Continuación de: Otra historia (SAO)
Varios jugadores de SAO lograron regresar sin ninguna dificultad al otro lado, pero... Otros no despertaron por razones desconocidas.
Confusión, felicidad, angustia, preocupación, encuentros, remordimiento, amor...
El abuelo se puso de pie despacio y se colocó enfrente del ventanal, parecía que veía a través de aquellas cortinas blancas casi transparentes.
Me puse de pie y observé por un momento las cosas que estaban en su escritorio. Había dos retratos, uno era de mi familia, estábamos papá, mamá, Akimi, Nagare y yo, esa foto debió ser una de las que tomamos antes de que desapareciera Nagare. La otra era de una chica.
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Se parecía bastante a mi. Hasta el color de su cabello era parecido al mío, solo que los colores estaban invertidos, era más rosa con algunos mechones blancos y sus dos ojos eran azules.
- ¿Ella es la abuela? - dije mientras tomaba el retrato.
- Sí - contestó apenas audible, note que sus ojos comenzaron a cristalizarse. - Es una foto de cuando era joven, cuando comenzamos a salir. - Regreso al escritorio y abrió uno de los cajones. Saco una foto y me la entrego.
En esta foto estaba una mujer de cabello blanco atado por detrás por un chongo con pocas arrugar, ojos azules que brillaban de alegría y una cálida sonrisa.
- Cuando tu padre decidió irse de la casa ella se puso muy triste. - Comenzó - Todo fue mi culpa.
Papá solo había mencionado que el abuelo no lo dejo estudiar programación, era evidente que desde antes habían tenido problemas, ya que ese departamento lo había compartido con Kayaba desde la preparatoria.
- Nunca deje que fuera feliz con nosotros, siempre quise controlarlo, incluso después de que se fue - el abuelo comenzó a ponerse bastante triste.
Regreso al enorme ventanal y miró hacia afuera.
- Cuando llegó muy emocionado diciendo que por fin sabía que quería estudiar se lo impedí y lo obligue a estudiar medicina... Aunque él no quería eso se esforzó y logró ser feliz.
- Todos cometemos errores - me acerque a él y tome la manga de su camisa - y por eso merecemos oportunidades.
Ahora podía entender por qué mi padre no era muy estricto y nos da nuestro espacio.
- ¿Crees que podrá perdonarme?
- No puedo asegurar nada, eso depende de papá - su mirada aún parecía triste - pero puedo intentar hablar con él, se que me escuchará - le sonreí.
- Eres una buena chica - acarició mi cabello y sonrió por fin. A diferencia de las otras sonrisas está fue una enorme, de oreja a oreja, y parecía sincera. - Puedes venir a verme cuando quieras - dijo aún sonriéndome.
- Gracias - de verdad parecía ser una persona agradable y amable.
- Por cierto - dijo mientras regresaba a su escritorio - ¿Te gustó el auto?
- Se ve muy bien, gracias. Aunque no he tenido la oportunidad de usarlo - lleve mi mano derecha detrás de mí nuca y reí un poco.