Campamento PARTE III

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—No es de tu incumbencia, en fin, no deberías de pasearte en ropa interior por el bosque...—abrí mi boca indignada mientras me cubría el pecho con los brazos—no vayas muy tarde de vuelta a tu grupo, tenemos coyotes—dicho esto desapareció por donde vino.

  —¿Coyotes? ¿¡ESPERA QUÉ!?—lo perseguí en pánico por el camino lleno de árboles y lodo.

—Deja de seguirme—gruñe deteniéndose de golpe, haciendo que mi nariz se estrellara en su espalda.

  —¿Pero por qué te detienes?—asomé mi cabeza sobando mi adolorida nariz para encontrarme con Ileana y el hermano de Max, el cual seguía sin saber el nombre.

—¿Ustedes...? ¿Por qué están mojados? ¿por qué estás en ropa interior?—la voz de mi prima se quebraba y podía ver las lágrimas acumularse en sus ojos.

—¿Nosotros?—lo señalé para luego señalarme a mí—¡Oh! ¡No lo pienses de manera errónea!—digo con una sonrisa para restarle importancia—estaba caminando por ahí, cuando me caí en el río. Luego Max apareció de la nada y como me asusté tanto lo empujé al río y como me dijo que había coyotes lo perseguí pero me olvidé de mi ropa—ella se muerde el labio inferior, me acerco a ella para que fuese la única que escuchara —yo jamás te haría lo que estás pensando, no me siento atraída por Max en lo absoluto, por favor créeme—digo para clavar mi mirada en sus ojos llorosos, ella mira a Max

—¿Lo que dice mi prima es cierto?—preguntó con un poco de enojo en su voz

—¿Pero qué---?—refunfuñé

—En parte sí, pero olvidó el detalle más importante—comenzó a decir mientras me abrazaba desde atrás, y besaba mi hombro desnudo, me alarmé y miré a Ileana, lo empujé con fuerza para poder negar esa mentira tan sucia.

El sonido de su mano estallar contra mi mejilla me dejó atónita—Luego no vengas a decirme que la puta soy yo—no fue su golpe el que me dolió, fueron sus palabras.

—Pero yo...—las pequeñas carcajadas de Max resonaron al ver como Ileana se perdía entre el bosque.

Lo miré con todo mi odio y salté sobre él poniendo mi codo en su garganta cortando su respiración. Inmovilizándolo con mi cuerpo—Escucha pedazo de cerdo, te disculparás con ella. Si haces un contrato lo cumples y no me vuelvas a usar de escusa en una de tus porquerías, yo jamás tendría algo con alguien como tú. Antes me vuelvo lesbiana y segundo Max. Me vuelves a tocar y te mato—me levanté dejándolo ir no sin antes patear donde más le duele e irme detrás de mi prima.

Por desgracia lo único que logré fue perderme entre el bosque.

Me senté en el rocoso suelo viendo como el sol se acostaba, el frío me estaba matando y no pasaban ni veinte segundos entre cada estornudo. Mi calor corporal se desvanecía por más que intentara mantenerlo, la cabeza me dolía y los insectos me molestaban cada vez más.

  —¿Por qué tengo tan mal sentido de la orientación?—refunfuño en un hilo de voz. ¿Qué estaría pasando con el equipo?

Me intenté levantar pero mi cuerpo colapsó en el suelo. Las lágrimas rodaban por mis mejillas, el suelo estaba empapado y cada vez la temperatura disminuía. No fue mucho tiempo después de que todo se volviera negro. 

Mi cuerpo se sentía ligero, unas manos cálidas me tomaban firme desde las piernas. Las gotas de lluvia golpeaban contra algo que me protegía del agua. Mis brazos estaban recargados sobre algo firme y podía sentir el movimiento. Una fragancia masculina inundaba mi nariz y el sonido de una respiración pesada acompañaba a la naturaleza. De a poco abrí mis ojos acostumbrándome a la poca luz. Miré a quien me cargaba en su espalda y me sorprendí al encontrar al hermano de Max.

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora