¿Mi culpa?

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(Narra Arami)

El abuelo es muy divertido y amable, llevamos un par de horas hablando y conociéndonos.

Dep dip. Llegó un mensaje a mi celular.

- Discúlpeme - saque mi celular y prendi la pantalla.

Era un mensaje de mi madre:

Si tienes tiempo, ¿puedes venir a verme?

Anexo a este mensaje envío un número de habitación.

Respondí el mensaje con un claro, iré en seguida y una carita feliz.

- Creo que ya tengo que irme - dije mientras le sonreía.

- No te preocupes, me dio mucho gusto que aceptarás venir a verme, eres bienvenida cuando desees - el abuelo ya lucia mucho más animado.

- Gracias - me puse de pie y me incline hacia él.

Me dirigí a la puerta y salí de su oficina.

La secretaria seguía en su lugar, revisando algunos papeles de su escritorio y viendo la computadora en tiempos demasiado cortos.

- Hasta luego - me despedí mientras pasaba frente a su escritorio.

Ella dejó de hacer lo que estaba haciendo y me respondió con una sonrisa.

Continue mi camino hacia el ascensor. Pensé en ir a ver a papá primero, revise el reloj, 1:30, probablemente ya haya ido por mis hermanos. Mañana podría hablar con él mientras Fushimi está con mamá.

Entre al ascensor y presione el botón correspondiente al piso del número de habitación que me envió mi madre. Ese piso lo asignaron especialmente a los casos especiales de los supervivientes de SAO, los que aún no pueden salir del hospital por diferentes razones.

El ascensor indico la llegada al piso y en cuanto las puertas se abrieron sali de este. Busque el número de habitación y entre a esta. La mayoría de las habitaciones son individuales, muy pocas son compartidas.

La habitación estaba vacía. Que extraño. Me acerque a la ventana y mire el cielo, parecía estar nublado.

- ¡CORRAN! - comencé a escuchar gritos de personas que pasaban corriendo frente a la habitación.

Por curiosidad tome el expediente del paciente que colgaba en la parte delantera de la cama.

Yoshimura Doki
17 años
Sobreviviente de SAO con riesgo de suicidio.

En ese momento por mi mente pasaron todas aquellas personas que se suicidaron dentro del juego por miedo. Nunca llegue a conocer a alguno de esos jugadores, pero al principio era la causa de muerte más común dentro del juego.

Regresé el expediente a su lugar y salí de la habitación. Ahora que lo pienso es raro que la puerta esté abierta. Enfermeras corrían de un lado a otro.

- ¿Que sucede? - detuve a una de aquellas enfermeras.

- La doctora Izumi está en el techo intentando hablar con el paciente de esta habitación, intenta suicidarse y no podemos comunicarnos con su familia - me respondió apresurada.

- ¿Suicidarse?

En ese momento corrí rápido hacia las escaleras, ese chico debió sufrir bastante dentro del juego, pero aún puede haber razones para seguir viviendo, tal vez solo necesita que alguien se lo haga ver.

Llegue a la azotea después de unos minutos de correr. La puerta estaba abierta.

Mamá estaba lejos de aquel muchacho con un par de enfermeras. Las tres le gritaban que no lo hicieran. Pase por la puerta, comenzaban a caer gotas de lluvia del cielo.

¿Por qué me preocupo por este muchacho?... Tal ver porque estuvo encerrado en el mismo mundo que yo por dos años.

Me acerque lentamente e intente recordar el nombre que estaba escrito en el expediente.

- ¡DOKI! - dije en cuanto pude recordarlo.

Cada vez caían más gotas de lluvia.

El muchacho me escuchó y volteó a verme. Vestía con una bata azul de hospital, en su rostro note algunas gotas de lluvia y sus ojos negros reflejaban una tristeza infinita. Su cabello negro cubría su frente. Tenía una tez pálida, casi translúcida.

Me acerque aún más hasta llegar a donde se encontraba mi madre y aquellas enfermeras. Por un momento hubo un silencio. Seguí caminando hacia él.

- ¡ALÉJATE! - gritó aquel muchacho con desesperación.

Deje de caminar y lo mire, él tenía la cabeza agachada.

- Hablemos - dije con voz suave mientras continuaba caminando hacia él.

- ¿Para que? No me entenderás.

- ¿Cómo voy a entenderte si no se que sucede?

- Entonces deberías irte - me miró con odio. - Se quién eres y se lo que hacías.

Que dijera eso me sorprendió bastante, debió haber sido de las personas que estuvieron presentes en mi combate con Fushimi.

Corrí hacía donde estaba él, volteó la mirada hace abajo y poco a poco comenzó a desprender su mano del barandal.

- Espera - le pedí. - Por favor, no lo hagas... Desahógate conmigo... No tienes que hacer esto... - tome su mano haciendo que se volviera a sujetar al barandal.

- Tu lo mataste - dijo entre dientes con lágrimas en los ojos.

- Lo siento - no sabía que más decir, probablemente se refería a un PK.

- ¡ÉL NUNCA MATÓ A NADIE!... Solo... ¡SOLO ESTABA CON ELLOS PARA TRAER DINERO Y PODER ALIMENTARNOS!

Comencé a sentirme terrible. Mi padre y mis hermanos pasaron por la puerta de las escaleras y miraron la escena sorprendidos. Ni mi madre ni las enfermeras dijeron nada, solo miraron atentamente.

- ¿Crees que así volverá?

- Se que disculpándome no volverá - dije apenas en un susurro - sé que todos los que mate no volverán.

Cerré los ojos y en mi mente apareció la imagen de Eder, aún con una sonrisa en su rostro. Las gotas de lluvia comenzaron a escurrir por mi cabello y lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

- Pero crees que has sido el único que perdió a alguien - por alguna razón me sentía molesta - ¡¿CREES QUE HACIENDO ESTO SOLUCIONARÁS ALGO?!

El chico me miró aún con odio, estaba muy enojado conmigo, podía comprenderlo, en algunas ocasiones yo llegaba a odiarme también, después de todo, aunque asesinamos jugadores para cuidar a otros jugadores, cometimos asesinato.

El chico me aventó y logro hacer que lo soltará, por suerte no decidió aventarse, paso sobre el barandal y me miró, luego se aventó sobre mi haciendo que cayera al suelo y él quedara sobre mi.

Noté que los espectadores comenzaban a acercarse dudosos hacia nosotros.

- ¡NO SE ACERQUEN! - les pedí.

Uno a uno comencé a sentir los puños de aquel chico en mi cara.

Comenzó a llorar con más fuerza, la velocidad y fuerza de sus golpes disminuyó. Levanté mi mano y tome su rostro haciendo que viera el mío.

- Sí tú odio hacia mi te hace seguir con vida entonces ódiame con todas tus fuerzas.

El chico comenzó a llorar con más fuerza, comenzó a gritar y bajo su cabeza posandola en mi cuello. Yo solo cerré mis ojos, mis lágrimas seguían saliendo.

Un enfermero llegó a la escena, levantó al muchacho y lo ayudo a caminar. Yo cubrí mis ojos con mi antebrazo. Sentía gotas de lluvia caer sobre mi. ¿Ahora que les diré? Por mi culpa ese muchacho pensó en quitarse la vida...

DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora