lea. Pero supongo que solo era algo que los niños como Drew hacían. Mientras íbamos creciendo, tratabamos de hacernos más independientes. Aunque amaramos con locura a nuestras madres.

Paso una mano sobre su cabello. Protesta mientras intenta alejar mi mano. Ambos reímos.

—¿Vas a quedarte en casa hoy, papá?– pregunta con un tono lleno de esperanza y desesperación. Asiento, apretando mi mandíbula cuando siento sus ojos sobre mí. Un siseo de felicidad sale de los labios de Drew. Río, mirando ahora a Sophia.

Ella me da una sonrisa, antes de llevar su mirada a su plato, con lo que parece ser pasta. La imagen hace que mi estómago ruja, y no lo pienso dos veces antes de alcanzar el bol con pasta que hay en el centro de la mesa.

Pero en el momento en el que lo hago, siento sus manos sobre las mías. Frunzo el ceño, encontrándome con los ojos de Lea. Un sonrojo cubre sus mejillas y no pasa un segundo cuando aleja sus manos, aclarando su garganta con incomodidad.

Mi corazón se detiene un poco y sigo con mi tarea. Vierto la pasta en el plato y mi boca se hace agua. Ya sabía quién la había cocinado. Una inconsciente sobre aparece en mis labios. Definitivamente extrañaba la manera en la que ella cocinaba.

Sin perder el tiempo, tomo el tenedor y comienzo a comer. Un gemido quiere salir de mis labios pero me abstengo, no queriendo enseñarles malos modales a los niños.