17: El tormento de la inocencia robada comienza

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Esconde.

El príncipe del reino sin nombre esconde la cabeza entre sus piernas, sorbe la nariz debido a que hace unos minutos atrás ha estado llorando y siente que volverá hacerlo al recodar por qué estuvo derramando lágrimas. Se siente sucio, asqueroso, piensa que solo es un objeto, no un ser humano, alguien desechable y fácil de reemplazar. También, tiene miedo, no sabe qué va ser de su persona; es decir, la tradición fue hecha, el rey de Sefliglan lo tomó, qué papel va asumir ahora, ¿lo botará del palacio?, ¿Va a tomarlo como su juegute sexual?

La bilis sube por la garganta, abraza más sus piernas y solloza al no poder evitarlo. A pesar de que el alfa supremo fue amable y gentil, no puede quitar de su cabeza el hecho de que lo hizo por obligación, no hubo deseo solo una ley que cumplir; pero, lo que más asco le da es que le gustó. Por eso, se siente como una basura porque no debió disfrutar las caricias del rey sobre su piel, no tenía por qué suspirar por las palabras dulces y tiernas que usó, tampoco en la forma que entraba y salía sin dejar de mirarlo para comprobar si le causaba daño.

Siente repulsión de sí mismo por todo aquello.

-Soy una total basura.

Murmulla con la voz quebrada y sorbe, de nuevo, la nariz. Unos golpes en la puerta hacen que se ponga tenso, esconde más la cabeza entre las piernas; de seguro es Makoto o el príncipe Hajime quienes han estado intentando entrar a los aposentos para verificar si se encuentra bien. Debe admitir que se siente mal por no haber recibido al cachorro, por más que sea un desconocido para el príncipe de Sefliglan éste parece preocuparse por su persona, aquello hace que el albino se sienta querido y tiene que ser sincero, es imposible que su lado materno de omega no salga cada vez que esos ojos verdes lo miran con emoción y suavidad.

-Príncipe Komaeda.

La voz del alfa supremo hace que levante la mirada y diriga la vista hacia la puerta con asombro.

Su cuerpo comienza a temblar cuando pregunta si puede entrar.

Obedecer al alfa.

-No quiero hacerlo.

Susurra escondiendo la cabeza en su diminuta guarida.

Obedecer al alfa.

- ¿Príncipe Komaeda, se encuentra bien?

Muerde el labio inferior por los sollozos que quiere soltar.

-Príncipe Komaeda -encoge los hombros y cierra los ojos al no querer ponerse de pie-. Voy a entrar, espero que disculpe mi atrevimiento.

Deja de respirar por unos breves segundos al escuchar como la perilla de la puerta gira.

Los ojos de Kamukura van directo al pequeño bulto que está encima del asiento con ventanas. Cierra la puerta detrás suyo, avanza a pasos lentos viendo como los hombros del contrario se tensan más y abre la boca para preguntar:

- ¿Puedo sentarme, Príncipe Komaeda?

Obedecer al alfa.

Al no obtener respuesta, se toma el atrevimiento de hacerlo, no sin antes disculparse y el incómodo silencio se adueña del dormitorio. El rey de Sefliglan busca algún tema de conversación, el cual este apartado respecto al tema del estado emocional del de ojos grises, no quiere ir de frente al interrogatorio, tiene que ser sutil y sigiloso.

-El otro día Makoto me dijo que al jardín real le falta más vida -dice observando el prado solo de color verde a través del cristal-. Estuvo pensando en decirle al jardinero que plantará las flores que crea necesarias -Komaeda frunce el ceño debido a que no esperaba este tipo de conversación- ¿Qué piensa usted, príncipe Komaeda? ¿Qué tipo de flores podrían dar más vida al jardín? -Piensa en algo mejor-. No, me retracto, ¿qué tipo de flores le gustaría a usted ver a través de su ventana?

Abraza más sus piernas.

Obedecer al alfa.

-R-Ro...ro-sas -balbucea por los nervios que siente-. B-Blancas..y ro-rojas.

-De acuerdo -siente aliviado, pues al menos ha hablado-. Serán rosas blancas y rojas.

Recibe un asentimiento de cabeza.

-G-Gracias...majestad.

-No es nada, príncipe Komaeda -tiene que hacer que levante la cabeza-. Le dije que desde ahora mi reino es su hogar, por ende, no dude en pedirme, cualquier cosa, para que se sienta a gusto.

Esas palabras confunden sus pensamientos.

¿No me ve como un objeto? ¿Realmente, se preocupa por mí?

- ¿En qué parte del jardín le gustaría que se planten las rosas, príncipe Komaeda?

Aprieta el vestido debido a que tuvo el impulso de levantar la mirada hacia la ventana.

- ¿Príncipe?

Atrae más las piernas a su pecho.

-Está bien, príncipe -escucha que dice en tono pausado-. Tome el tiempo que desee -parpadea sin poder creerlo-. Será entretenido observar el atardecer. Siempre quise hacerlo.

¿Se va a quedar? ¿No se irá al menos que lo mire?

Evita soltar un jadeo de asombro y los latidos de su corazón se aceleran. Por más que quiera seguir en aquella posición, el aroma a tierra mojada hace que lentamente levante la cabeza, evita mirar de frente al rey del reino Sefliglan y dirige la vista hacia el prado, el cual tiene pequeñas tonalidades color naranja con amarillo, producto de la puesta del sol.

Una horrible opresión se forma en el centro del pecho del alfa supremo cuando observa como hay lágrimas secas en las pálidas mejillas, evita hacer una mueca de dolor al notar como tiene la nariz roja y traga un gruñido al ver como el gris está apagado, sin brillo, sin vida.

La culpa por los actos que cometió con el inocente omega, la noche de ayer, llegan como espadas ensangrentadas a su mente.

 Our Kingdom © [KamuKoma/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora