Lo simple es complejo

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Cerré mis ojos sintiendo el viento golpear mi rostro, cada vez que conocía a una persona en el instituto era como si un mundo gris comenzaba a tener color, tal vez mis amistades eran superficiales y solo eran para vivir el momento. Tal vez extrañaba demasiado a los gemelos y a mi hermano, a mi papá... al peliblanco que disfrutaba de bailar. Cada vez que cruzaba los pasillos veía a una persona nueva para saludar, ya no era solamente un océano de desconocidos. Escuchaba mi nombre entre los alumnos, comenzaba a ser parte de esa inmensa multitud. Cada vez que veía a alguien con la cual había entablado una conversación me daba cuenta de como sobresalían de los demás. En especial el estúpido par de Icebergs. 

  —Tenemos que hablar—abrí mis ojos para dejar de poner mi rostro en la ventana abierta, miré sorprendida a Max quién se veía frustrado. 

—Tienes veinte minutos, antes de que nos llamen para ir al autobús—dije un poco más cortante de lo que esperaba, por supuesto mi frialdad jamás llegaría a superar la de los hermanos. Pero no buscaba una competencia. 

—Necesito alejarme de tu prima—dijo sin rodeos, fruncí mi ceño cruzando los brazos sobre mi pecho.

—¿No tienes un contrato que cumplir?—pregunté un poco irónica, él asintió aún más estresado

—Ayer, cuando te perdiste en el bosque... se veía tan culpable... tener sexo ya no es suficiente, osea sí. La quería hacer mía desde que la vi----

— Muchos detalles, necesito mantener mi mente saludable — lo interrumpí

—A lo que me refiero es---

—Que tu cubo de hielo se está convirtiendo en un corazón, ¿tal vez?—él rodó sus ojos irritados ante mi interrupción

  —Deja de interrumpirme joder—sonreí golpeando su pecho—¿cubo de hielo? Pero si ese es Charlie, yo soy el chico más caliente que puedas conocer. No hay chica que no me haya tirado en este instituto—su orgullo se podía notar a kilómetros

  —Bueno, yo no me he acostado contigo

  —Pero tu no cuentas—lo miré indignada poniendo mis manos en mis caderas

  —¿Y por qué no?—levanté mi mentón para intimidarlo y estar un poco a su altura, pero solo logré que me golpeara con sus dedos en mi cabeza. Me quejé haciendo un puchero 

  —Porque actúas más como un hombre que como una mujer, y porque eres de mi hermano—fruncí el ceño pero una larga sonrisa se apareció en mis labios.—¿por qué sonríes?

  —Soy un macho pecho lampiño---

  —Y plano también—le tiré otra mirada indignada mientras me cubría el pecho con mis brazos—¿sabías que el pecho de una mujer deja de crecer cuando cumplen 18? Tu debes estar entre tus 16 y 17, deberías estar molesta. Te quedarás con dos picaduras de mosquito toda la vida—se burló. 

  —En mi defensa, tener pechos duele para correr, acostarse boca abajo y te dan dolor de espalda, además—me acerqué lo suficiente y lo tomé del cuello de su camiseta para que se inclinara, mi pie pisando el suyo—dile a tu hermano—bajé la voz para que solo él escuchara—que yo no soy de nadie más que del fútbol. Y que mi corazón lo lleva un bailarín.

Lo solté y me di una vuelta victoriosa para golpear mi nariz con el pecho de Charlie. 

  —Hablar de las personas a sus espaldas es muy mal visto—su frío tono me causó escalofríos. Joder este chico está a punto de graduarse y juro que podría hacer que un adulto se haga pis en sus pantalones.

  —Decir que eres mi dueño tampoco—dije cruzándome de brazos, pero su mirada estaba sobre mi cabeza, viendo a su hermano como si lo quisiera matar

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora