Tipos de Chicas

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Mi cabeza daba vueltas mientras la noche seguía en la casa de la persona desconocida. Ileana vomitaba al lado del bote de basura mientras que Max le sujetaba el cabello. 

  —Ustedes dos, ya bebieron demasiado—se quejó el chico, yo intentaba mantenerme despierta mientras mi cabeza estaba apoyada en el hombro de Charlie

—Creo que no hay mucho que hacer al respecto—dijo el iceberg—hey mantente despierta vaca—le golpeé débilmente el pecho y me quejé levantándome. Me trasladé en cuatro patas hasta la botella con licor y le di un gran sorbo mientras me reía sin razón. 

  —Deja de beber Lalo, es mejor que vayamos a casa—mi prima se tambaleó mientras se limpiaba la boca. Me levanté y a como pude caminé hasta ella

  —¿Sabes? Nadie aquí me llama Lalo, ¿no es eso melancólico?—Max rodó sus ojos y lo fulminé con mi mirada—¿qué? ¿cuál es tu problema? ¿quieres pelea?—comencé a empujarlo sin mucha fuerza para provocarlo, pero su rostro me causaba tanta gracia que no pude mantener mi compostura para la pelea. Todo daba vueltas y era tan divertido que podría volar en cualquier momento. Comencé a correr con mis brazos extendidos haciendo círculos alrededor del patio—soy un pequeño avión y les declaro la guerra—dije viendo a cada uno de los presentes allí. Corrí hasta Charlie preparando mi cuerpo para el impacto —Galleta galleta.... ¡METRALLETA! —lo tacleé pero terminé cayendo sobre mis rodillas sin hacerle cosquillas si acaso. 

  —Vamos a casa—dijo tomándome del brazo para ayudarme a levantar. Fue ahí cuando todo se volvió un vuelco y mi garganta ardió por el vómito.

Max llevó a Ileana a alguna parte del mundo, mientras que Charlie estaba atascado conmigo. Caminamos por la vacía calle viendo las diferentes casas lujosas. 

—Charlie—él solo hizo un sonido con su boca—¿Cómo crees que hayan puesto en el pasto los carteles de no pisar el pasto?—pregunté al ver uno de los carteles en el medio del jardín frontal de una de las casas. 

  —Buena pregunta, tal vez usen una alfombra—comentó restando importancia

—¿Qué hora es?—pregunté viendo el cielo estrellado

—Tres de la madrugada—abrí mis ojos como platos y luego a él, vaya que la noche se había pasado rápido y para ser una fiesta había terminado más pronto de lo que esperaba

—¿Por qué nos separamos de mi prima y tu hermano? Ambas vinimos de la misma manera

—Porque les estamos dando privacidad—lo miré confundida pero al rato entendí, miré al suelo incómoda y seguí caminando. 

Hablamos durante horas, terminando a las siete de la mañana en una cafetería casi vacía—¿Qué vas a ordenar?

—No tengo mucha hambre—dije viendo de reojo el menú. Él asintió y llamó al camarero para pedir su orden 

—Quiero una malteada de fresa, y un sándwich especial de la casa—dijo con la tranquilidad del universo, cuando el camarero me miró—Oh no ella no va a---

—Yo quiero una malteada de chocolate y un café negro, también quiero unas quesadillas y un sándwich, además agregue unos panqueques y unos waffles. Con fruta al lado y tocino con huevo, ¿podría agregar unas simples tostadas? Y jugo de naranja 

  —Vaya, pensé que no tenías hambre. ¿Deseas ordenar algo más?—dijo con sarcasmo mi acompañante

—En realidad sí, por favor anote también que quiero unos muffins de frambuesa—dije con una sonrisa. Cuando el camarero se retiró Charlie me miraba frío, tanto que hasta el infierno se congeló.

  —Joder... si tuvieras cuatro estómagos la comida en el universo se acabaría solo con tu almuerzo—lo miré mal. 

—Qué odioso—susurré, al rato nuestra comida llegó. Más de la mitad de la mesa era ocupada por mis platillos mientras que Charlie se contentaba con su poca comida. 

—Vaya, Charlie pensé que salías con mujeres, no con animales—unas seis chicas se pusieron frente a nosotros, rodeando nuestra pequeña mesa. Bebí de mi malteada sin terminar de mascar mi comida y la señalé con mi pedazo de tocino. 

—El ser humano es un animal—ella rió incrédula y tomó una tostada para darle un mordisco

—Demasiada grasa, tal vez por eso estás tan gorda—dijo otra

—Disculpa, ¿te conozco?—dejé de comer por la interrupción

—No, jamás nos juntaríamos con una buena para nada, solo Charlie—comencé a reír entendiendo todo

—Ya veo, entonces son esa clase de chicas—las seis me miraron desconcertadas, mi sonrisa se agrandó. Por sus ropas y algunos lentes de sol pude hacer mi etiqueta

—¿Las mejores?—negué con la cabeza y señalé a la primera que llevaba la blusa al revés

—La gripe, todos la han tenido—señalé a la segunda—La capa de ozono, cada día tiene el hoyo más grande—las bocas de todas se abrieron indignadas. Proseguí—La tabla del uno, uf re fácil—Charlie se atragantó con su bebida y todas lo miraron mal— ¡La tres mosqueteros! una para todos y todos para una—levanté mi jugo de naranja fingiendo un brindis y bebiendo rápido, miré a la chica con la máscara corrida y sonreí con arrogancia—uy... el reloj de arena, le dan la vuelta cada media hora y por último el semáforo que después de las doce nadie la respeta—me levanté de allí y le adentré una de las manzanas en la boca a la chica que se atrevió a llamarme animal y me fui sin esperar nada de nadie. Con la cabeza en alto y sin ningún remordimiento.

—¡Lola espera!—aumenté mi paso para que Charlie no me alcanzara—¡Lalo!—me detuve en seco y lo miré mal

—¿Qué?—ladré, su mejilla estaba roja y su ropa manchada

—Te llevaré a casa

—No gracias

—Eres increíble—dijo con una sonrisa, pero sus ojos seguían sin brillo alguno. 

—Y tu un hipócrita

—¿Qué hice para merecer este trato?—preguntó, me encogí de hombros y lo dejé ahí solo. 

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¡HOLAAA! Un pequeño capítulo pero espero les haya gustado, no olvides dejarme una hermosa y sensual estrellita, cinco más y llegamos a los 100 votos. Pásate por otra de mis novelas si deseas, sería un honor :) BYEEE

XOXO~ 

¡Corriendo en TACONES!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora