34: Única vez

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Entra.

El rey de Sefliglan entra a sus aposentos para verificar el estado del príncipe del reino sin nombre, avanza con cautela hasta el pequeño bulto debajo de las sábanas y no nota nada fuera de lo usual; tal vez su hijo sí exageró.

—Príncipe Komaeda.

El mencionado abre los ojos, asombrado, al no poder creer que se trata de la voz del alfa supremo, piensa que es una mala pasada de su cabeza; pero al retirar las sábanas jadea confundido al verlo; la sorpresa por parte del rey tampoco se hace esperar en su rostro, el embriagador aroma a celo del menor hace que retroceda varios pasos y trata de mantener la compostura.

—Hajime dijo que está mal, príncipe.

Asiente, todavía, con los ojos bien abiertos.

—M-Majestad...no tiene que estar aquí.

Susurra con la mirada baja, si hubiese querido tomarlo ya lo hubiera hecho.

—Iré por Makoto.

Informa en tono neutral y al girar la manija de la puerta esta no abre, frunce el ceño al creer que se ha atorado; pero no, del otro lado de la puerta la reina Enoshima está con una sonrisa de oreja a oreja mientras agita la llave entre sus largas uñas rojas brillantes.

—Bueno, ahora debo disculparme con los invitados —dice en tono satisfecho—. Mi hijo estará muy ocupado está noche.

— ¿Majestad?

Pregunta al ver los hombros rígidos del rey de la tierra del sol y al moverse cierra los ojos por lo sensible que está su entrada, no va a poder soportar más; necesita soltar los incómodos sonidos, los cuales se almacenan en su garganta

—Estamos encerrados —corta la tensión en el ambiente y suelta un largo suspiro de frustración.

Esto es malo. Muy malo.

Su lado alfa ya se ha puesto impaciente por reclamar a la bonita criatura de porcelana que está encima de su cama y cubriéndose apenas con sus sábanas.

— ¿Encerrados? — Su omega aulla con felicidad y lo regaña.

Aún, así. No va a tocarme.

—No se preocupe, príncipe —tiene que estar tranquilo y sereno para buscar una alternativa—. No le haré nada.

El príncipe de tierras extranjeras muerde el labio inferior al descubrir que desea lo contrario, pero no tiene el valor o confianza para decirlo; atina solo quedarse en silencio.

Sin embargo, los minutos pasan y la tortura por ser tocado, tomado y llenado hacen que apriete con fuerza las piernas, tener al rey de larga cabellera, ahí, parado con un aura tan potente e intimidante hace que un pequeño gemido escape de su boca.

—L-Lo siento.

Está avergonzado.

—Está bien, príncipe —miente, quiere acabar con ese dolor en los ojos grises. Ser él que lo alivie y calme.

No. No puedo hacerlo.

El remordimiento lo consume, no quiere ser el culpable de quitarle la pureza al omega. Él necesita a alguien de su edad, encontrar el amor con un alfa o beta acorde a su juventud; vuelve a suspirar al sentir a su lado alfa molesto ante la idea de que alguien más esté con el chico de cabellos blancos.

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2019 ⏰

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