El día del juego llegó, llevaba horas preparándome para algo que no iba a suceder. Yo no jugaría contra mi equipo contrario el cual no quería que fuera mi rival. Pero en algún momento debía suceder; Jugar.
Al parecer habían llegado ayer al aeropuerto y dependiendo del resultado de hoy se quedarían o irían a casa. Era de esperar que nosotras llegáramos a las semifinales, el equipo trabajaba bastante duro, pero debía admitir que estaba impresionada de parte de mi instituto anterior el llegar tan lejos, pues a como estaba cuando me fui de casa era un desastre.
—¿Estás lista?—preguntó mi prima, asentí suspirando para seguir mi entrenamiento extra.
Después de ver como las chicas comenzaban a entrar miré a la capitana, me dio una mirada de superioridad.
Cuando anunciaron que el otro equipo comenzó a entrar mi boca cayó siete metros bajo tierra. Los uniformes habían cambiado, ¿en estos meses qué rayos les sucedió a estas chicas? Los uniformes eran de un azul chillón con un tacón de dibujo hecho con brillantina, de color rosa chillón. En él se encontraba el número de cada una, las chicas eran distintas. Ya no eran mis amigas. La única que quedaba allí era Ana, miré un poco más y divisé a mi hermano y a los gemelos detrás del equipo. Al parecer ellos eran los encargados de este equipo totalmente extraño.
—Lalo—susurró Ileana una vez que logró ver a su primo debajo de ese uniforme.
—Hola hermanita—dijo abrazándome, me tensé ante su tacto y lo empujé un poco, no sabía la verdadera razón pero sentía que las cosas habían cambiado tanto y que no estaban bien entre nosotros.
—¡Lalo!—gritaron los gemelos, pero al acercarse reprimieron su emoción y el ambiente se volvió incluso más incómodo.
Nos miramos por unos minutos cuando Ana se acercó a mí con una incómoda sonrisa
—¿Qué tal la vida Pearson?—dijo alejándome de todos, me encogí de hombros. Realmente no era como si todo estuviera en orden, pero estaba estable. Estaba disfrutando mi trabajo y mantenía altas calificaciones intentando reponer mi castigo. En cuanto a los Phillips me prometí a mí misma no seguir preguntando nada al respecto, no quería nada con ellos y no tendría nada con ellos. Incluso si Ileana quería hablar de Max me negaría a escuchar.
—Nada nuevo—respondí, miré a las jugadoras que no conocía
—Te entiendo, yo tampoco estoy muy a favor. Pero desde que tu hermano se volvió el entrenador y volvió con Gabriela todo ha sido muy distinto, no somos un equipo. Ahora todo es bajo las órdenes de la morena y debo admitir que son buenas, pero son unas perras—dijo bajando un poco la voz—y odio estos uniformes, me hacen ver gorda—dijo señalando la camiseta que a decir verdad estaba horripilante.
—Yo no seré capaz de jugar hoy—respondí, ella frunció el ceño y le conté mi historia en un pequeño resumen.
Comenzamos a calentar para continuar con el inicio de lo que sería una catástrofe. Las chicas me miraron tan mal como un lobo queriendo matar a un ratón pero yo no me dejaría intimidar, por supuesto que no.
El árbitro hizo sonar su silbato anunciando el inicio, en minutos las graderías estaba llena de personas vestidas con los colores del instituto para apoyarnos. No era tan gran festejo para nuestro equipo, pero al menos teníamos apoyo.
El partido comenzó, las chicas del equipo contrario eran feroces como bestias pero más afeminadas que quién sabrá qué. Cada vez que metían un gol hacían un saludo de victoria agitando sus perfectos cabellos. Dios, estamos en un deporte, ¿para qué necesitas tanto maquillaje y lucir perfecta?
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¡Corriendo en TACONES!
Random"Eres de otra galaxia" "Eres una chica" Si criarse rodeada de lobos es malo, imagina ser criada por todo menos mujeres. Convivir no solo con tu hermano mayor y sus mejores amigos, también con tu padre (el cual no sabe nada sobre mujeres) y sus her...