Las Pruebas

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Al día siguiente, una sonrisa en el rostro de Ana nos recibió a todos y en sus manos un montón de impresiones del anuncio reposaban. No pude dormir en ningún momento de la emoción y la adrenalina que corría por mis venas. 

  —Será mejor esperar a que todos vayan a sus clases—sugiere Gabriela, Adrián asiente y Aaron sigue con su charla junto a mi hermano. Pero mis ojos estaban enfocados en el papel entre mis dedos. 

Esperé junto a los chicos en el auto. Ana dijo que se quería quedar pero debía irse por un examen. Gabriela no podía llegar tarde a clases, pues al ser parte del comité debía ser estricta en cuanto a su imagen, conducta y reputación.

Cuando entramos a los vacíos pasillos mi hermano lanzó su puñado de hojas, fingiendo estar en un video musical mientras que Adrián lo filmaba con una cámara invisible que consistía de sus dedos. 

Comencé a colocar todos los anuncios junto con Aaron, hasta que todos los casilleros, paredes y pizarrones quedaron con el mensaje.

Me despedí de ellos y entré a clases, la gente me miró hasta que tomé asiento. 

No podía esperar ni un solo segundo más para ver las reacciones de los alumnos. ¿Qué harían? 

Cuando salimos al recreo, todos tenían en sus manos nuestro anuncio, pero también los basureros. 

Me encontré con Ana en el pasillo y me llevó hasta una de las listas. Cinco chicas inscritas. 

Mi hermano se detuvo de golpe frente a mí. 

 

  —¡Por fin te encuentro! Mira estas tres listas—dice mostrando tres papeles, todas llenas con firmas, si seguía así podría tener de mucho para escoger en las pruebas de hoy.  

En el transcurso del día no pude prestar atención por mis nervios. ¿Qué les pediría que hicieran?

Mi hermano me envió un mensaje de texto diciendo que logró conseguir los balones para mis pruebas. Le demostraría a todos esos que dicen que las mujeres no sirven para los deportes lo mucho que se equivocan. 

Cuando se dio la salida a clases (por fin) salí corriendo al campus para alistar todo. Mi hermano me esperaba allí, mejor dicho... me esperaba mientras coqueteaba con la morena. Ana y los gemelos caminaban a lo lejos con un montón de cosas. 

  —¿Qué carajos traen puesto?—pregunto al ver a los gemelos, Ana se encoge de hombros

—Dijiste que nosotros animaríamos, entonces nos robamos dos uniformes de las porristas y nos lo hemos puesto—comienza Adrián

—¿Sabes lo incómodo que es llevar estas faldas?—gruñe su hermano mientras camina a la mesa donde el jurado se sentaría. 

Cuando todos nos pusimos en nuestras posiciones, vi a un grupo de unas veinte chicas o más llegar buscándonos. 

—¡Bienvenidas!—digo con una sonrisa—si tienen su uniforme de deporte vayan a cambiarse, si no lo tienen mi hermano tiene alguna ropa que les puede funcionar—digo señalando a mi hermano. Ellas asienten y se dispersan, unas van directo a los vestidores y otras directo a donde mi hermano y Gabriela que comienzan a repartir la ropa. 

Estiré mi cuerpo para calentar y no sufrir de alguna lesión mientras las esperaba. Por fin era el momento de formar mi equipo.  

Cuando todas volvieron y corrieron un rato les pasé un balón a cada una. 

  —¿Alguna de ustedes tiene experiencia con el fútbol?—pregunta Ana, en total eran 25, y solo cuatro levantaron la mano. 

—Yo suelo jugar como portera—anuncia una—no soy muy buena con los pies, pero soy buena atajando—asiento y le digo que se levante del suelo para separarla del grupo 

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora