Volviendo

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Me llamo Lola, pero en mi infancia solían llamarme "Lalo" aunque nunca entendí la razón del por qué. Hasta que mi hermano me dijo "Lalo= La loca" y todo se fue al carajo. 

Cuando cumplí siete, mi madre se fue a cumplir su sueño de modelo profesional, desde entonces no la he visto o comunicado con ella. Solo mi padre y mi hermano mayor. Sumando todos los cinco amigos de él y los dos mejores amigos de mi hermano. ¿Ser mujer en medio de gorilas? Lo veo muy difícil. 

Pantalones en vez de faldas, gorras en vez de cepillos para el cabello, camisetas en vez de vestidos y zapatillas deportivas en vez de tacones, y por supuesto; un balón en vez de maquillaje. Y una persona normal podrá pensar, "Ser deportista no me quitará lo femenino" bueno querida amiga, vive con el capitán de fútbol y sus secuaces, intenta preguntarle a mi padre sobre ser una mujer y te dirá que una brocha para los ojos es un cepillo de dientes, o peor. Una mini escoba para tus muñecas. A veces una chica necesita de su madre, pero en cambio, tengo a 12 hombres que me aman y han cuidado de mí todo el tiempo. 

¿Cuál fue el regalo de cumpleaños de mi tía y mis primas? Pues ir a visitarlas durante el verano.

Bajé del avión, por fin de vuelta a casa. Busqué mi maleta y caminé hacia la salida esperando ver a mi padre ahí. Cuando mis pies se detuvieron frente a toda la multitud que esperaba por los recién llegados, pude observar un cartel que sobresalía. 

LALO 

De inmediato supe que era a mí a quién esperaban, no dudé y corrí hacia el cartel. Viendo a mi hermano y a sus amigos, o como a mi me gustaba llamarles "Bobo 1 y Bobo 2"

Con un caluroso abrazo de oso peludo saludé a mi hermano y a sus secuaces. 

  —Disculpa, ¿quién eres?—pregunta Bobo 1,  Adrián

—Hola Bobo 1, me da gusto también volver a verte—digo con sarcasmo rodando mis ojos. Cuando salté a saludar a su hermano gemelo, Aaron, pude presenciar sus ojos de arriba a abajo en mí.   —¿y tú que ves?

—¿Eras una chica?—dice rascándose la nuca, le golpeo en el pecho riendo

—Soy la misma chicos—digo dando un pequeño salto en mi lugar al mismo tiempo que encogía mis hombros. 

—Sí, tal vez, agregando los pechos, el trasero, la cintura, el maquillaje, el cabello y oh sí, que traes un short y una blusa a cuerpo—me regaña Adrián 

  —Hey, ¡estás hablando de mi hermana menor!—lo golpea mi hermano Justin —tenía miedo de que esas arpías te convirtieran en una de ellas —dice mientras me abraza

  —Eso jamás ocurrirá, ya saben que no me sacarán del equipo tan fácil—digo dándole un codazo y caminando con mis maletas—¿dónde está papá?

—Bueno, ha tenido un caso urgente entonces te verá hasta la cena—no sabía para donde íbamos hasta que nos detuvimos frente una hermosa camioneta

—¿Es tuya?—pregunto boquiabierta, mi hermano finge tener  un público que le aplaude y hace una reverencia

  —Me la he comprado mientras no estabas, verás este chico de aquí consiguió un trabajo de medio tiempo—lo felicito con una palmada en la espalda y me subo al auto.  Era obvio que era de segunda mano y le faltaba una mano de pintura, pero me contentaba con el sueño cumplido de mi hermano. La buena noticia es que ya no tendré que caminar al colegio y que no seré yo la que vaya por las compras. 

Cuando llegamos a casa saludé a mi perro y salté en mi lugar cuando encendí las luces y gritaron "Bienvenida" mi padre y sus amigos. 

Saludé a todos y a cada uno de ellos, me encontraba bastante emocionada por comenzar mi primer año en secundaria, por fin cumplí mis dieciséis años. 

  —Haz cambiado bastante—dice mi padre mientras me da un plato con pastel. Niego con una sonrisa y veo a mi hermano cantar un gol con sus amigos. Corro saltándome el sofá y me siento en el medio

—¡No saben lo que he extrañado el fútbol!—digo metiendo un gran bocado en mi boca. 

Seguí festejando el partido con ellos cuando alguien llamó a la puerta. 

—¡Rifado!—grita mi hermano, seguido de los gemelos. 

—¡No es justo! Yo debería de ser la que se quede sentada—refunfuño y camino a abrir la puerta. Cuando la persona detrás de ella me sonríe incómoda

—Juro que esta era la casa—una morena me veía nerviosa

—Definitivamente esto es una casa, ¿a quién buscas?—digo con sarcasmo. ¿Mujeres en esta casa? Eso jamás ha ocurrido en mucho tiempo. Eliminando mi existencia claro está. 

—¡Gabriela!— dice mi hermano por detrás, abriendo por completo la puerta. Odiaba ser un gnomo a su lado. 

  —¡Justin!—su rostro se ilumina al ver a mi hermano y lo intenta abrazar, pero mi cuerpo bloqueaba el paso. Ahora sí que es incómodo. ¡Merezco una explicación!

—Oh... cierto... Hum...—el ambiente se sentía tenso, tanto que lo podías cortar con una hoja de papel—Lalo, ella es Gabriela... ella es mi hermana, Lola—dice señalando a cada una. La sonrisa desvaneció un poco en el rostro de la morena cuando mi hermano la presentó sin un título. Pero por mí mejor. 

Sin moverme, vi como mi hermano la dejaba pasar. Lanzándome una mirada asesina al ver que no ponía de mi parte para ayudarlo con esta chica.  

El resto de la tarde, pasé en silencio viendo sin disimulo a la intrusa en mi casa.

Cuando mi madre se marchó, sabía que todo cambiaría y que entre mi hermano y yo saldríamos adelante. No eran celos, tal vez estaba decepcionada de que no me contara nada al respecto de esta nueva chica, además de que mi hermano suele ser bastante mujeriego. Nos contamos casi todo, tenemos ciertas reglas para mantener la mente saludable y evitar traumas pero ¿ella? pudo haberme comentado algo. 

  —Hola, ¿puedo sentarme?—levanté mi mirada hacia Aaron que venía a sentarse conmigo al columpio del jardín.—hace frío

—¿Entonces? ¿Qué tan serio están esos dos?—pregunto con mi mirada perdida en la oscuridad de la tarde. 

—Pues.... bastante seria va la cosa—ruedo mis ojos y sigo concentrándome en la nada

—Pudo haber dicho algo al respecto—me quejo, pero él suspira en respuesta

—Al principio no era nada serio, tal vez por eso no te dijo nada... pero la chica no se ha querido acostar con él, creo que por su religión debe permanecer virgen hasta matrimonio, en fin... tu hermano se volvió loco y la comenzó a conquistar... fue bastante chistoso en realidad—sus palabras entraban y salían, pero ninguna se quedaba en mi cabeza. No era interesante—¿lista para entrar mañana con nosotros?

—No sabes lo que he esperado este momento—digo un poco ansiosa—aunque solo estaremos dos años juntos y luego ustedes me abandonarán, tú te irás a una universidad con tu hermano y mi hermano recibirá el negocio de mi padre y se irá a una universidad completamente distinta—Aaron permanece un rato en silencio y luego me regala una sonrisa

—Pasaste un verano completo sin nosotros y mira que nada ha cambiado, además de que podrás visitarnos y nosotros a ti. Pero Lalo, no pienses tanto en eso que faltan dos años—apoyé mi cabeza sobre su hombro y cerré mis ojos. 

Claro... dos años... largos y raros años.

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¡HOLA! Espero que te haya gustado este primer capítulo, no olvides dejarme tu hermosa y sensual estrellita y seguir leyendo, ¡gracias por leer! 

XOXO~

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora