Iceberglandia

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  —¡Ouch, ouch ouch!—chilló mientras le sanaba la ceja que estaba partida en dos

—¡Cállate que tienes menos sangre que un tampón!—le golpeé la frente haciendo que se quejara mientras arrugaba la cara en desagrado

—Aparta—me empujó en intentó salir corriendo pero le hice una zancadilla con mi pie haciendo que cayera de narices. 

Después de pelear como perro y gato terminé de curarle la herida que su hermano le había causado. Además de hacer toda clase de favores, como limpiarle TODOS LOS MALDITOS ZAPATOS DE SU ARMARIO. Y no fue porque estuvieran sucios, sino porque se quería divertir. 

—¿Qué quieres comer de cena?—preguntó viendo el menú que su sirvienta (no yo, la real) le había dejado

—Hamburguesas—dije muy segura, él negó con la cabeza. 

Nos sentamos en la mesa ante el banquete, éramos solo nosotros dos pues Max sabrá Judas donde estaba y según Charlie, Luke estaba trabajando en su habitación. 

—Hola amo—volteé mi mirada hacia la puerta donde la mujer que nos atendía estaba saludando a alguien como si fuera ella un perro. 

—Si dices que yo soy un iceberg prepárate para la Antártida—susurró en mi oído tomándome desprevenida, fruncí el ceño confundida y asustada para luego ver a la razón. 

Un hombre extremadamente similar a los tres hermanos caminaba con un mejor traje que el de Luke, tenía unas cuántas canas en su peluquera y unos anteojos ocultando unas cuantas arrugas en sus ojos, pero se veía bastante joven a decir verdad. Sus labios eran una línea recta y su nariz era perfilada. No había bigote o barba, sus ojos grises eran como los tres hermanos y su energía podría asustar a un dinosaurio. Joder que tenso está el ambiente. 

—¿Y esta quién es?—dijo haciendo énfasis en la palabra "esta" 

—No es como que te importe—respondió del mismo tono el chimpancé que tengo al lado.  

  —No es la manera de hablarle a tu padre después de un largo viaje de negocios. No dejaré que me faltes el respeto frente a una tablucha como la que tienes al lado—abrí mi boca indignada y crucé mis brazos ocultando mi pecho

—¿Eres así de imbécil las 24 horas del día? ¿O tomas un descanso para picar algo de comer?—dije levantándome para enfrentarlo

—Lola, no insultes a mi padre—me regañó Luke entrando a la sala de estar

—Pero si yo no lo insulto, solo lo describo—dije encogiéndome de hombros. 

—Además de intrusa una boca sucia y mal educada  —gruñó el hombre hacia Charlie

—Bueno, ¿quiere educación? Lo voy a insultar con tanta educación que no sabrás si llorar o aplaudirme—dije con una sonrisa altanera

—Pensé que no lo insultabas, solo lo describías—canturreó en un susurro Charlie, lo miré mal

—Cállate cara de limón podrido—le saqué la lengua

—No me digas que hacer vaca plana con dos picaduras de mosquito —comenzamos a pelear como perro y gato hasta que mi atención se fue a una mujer en especial

  —¡Uy! ¡Pero qué mujer tan fea!—dije al verla, ella borró su sonrisa de superioridad. Max que hasta ahora notaba su presencia, y Charlie comenzaron a partirse de la risa mientras que Luke sonreía satisfecho ante mi honestidad, incluso el señor Phillips pareció reírse un poco—déjeme decirle señora que usted es muy afortunada de que los espejos no hablen porque si lo hicieran se partirían de la risa al verte, osea ¿cómo? No hay posibilidad alguna de que estos—señalé a los tres hermanos—vinieran de ti, ninguna

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora