06: El deber es el deber

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Aparta.

El príncipe Komaeda aparta los labios del anillo del alfa supremo de Sefliglan con lentitud, siente como su lado omega chilla de felicidad, trata de calmarlo, observa sus manos y parpadea varias veces por los nervios.

—Correcto —dice el rey y una idea se le viene a la mente—. Ahora que he aceptado tu devoción, ¿seguirá ocultando su rostro, Príncipe?

Niega con lentitud, jamás quiso ocultarlo, es la posición tradicional que tienen los omegas de su antiguo reino para demostrar respeto hacia los alfas. Sin dudarlo, con ansias por saber cómo es el rey, levanta el rostro con delicadeza y lo primero que ve son un par de ojos color carmín, los cuales están observandolo con una gran intensidad. Se avergüenza sin poder evitarlo, la garganta se le seca al notar el atractivo físico del alfa; es decir, el porte que tiene, los hombros anchos y aquella larga, pero larga cabellera color noche hace que las piernas le tiemblen. Por otro lado, el rey Kamukura está más que fascinado por la belleza del omega, el peculiar color gris y los mechones color nieve que salen del tocado logran acelerar su corazón.

Ambos están encantados.

Ambos no dejan de mirarse.

Ambos desean poder entender el fuerte sentimiento de atracción.

—No hay alguna duda, Príncipe —decide halagarlo—. Que la diosa de la belleza lo ha bendecido con su magia.

Se avergüenza más y desvía la mirada con rapidez, sin embargo, una pequeña sonrisa se escapa de los labios.

—Es una dicha que mis hombres hayan descubierto su reino —tiene el atrevimiento de agarrar su mandíbula y hacer que lo vea—. Porque sin eso, no hubiera conocido a una hermosa rosa como usted.

—M-majestad.

Se pone nervioso cuando siente la respiración encima de su nariz y cierra los ojos.

—Príncipe Komaeda —el aroma a orquídeas lo desorienta—. Realmente, deseo poder conocerlo, a usted y a su reino.

Obedecer al alfa.

—Haré...todo lo que me pida, majestad.

En cualquier segundo, caerá.

—Soy su fiel omega —las rodillas le tiemblan—. Por favor —el tono es débil—. Recuerde siempre aquello.

El alfa inclina más el rostro, los labios color rosa están a pocos, muy pocos, centímetros, si se inclina más podría probarlos y saber si son tan suaves como delicados; no obstante, unos golpes en la puerta principal hace que trague un gruñido.

—Adelante.

Da permiso, dando unos pasos hacia atrás, el albino abre los ojos y recobra la compostura.

—Lamento interrumpir, rey—dice un guardia haciendo una reverencia—. Pero, los consejeros solicitan su real presencia.

—Por supuesto —había olvidado la reunión—. En seguida, estoy con ellos. Gracias, Hagakure.

El beta, vuelve, hacer una reverencia y se retira sin antes haber olido el aroma de los dos presentes, sin duda, la atracción de ambos es fuerte.

 Our Kingdom © [KamuKoma/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora