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23: Más que un nuevo vínculo

Acomoda.

Togami Byakuya, tutor real, acomoda sus lentes con molestia al notar que el heredero al trono de Sefliglan está distraído, de nuevo. Aclara la garganta para llamar la atención del menor y cruza los brazos, signo de que continúe leyendo, en el momento que lo ha mirado arrepentido; sin embargo, por más que los ojos color verdes estén yendo de un lado a otro sabe que no está concentrado.

—Príncipe, no debe leer por leer —menciona cerrando los ojos para no perder la paciencia—. Solo estará perdiendo tiempo.

—L-Lo siento, Togami —murmulla encogiendo los hombros—. V-Volveré a empezar.

Asiente ante las anteriores palabras, agarra uno de los exámenes de historia que le hizo al hijo del rey, el día de ayer, y suelta un pesado suspiro al comprobar que todas las respuestas están mal. Las pequeñas manos aprietan con fuerza la tela del pantalón al no entender el párrafo, vuelve a leerlo; pero, el resultado es igual.

—Veamos —dice el alfa de cabellos rubios poniéndose al costado del cachorro, después que ha pedido ayuda—. Está siendo mención a la gran guerra que hubo hace cientos de años, príncipe —explica tras haber leído el párrafo— ¿Qué no ha logrado entender?

—El porqué se dio la gran guerra —responde frunciendo el ceño por la frustración—. Solo dice que hubo una diferencia...no entiendo...por qué debo aprender algo que ya pasó hace cientos de años...es ridículo.

Evita poner los ojos en blanco ante el comentario del mejor amigo de su hija.

—Príncipe, como siguiente sucesor al trono debe estar enterado del pasado —regresa a su escritorio—. No importa si ha pasado miles de años, el deber de un rey es...

—Ya lo sé —interrumpe inflando las mejillas, a oído el mismo discurso desde que tenía tres años de edad—. Y es ridículo...por qué deben obligarme a ser rey.

Aquí vamos, de nuevo: piensa Togami negando con la cabeza y decide evitar el tema diciéndole que recuerde de que dentro de una hora va a tomarle una pequeña evaluación.

— ¿Otra más? — El tono es de queja—. Pero, ya me tomó una hace dos horas.

—Usted debe estar en constante evaluación, príncipe —le entrega las notas en rojo—. Su padre cuenta con que va a...

—Pero, estoy cansando —busca compasión en los ojos del contrario, al no encontrarla sus labios empiezan a temblar al querer llorar—. Quiero descansar un rato...por favor, Togami.

El menciona niega la petición del cachorro.

— ¡No es justo!

Se pone de pie al sentir que nadie lo comprende.

— ¡Por qué no puedo descansar! ¡Por qué no puedo ir a jugar como los demás!

—Porque usted debe aprender a cómo manejar un reino y...

— ¡No quiero!

El menor es consciente que está portándose mal, no está teniendo el comportamiento de un príncipe, no quiso alzarle la voz a su tutor menos mostrar debilidad con sus lágrimas; no obstante, no entiende la razón por la que no puede tener unos minutos libres, qué hay de malo en salir a jugar como los demás niños y niñas del palacio, ellos, también, son hijos de personas importantes y no tienen el mismo horario que él.