25: Nuevo propósito

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Amargo.

El sabor de boca que tiene el alfa supremo es amargo debido a la humillación por parte del príncipe del reino sin nombre.

—Por favor, príncipe Komaeda, póngase de pie.

Dice al no soportar la escena.

—Ruego que me perdone, majestad —la frente toca el suelo y cierra los ojos con fuerza—. Por favor, tenga compasión. Se lo suplico.

—Príncipe, no tiene que...

—Sí, sí tengo, majestad —escucha los latidos de su corazón—. Por favor, ruego su perdón. Majestad, se lo suplico...por favor...haré lo que sea...solo...solo no me envíe a prisión, no soportaría estar lejos de usted —la imagen del cachorro aparece y evita mencionarlo, tampoco quiere dejarlo—. P-Por favor...por favor...

Se siente débil, la cabeza le duele, quiere vomitar, no cree que va a ser capaz de seguir aguantando las ganas de llorar.

—Príncipe Komaeda —se coloca en la misma altura—. Por más que quisiera guardar el secreto los demás en el palacio se van a dar cuenta y llegará a los oídos de los consejeros. Ellos no van a aceptar el hecho de que haya reclamado a mi hijo como su cachorro pensarán que tiene malas intenciones y van a querer matarlo.

Un sollozo se escapa de sus labios y empieza a temblar por el miedo a morir.

—Sin embargo, dado que mi hijo ha aceptado el reclamo la orden de muerte está descartada —tiene la necesidad de acariciar la blanca cabellera—. No puedo decir lo mismo de la prisión. Hasta comprobar que no es una amenaza para el reino y Hajime los consejeros no dejarán que usted ande libre por el palacio.

—M-Majestad, le juro por mi vida que mis intenciones con el príncipe Hajime no son malas —el aroma a tierra mojada hace que el mareo disminuya—. S-Solo quiero cuidarlo y protegerlo...créame, majestad. Es lo único que deseo para el heredero de su reino...

Calla al sentir cómo las lágrimas descienden por sus mejillas, abre los ojos, asustado, cuando las manos del rey agarran sus hombros y hace que levante el pecho.

—N-No quise reclamar al príncipe Hajime como mi cachorro —el gris refleja sinceridad—. Majestad, de verdad, no quise. No sé cuándo sucedió —llora sin poder evitarlo—. Perdón...perdóneme...majestad...no me odie...no me odie...

Maldición.

Piensa al envolver los brazos alrededor del delgado cuerpo del omega, quien llora más alto ante el gesto y esconde el rostro entre su pecho para olfatear, más cerca, la tierra mojada.

—No lo odio, príncipe Komaeda.

Suaviza el tono y aumenta su calor corporal.

—Majestad, créame, por favor —no ha dejado de temblar—. No sería capaz de mentir. No a usted, majestad —busca el anillo y lo lleva a sus labios—. Hice un pacto, jure que mi cuerpo, alma y vida son suyos.

El rojo observa cómo besa la joya de su familia varias veces.

—Aún, si decido creerle, los consejeros no lo harán —extiende la mano derecha hacia las mejillas del omega—. Ellos quieren que usted sea de su propiedad —limpia las lágrimas—. Han estado buscando cualquier excusa y, ahora, tienen una de gran peso.

 Our Kingdom © [KamuKoma/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora