Danae.
Cuando llegue a casa mi papa aún seguía aquí, esperándome en el sillón de mi habitación. Me grito para que entendiera lo que yo ya tengo muy claro: si vuelvo a intentar escapar no solo me enviara a de nuevo a Italia, si no. Que mandara a hacer que Matteo tenga un "accidente" mortal. Ahora no solo tengo mas vigilancia en cámaras, tengo tres guardaespaldas y por segunda vez en toda mi vida, mi padre me golpeo. Ya han pasado tres horas de eso. Ahora el debe estar en el avión, con uno de sus socios y su familia, de camino a no sé dónde dando su cara hipócrita e inventando algo por mi ausencia en ese viaje navideño.
Me hundo mas en el agua tibia de la bañera, cerrando los ojos y aguantando la respiración.
Cortarse las venas, ahorcarse, ahogarse... pero soy muy cobarde.
Saco mi cabeza de golpe del agua, tomando grandes bocanadas de aire, mientras mis ojos se inundan de lágrimas. Llevo mis piernas a mi pecho desnudo y las rodeo con mis brazos, escondo mi rostro entre ellas y lloro. Como la débil y cobarde que soy. Dejándome llevar en los recuerdos.
Meto el ultimo fajo de billetes a mi mochila y la escondo debajo del colchón. Me levanto e inconscientemente me limpio las rodillas, limpiando la nada en mi pans gris. Escucho unos pasos acercarse y entro rápidamente a la cama, cubriéndome por completo el cuerpo y cerrando los ojos, para hacerle creer a mi padre que ya me he quedado dormida. Escucho la puerta abrirse y siento como el colchón se hunde a mi lado.
—Mañana vendrán los de seguridad, antes de que nosotros nos vayamos con el señor Siu al cierre de trato, —aun mantengo los ojos cerrados. El me acaricia el cabello y los abro de golpe. Asustada. —Arréglate que si el chino ese acepta mi fortuna se triplicara.
Sonríe alegre.
—No creo que sea necesario...—murmuro sintiendo como las manos me empiezan a sudar y temblar.
—Solo tienes catorce años, no sabes nada del mundo del negocio.
Dice antes de levantarse y salir de mi habitación. Escucho como le pone el seguro seguido de los pasos alejándose.
No, no se nada de negocios, pero lo que si se es que si llegara a tener hijos no le haría lo que tu le haces a mi cuerpo. Suspiro y cuento hasta quince mentalmente. Cuando llego al final del numero me quito el cobertor de encima y alzo el colchón, sacando mi mochila de nuevo.
Me la cuelgo en los hombros y amarro las tiras en debajo de mis pechos. Bien, hoy es el día. Tengo que salir de aquí. Miro una ultima vez la puerta y abro las ventanas del balcón. Jadeo y salgo a la oscura noche. Miro debajo de mí notando la gran altura. Si me llegara a caer me muero, pero corre el riesgo de que solo me lastime.
—Que te jodan a ti el cuerpo. Padre. —digo antes de alcanzar la rama del árbol. Me subo arriba de este y gateo con cuidado para llegar al tronco.
Jadeo al llegar al tronco, lo abrazo y siento algunas meterse debajo de mi sudadera. Miro debajo y trago saliva. Bien, yo puedo hacerlo. He visto a Matteo hacerlo muchas veces de pequeño y nunca se caía. Debo hacerlo, debo poder hacerlo para lograr escapar.
Coloco mi pie sobre una rama que a mi parecer se ve un poco segura y con cuidado sigo bajando el árbol. Caigo de rodillas al final, pero me levanto rápidamente. Miro la casa y cuando noto que todo sigue silencio salgo corriendo hacia la reja; que da directo al bosque.
Al abrir la puerta un perro casi me muerde, es negro y grande, no veo bien, pero sus ladridos y el grito que creo lance hace que el movimiento y sonidos lleguen a la mansión. Busco desesperadamente algo y veo una rama un tanto grande. La tomo para alzarla a la altura de mi cabeza.
—Perdóname, pero no aguanto más. —digo antes de golpear al perro fuertemente en la cabeza. Aprovecho el aturdimiento de este y salgo corriendo al bosque al mismo tiempo que la puerta trasera se abre.
Cada vez está más oscuro, el único sonido son los grillos y el golpeteo de las ramas de los árboles. Corro más rápido cada vez y agradezco ser de ese tipo de persona de que entre mas corren mas velocidad ganan. Me paso a traer dos veces con una piedra, la punta de una rama me ha cortado la mejilla y otra me golpeo el hombro. Siento las linternas detrás mío, al mismo tiempo que los gritos de algunos empleados llamándome.
Me detengo abruptamente y miro a los lados.
<El lado derecho te lleva con Matteo>
Tomo ese y cuando empiezo a correr siento rápidamente a alguien toma por detrás, cubriendo mis gritos con la palma de la mano.
(...)
Me dan una tercera cachetada. —¡¡ERES UNA ESTUPIDA!! —me grita mi padre, pero no lo puedo ver. Las lágrimas me lo impiden.
Me toma bruscamente del mentón y me obliga a mirarlo.
—Mañana te iras a Italia, me asegurare de que no trates de volver a escapar.
Debí hacerle caso, debí notar que no estaba jugando. No debí volverlo a intentar en el 2016. Pero ahora solo me queda un "debí".
Anoche se fue papá, no pienso volver a esa maldita casa jamás.
Veo al moreno caminar por su habitación mientras una sonrisa se extiende en mis labios. Solo volveré por un poco de dinero. No se dará cuenta, prácticamente ya se baña con el de tantos malditos y enfermos socios.
—Aunque me guste verte sonreír, prefiero oírte gemir. —dice divertido el moreno. Si, no tengo ni idea como se llama, pero creo que es primo de Cameron (mi novio).
Me rio cuando se coloca arriba mío y dejo que nos besemos apasionadamente. Solamente traigo su camiseta. Este empieza a subirla y cuando siento su erección, me alejo. Riendo.
—Lastima, no escucharas más mis gemidos porque me voy.
Me levanto del sofá y tomo mi ropa, colocándome mis pantalones mientras camino a la salida, escuchando las protestas del moreno. Escucho que me grita maldita quinceañera calienta huevos y le grito de regreso que son dieciséis años.
Al llegar a casa me sobresalta ver maletas aun en casa. Entro y veo a mi papá viendo por la ventana. Trago saliva.
—Ven Danae querida, mira.
Me acerco cautelosamente y este rueda los ojos antes de tomarme de los hombros y hacerme ver también por la ventana.
Es Matteo subiéndose a su auto al mismo tiempo que un empleado de su casa cierra el camión de mudanza, alguien arranca y los tres camiones lo siguen, siendo el auto de Matteo el ultimo en desaparecer. Y no se si ha sido el pánico que me da su partida, pero creo que por un momento ha volteado a ver a nuestra dirección.
—Solo se muda y ya estas pálida hija. —dice mi padre examinándome el rostro con un fingido gesto de preocupación. —No intentes escapar, el muere si desapareces. Se que lo amas desde pequeña mi princesa.
—Te odio...—mascullo sintiendo como me falta el aire.
El solo se ríe y niega con la cabeza, sacando una jeringa de su bolsillo.
—Me has hecho perder el vuelo, Danae.
Dice antes de que yo sintiera el pinchazo de la jeringa.
(...)
Abro los ojos débilmente, me duele el cuerpo, me siento desorientada, me arde la garganta además de que la siento super seca, todo lo veo borroso y siento el cuerpo caliente.
—Al igual que tu madre, solo drogadas se quedan quietan por cinco horas.
Es lo único que escucho distorsionadamente antes de sentir de nuevo un pinchazo, el segundo de tantos en cuatro días.
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Sangre, sudor y lágrimas.
General Fiction¿Conoces la vida de la mas popular del instituto Sanders?. Ya sabes, la mas codiciada, la que catalogas como "zorra" o "perra", si, la chica mas superficial que has conocido, la que solo se empareja con los capitanes de futbol, la de la vida "perfec...