Sangre, sudor y lágrimas.

Capitulo 26.

Danae.

Cuando era niña me gustaba leer algunas historias de mitologías: egipcias, mayas, africanas, griegas... y, entre todas esas nunca había escuchado la historia de la "rareza" griega, al menos no es muy conocida pero el que creo el lugar de "entrenamiento" en Italia le puso su nombre. Venus. Nadie sospecharía de eso ya que en la mitología romana es conocida por ese nombre a Afrodita, la diosa del amor. Venus era la diosa de todos los dioses, nacida por el amorío escondido de Zeus y Afrodita. El punto fuerte de esa diosa fue la manipulación. Controlaba a todos los mortales, semidioses e incluso dioses por medio de el deseo sexual, ella no conocía limites; provocaba hasta a su propio padre y disfrutaba creando tóxicos y prohibidos amores. Su historia que lleva a un enorme caos al mundo, casi a su fin es para otra historia. A lo que yo quiero llegar es que el dueño del local en Italia creía que teniendo todo lo que necesitaría encontraría a alguien en que convertir como la diosa, sus métodos no funcionan en sí. Sus métodos son dolorosos pero satisfactorios para otras personas. Pero al parecer según el me he convertido en algo parecido a eso, o lo que mi padre y muchas personas creen... en una mujer frívola y puta.

El señor anónimo se alegro tanto cuando mi padre le conto, cree que soy su "diosa". Pero lo cierto es que al no recibir buena atención recurrí a las provocaciones, al sexo, al juego de hormonas que una mujer puede causar en los hombres débiles a la carne, creo que eso es lo que me llevo a donde estoy ahora. Con el uniforme limpio y seco en una mano y la otra tomando a Matteo para guiarlo a los baños femeninos del Instituto.

Llegue a una conclusión, y si el esta jugando conmigo lo averiguare en este momento. Si se va después de esto la decepción no será mas grande que si lo hace después de más tiempo transcurrido. Se preguntarán en si porque lo hago, pero no quiero que cada gota de lluvia que nos empapo esta mañana se convierta una en un recuerdo efímero. No quiero una gota de lluvia por cada hermoso e irritante momento con él.

Hago que el rubio entre a los baños con la excusa de que tendrá que ayudarme con algo de suma importancia. Obviamente no paraba de preguntar, pero entra, escribiendo algo en el móvil. Le pongo pestillo a la puerta y me giro a él, cruzándome de brazos.

—¿Ya me dirás para que me quieres aquí Danae?, además, me serviría que no le pongas el pestillo a la puerta. —dice aun dándome la espalda. Guarda el móvil en su mochila y se gira a mí, enarcando una ceja levemente.

Me llama, pero lo ignoro. Camino al lavabo y dejo ahí el uniforme y la mochila, viéndome en el espejo mientras muevo mi cabello, secándolo un poco.

—¿No hablaras?, bien porque quiero que escuches para que luego respondas. ¿Por qué guardias de seguridad?, ¿además de tu padre alguien más podría hacerte daño?, ¿Por qué no confías en mí?, ¿siempre eras así de bipolar?, porque hasta donde yo se tu no eras nada de lo que eres ahora, —lo miro por el espejo. Se ha colocado detrás mío.

Si se va solo será por su elección.

—¿Sabes?, me gustaría que confiaras en mi para que me cuentes completamente que te pasa, que te paso y que temes que pasara...—y las palabras que antes salían con confianza y determinación quedaron en silencio cuando sus ojos captaron mis dedos jugueteando con mi labio inferior.

Lo miro directamente a los ojos por el reflejo del espejo mientras tomo mi cabello entre mis dedos, haciéndolo a un lado y dejando expuesto una parte de mi cuello. Acaricio mi cabello lentamente y hago un camino con mis dedos por mi piel hasta llegar al primer botón de la camiseta. Cuando me desabrocho el segundo botón dejando ver ya un poco mis pechos lo veo tragar saliva y sube la mirada al reflejo en el espejo. Viéndome expectante.