Our Kingdom © [KamuKoma/Omegaverse]

04: Más que un aroma

Abrumado.

El aroma del rey de Sefliglan hace que este abrumado, es tan tranquilizador y, a la vez, caótico que siente como las mejillas le queman más, de seguro hasta sus orejas están bañadas en carmín. Es la primera vez que su lado omega se pone ansioso, siempre ha estado tranquilo, solo cuando llega su celo se pone quisquilloso y engreído; pero, ahora, puede sentir las fuertes ganas de querer desprender feromonas de atracción por todo el comedor.

Cálmate. Solo cálmate.

— ¿Por qué no estás en tus lecciones, hijo mío?

El tono del rey es pausado y sereno, hace que se dé cuenta que es alguien con el mismo carácter.

—Perdón, padre, es que quería conocer a mi nueva mamá.

Las cinco últimas palabras lo dice con entusiasmo.

—Es muy bonito y huele bien —sonríe con alegría— ¿Puedo pasar tiempo con él? — Hace un puchero—. Por favor, padre. Prometo comer, sin discutir, las verduras.

El rey, quien tiene cargado a su primogénito, desvía la mirada hacia el cuerpo del Príncipe del reino sin nombre, la forma en la que lo observa es intensa, tanta que Makoto desvía la mirada con incomodidad y nota como los soldados que se encargan de cuidar el comedor, también, se ponen de la misma forma.

—Hijo mío, ¿es esa la forma correcta de hablar sobre el invitado de honor?

El cachorro frunce el ceño para recordar lo que ha dicho, no entiende qué ha querido referirse su padre, no logra encontrar ofensa en sus palabras.

— ¿Padre, acaso le he faltado el respeto al Príncipe del reino sin nombre?

Makoto entiende que para el niño de ojos color olivo el poder comprender lo que ha dicho es difícil, solo repitió lo que los vulgares consejeros dijeron, al parecer sin discreción, se cuestiona cuál será el castigo que imponga el rey.

—Así es, hijo mío. Sin embargo, sé que no lo entiendes —acaricia los cabellos castaños—. Por eso, debes ir con el profesor Togami y estudiar para que te conviertas en un respetado, sabio, y amado gobernante.

— ¿Cómo tú, padre?

El verde brilla con emoción, el rey se limita a seguir acariciando los cabellos, le sonríe un poco y lo baja para decirle:

—Tu padre continúa aprendiendo —le hace una seña a Makoto para que se acerque—. Recuerda, la humildad....

—Hace al rey —dice con monotonía y asiente—. De acuerdo, iré con Togami-kun.

—Ese es mi hijo —mira al omega castaño—. Por favor, Makoto, lleva a mi hijo con tu esposo.

El mencionado se sonroja levemente, hace una reverencia y le extiende la mano derecha al heredero de Sefliglan para que ambos salgan por la puerta principal; no obstante, el cachorro se detiene para correr hacia donde está el invitado de ojos grises.

—Príncipe del reino sin nombre, perdóneme por haber sido grosero.

Apenas si alcanza asentir, no tiene la valentía para levantar la cabeza, junta las piernas por los nervios, escucha como la puerta se cierra, puede oler la tensión en el ambiente y encoge los hombros por la intensa mirada del alfa Supremo. Al oír como ordena a los guardias que abandonen el comedor, la garganta se le seca, el corazón le empieza a latir con rapidez, junta las manos para jugar con ellas y contiene la respiración al observar los zapatos del contrario.

Calma. Debes tener calma.

— ¿Por qué continúas ocultando el rostro, Príncipe?

Abre la boca, pero la cierra con lentitud al no saber qué responder.

— ¿Acaso tiene miedo de mi presencia, Príncipe?

Vamos...¿qué te pasa?...dile algo...debes decirle algo...

—Príncipe —cierra los ojos—. Respire.

Se siente tan patético por no ser capaz de articular palabra alguna, se supone que fue entrenado para este momento, cómo tenía que presentarse, la reverencia perfecta hasta la forma en que aceptaría la unión carnal; no obstante, está petrificado, abrumado por el aroma a tierra mojada después de la lluvia, el cual hace que trague un gemido de devoción eterna.