20: ¿Qué decir?

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Impacta.

El rostro color nieve del príncipe del reino sin nombre impacta contra el césped del jardín, el cual posee el lujoso y gran palacio, después que ha tropezado con una rama de un árbol, al ser de noche le es imposible visualizar con claridad, además las lágrimas no ayudan. Un gemido de dolor escapa de sus labios al sentir un ardor en la rodilla derecha, se da la vuelta para sentarse y se sube el vestido encontrándose con un largo raspón en diagonal.

—Ay...duele...

Murmulla tocando, levemente, la herida y se percata del sonido de los grillos.

No puede ser.

Dice en su mente al recodar los sucesos de hace unos minutos atrás.

Soy un completo tonto.

La voz del rey pidiendo que se detenga hace que se sienta mal consigo mismo.

Se supone que debo obedecer al alfa.

El omega limpia las lágrimas con las palmas de sus manos y se avergüenza por el comportamiento que tuvo delante de la antigua reina, la idea de que debe pensar que es débil no ayuda a que pueda calmarse. Sin embargo, se puso demasiado nervioso cuando la madre de Kamukura comenzó a soltar el tema de los cachorros, los consejeros su antiguo reino nunca comentaron aquello, sus tutores omegas no lo prepararon mental ni físicamente para formar un nudo; por ende,en un parpadear el miedo había tomado control sobre su persona, sentía que la respiración se le iba y actuó inconscientemente.

El terror, regresa, al escuchar unos pasos acercándose, trata de ponerse de pie para huir al observar una luz blanca, pero al parecer el raspón es más grave de lo que creyó por lo que termina soltando, otro, gemido de dolor.

— ¿Quién anda ahí?

Cuestiona una potente voz y los pasos se hacen más audibles.

—En nombre del rey de Sefliglan —la luz lo ciega y alza la mano izquierda para cubrir su rostro—. Le ordeno que responda.

El aroma de alfa llega a sus fosas nasales y su lado omega tiembla al sentirse indefenso.

— ¿Príncipe del reino sin nombre?

El tono es de confusión, eso hace que decida bajar la mano con lentitud y ve que se trata de un soldado, quien se acerca con un semblante de alivio.

—Gracias al dios sol que lo he encontrado, príncipe —el mencionado parpadea sin entender—. El rey Kamukura ha mandado a unos cuántos soldados a buscarlo.

El corazón del albino se acelera debido aquella información.

—No sabe la tranquilidad que tendrá al saber que está bi...

El soldado de apellido Kaito calla al ver la sangre manchar la blanca piel de la pierna derecha del príncipe.

—E-Estoy bien —miente desviando la mirada—. No es grave. Muchas gracias.

—Entiendo, príncipe —no está convencido, pero no está en su función hablar de ese tema—. Por favor, permita que tenga el honor de escoltarlo a palacio.

Tarda en responder, realmente no quiere regresar, sabe que no tiene el valor para enfrentarse al rey.

— ¡Príncipe!

Exclama Kaito, después que el omega de ojos grises ha intentado ponerse de pie, sin embargo, al estar el raspón en la parte en dónde se dobla esta parte de la pierna, hace que termine en el césped, de nuevo.

—Lo siento, príncipe, tendrá que sostenerse de mí.

¿Eh?

Asiente sin saber qué decir.

Esto es malo...está muy cerca...

Puede olfatear el aroma a pino y el agarre en su cintura comienza a quemar.

Es la primera vez que tiene contacto con otro alfa, aparte del alfa supremo.

Siente asco de su persona, de inmediato.

—M-Muchas gracias —dice una vez que está sentado en la cama de sus aposentos—. Y disculpe por las molestias.

El soldado niega con la cabeza, le dice que enviará a una enfermera, hace una pequeña reverencia, señal de respeto, y se despide para ir directo a su gobernante.

Levanta el vestido para verificar el estado de su herida y abre los ojos, asustado, al observar que no es un simple raspón.

Unos suaves golpes hacen que regrese a la realidad.

Debe ser la enfermera.

Da la autorización para que ingrese, no obstante, el omega de blancos cabellos encoge los hombros cuando los ojos rojos del rey de Sefliglan se posan sobre su persona.

—Con permiso, príncipe Komaeda.

El tono es sereno y pausado.

¿Me va a gritar por haber huido?

—El soldado Kaito me informó que usted se encuentra lastimado —los nervios crecen con cada paso—. Quise ahorrarle el trabajo de llamar a una de nuestras enfermeras —el gris ve cómo está sosteniendo un pequeño maletín de color marrón—. Así que, si no le importa, príncipe, permita que cure su herida.

¿Me va a golpear por haber tenido contacto con otro alfa?

Ideas oscuras atormentan su mente y no dejan que piense con lucidez por lo que termina asistiendo.

El rey se sienta al borde de la cama, coloca el maletín encima del velador y dirige la mirada hacia la pierna expuesta del contrario.

Maldita sea.

Piensa el alfa supremo al ver la magnitud de la herida. La culpa invade el centro de su pecho y la rabia hacia su madre no tarda en llegar.

Sin decir nada, comienza a limpiar y curar la herida dejando que un ambiente incómodo se haga presente.

 Our Kingdom © [KamuKoma/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora