Una vaca o un fideo ¡Decídete!

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Durante el partido estaba tan desconcentrada como un perro intentando hacer pis pero luego se distrae con una rama del árbol del vecino. Por suerte me tenían en la banca, pues sabía que haría perder a cualquiera cercano a mi. 

  —Lola, ¡LOLA!—me caí de mi asiento ante el grito de la profesora, me levanté lo más rápido que pude y esperé a que continuara—cambias por Grace, ¡pero muévete para ayer!—gritó mientras aplaudía por si comenzaba a despertarme. 

Miré al público para divisar al peliblanco que comía palomitas junto a una morena de ojos claros. Ella se le veía muy cómoda entre sus brazos y yo aquí con un uniforme más grande que América y oliendo a baño de hombre por el sudor, ¿sudor de qué? Pues se me olvidó echarlo a lavar. 

Comencé a prestar atención al balón y jugué hasta llegar al marco, se la pasé a mi compañera quien hizo el gol. Todos parecieron celebrar excepto yo, me sentía desgastada como para festejar. 

Así seguimos jugando, pero cada vez me iba más para la mierda. A pesar de que estuviéramos ganando por mucho, la entrenadora no dejaba de gritarme, diciéndome que lo hiciera bien porque al parecer era un chimpancé corriendo con vestido en el césped. Era tan frustrante que no podía disfrutar del juego. 

—Bien hecho, te quiero a ti corriendo la milla—dijo señalándome molesta, asentí agotada y miré a mi prima quien saltaba de emoción ante nuestra victoria. 

No sé ni como ni cuando, pero terminé aceptando asistir a la fiesta de celebración. Mi prima me prestó uno de sus vestidos, me pregunté si era de su primer año de secundaria pues me quedaba más pequeño que un elefante usando un bikini. 

—No sé si usar esto...—dije incómoda. 

—Mira, usar tacones por una noche no te va a matar. Deja de quejarte y bailemos que la música se escucha desde el parque—dijo mientras tiraba de mi brazo para lo que era la pista de baile, la gente estaba estrujada en el salón y el patio bailando como si no hubiera un mañana, sabía que todos lamentaríamos asistir a una fiesta un lunes pero la vida continúa.—Iré por unos tragos princesa, no quemes la pista sin mi—dijo dándome una nalgada amistosa. A decir verdad mis penas se fueron con la música. Era obvio que no sabía bailar esto pero lo intentaba, no me importaba el resto pues mi mundo se puso en blanco, la música corría por mis venas y mi cuerpo se movía con el ritmo. 

Trago tras trago mi mente fue volviéndose cada vez más borrosa. Bailaba con mi prima o con otras personas, tomaba y cantaba para desahogarme lo más que pudiera. ¿Por qué dejaba que me afectara tanto?

Fui a la mesa con las bebidas y comencé a preparar la siguiente ronda. Una mano bajó mi vaso antes de que pudiera beber, fulminé con mi mirada a la persona que estaba interrumpiendo mi pacífica amistad con el alcohol—Te mueves como un fideo—dijo en burla

—¿Y tú que sabes mono?—gruñí ante la sonrisa de Max. 

—Cállense los dos—las manos de Charlie se posaron en nuestras caras para empujarnos, Ileana bailaba en el centro de la mesa con un chico de lentes, se le veía incómodo ante la atención de una porrista cuando al parecer no era de muchos amigos. Pero al parecer lo disfrutaba.—¿No es esa tu novia?

—Cállate chimpancé—gruñó su hermano—yo puedo conseguir a la chica que quiera

—Pero te estás muriendo de celos—canturreo viendo a mi prima moverse como una diosa. 

—Bailemos—no fue una pregunta, fue más una orden de parte de Charlie quien me arrastró hasta la pista de baile. Me encogí de hombros y comencé a bailar—que desastre, ¿qué baile es ese? ¿El de la gallina teniendo un paro cardíaco? Pareces un fideo vaca

—¡O una vaca o un fideo!, ¡no puedo ser ambos así que decídete!—él me tomó de la cintura para pegarme a su cuerpo, se movía despacio antes de tomar el verdadero ritmo 

—Siempre serás una vaca, ahora solo déjate llevar por la música—poco a poco perdía el control de mi cuerpo para dejarme llevar por la melodía, podía sentir la sonrisa de mi compañero mientras bailábamos como si no hubiera un mañana, mi espalda contra su pecho y sus manos firmes en mi cintura. Mis piernas ardían por el cansancio y mi vista era peor que la de un viejo sin sus anteojos. 

Poco a poco los que quedamos vivos éramos un pequeño grupo de siete personas, mi prima, Max, Charlie, una pareja que se besuqueaba en la esquina, dos chicos bebiendo junto a Max y yo. Quien seguía envuelta en los brazos del iceberg bailando una canción lenta, reíamos como idiotas por los malos chistes que me decía de su hermano. 

—Juguemos algo—se quejó mi prima, los seis nos acercamos a un círculo ignorando a la pareja que comenzaba a desnudarse, salimos al patio para dejarles la privacidad y me di cuenta de que mi prima alineaba unos cuantos vasos —yo propongo al shot pong 

—Creo que no se llama así—me rasqué la nuca ante el famoso juego donde debes tirar una pelota de ping pong, dependiendo del vaso que caiga el otro equipo debe tomar, si no logras meterlo entonces tú debes tomar. 

Los equipos eran simples, mi prima y yo, los hermanos y los amigos de Max. Estaba tan borracha que fallé la mayoría de los tragos, teniendo que tomar casi que toda la mesa de ping pong. Los primeros en perder fueron los amigos de Max. Quienes se retiraron al cabo de una hora pues tenían que volver a sus casas. Mientras tanto seguimos jugando hasta que nuestros cuerpos estaban al borde. 

  —Yo nunca he besado a nadie—dijo Charlie, haciendo que Ileana y Max se quitaran otra prenda, pronto ellos perderían. 

—¿Entonces eres virgen?—pregunté curiosa, él me miró con una sonrisa

—No es de tu incumbencia—respondió 

—Chimpancé aguafiestas...

—Vaca que baila como fideo...

—Cállate largartija—le saqué mi lengua en un puchero

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¡HOLAA! Gracias por leer, no olvides dejarme una hermosa y sensual estrellita, ¡BYEEE!

XOXO~

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora