Capitulo 25.

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Matteo.

Maldición.

Me bajo rápidamente del auto y empiezo a correr para colocarme frente a Danae, tomándola de los hombros para detenerla. Ella me mira a los ojos molesta y... ¿preocupación?

—Danae, tienes que decirme. Tengo que saber para poder ayudarte. —jadeo.

Ella me toma de las manos y las quita de sus hombros. —Solo llévame mi mochila después.

Y me hace a un lado para caminar.

¡Ay sin duda que no entiendo a esta mujer!, es tan terca... me va a volver loco. Primero acepta mis sentimientos hacia ella, después la tengo a horcadas mío ambos empapados, me pide tiempo para pensar lo de ser mi novia, me provoca en el auto y ahora prefiere caminar bajo lo que parece ser una tempestad que contarme lo que le pasa y estar conmigo. Es frustrante; en esa palabra la describo.

Gruño y vuelvo al auto. Arranco y con este le bloqueo el paso, subiéndome a la acera. Danae se sobresalta, pero al verme me grita que mierda me pasa.

—Debes estar muy desesperada por llegar al Instituto, así que te recomiendo subir al puto auto y si no quieres hablar no lo hacemos. —espeto molesto.

Se ve furiosa, eso sí, pero no se sube; solo rodea el auto y me saca el dedo de en medio mientras camina, dándome la espalda.

Miro por el espejo retrovisor y gracias a la lluvia no hay casi ningún automóvil cerca, así que rápidamente vuelvo al asfalto. Paciencia, si, paciencia es lo que necesito.

—Danae, súbete al auto. —digo cuando vuelvo a obstruirle el paso. —Si tienes tanta prisa solo súbete de una buena vez, el Instituto esta a cuatro manzanas de acá y te tardaras mas en llegar si no vienes conmigo.

Le sonrío sarcásticamente y ella me mira antes de entrar y darle un portazo a la puerta. Cruzándose de brazos para darse calor. Vuelvo a bajarme de la acera y arranco.

Ni crea que no me va a dar explicaciones del porque este puto berrinche. Por este tipo de situaciones me cagan todas las chicas del Instituto; pero claro, me tenia que enamorar de la reina de todas ellas. Dramáticas, berrinchudas, todo cuando ellas quieren... prefiero acostarme con una prostituta de mierda que estar...

Paro el auto de golpe al caer en cuenta de lo que dicen mis pensamientos. Danae se tiene que agarrar para no salir disparada ya que no se puso el cinturón de seguridad y antes de que vea como se gira a mi la tomo del rostro y la beso.

—Perdóname, perdóname, perdóname...—repito eso dos veces mas uniendo mi frente a la de ella. La vuelvo a besar castamente y suspiro.

De seguro ella pensara que las disculpas son por casi atropellarla dos veces o por parar así de golpe en el asfalto mojado y poniendo nuestras vidas en riesgo. Pero no, aunque ella no haya escuchado o tenga alguna mínima idea me disculpo por mis pensamientos. Por estúpido que suene eso.

—¿Perdón por qué?, ¿por casi atropellarme?, ¿por besarme? —me rio y me separo de ella. ¿Por besarla?, por favor si lo que quiero es seguir. La castaña solo enarca una ceja, colocándose el cinturón de seguridad. Vuelve su vista al frente. —Sea lo que sea no importa, solo llévame al Instituto.

Miro su perfil un rato. El cabello mojado adhiriéndose a su cuello y como lo tiene hacia adelante entornan sus senos debajo de esa camiseta mojada. Su respiración es acelerada, su piel se va mas suave, sus labios entreabiertos, sus mojadas pestañas y la marca de su labial en la camiseta junto al maquillaje de las cejas. Me parece más hermosa sin maquillaje.

Se gira a verme con el ceño fruncido y arranco. Cuando llegamos al estacionamiento ella toma rápidamente su mochila y hace el ademan de abrir la puerta. Pero esta se detiene y se gira a mí, sonriendo ladeadamente.

—Matteo, — y de un momento a otro ya me esta besando. El beso inicia lento, pero rápidamente se vuelve desesperado y pasional. Danae enreda sus dedos en mi cabello y cuando acaricio su espalda arqueada por la inclinación aprieto un poco su piel. Separa nuestros labios un centímetro y jadea antes de morderme ligeramente el labio y halarlo hacia ella. Miro como su mano acaricia mi abdomen acercándose a mi entrepierna mientras ella me muerde el lóbulo de la oreja y susurra. — espero se te ocurra besarme más seguido.

Y cuando reacciono ella ya está cerrando la puerta tras suyo. Apago el auto y me bajo rápidamente, pero me detengo al ver a tres hombres de traje acercándose a ella. Veo como la empiezan a abarrotar de preguntas, pero solo hace un movimiento de mano para hacerlos a un lado. Estos obedecen y ella entra a su auto.

Meto las manos en los bolsillos delanteros y me acerco a ella. Bien, si me distrajo, pero de ella no solo quiero su cuerpo. Quiero su confianza, su amor, su alma y esperar el momento en el que diga que soy suyo para corresponderle siempre. La veo hablar desesperadamente por un móvil antiguo y cuando me acerco bien a su auto veo como termina frustrada la llamada y deja caer su frente en el volante. Un hombre se interpone en mi camino, poniéndose frente mío. Miro el traje y los reconozco rápidamente.

Equipo de seguridad.

¿Para qué lo necesita Danae?

Le digo al hombre que se salga, imponiéndome hacia él. Levantando el mentón y cruzándome de brazos. Tenemos la misma estatura.

—No puedo hasta que la Señorita Rosemound me lo ordene.

Sonrió socarronamente y de un golpe en la nariz con el codo logro pasar para golpear con los nudillos el vidrio.

Danae me mira antes de bajarse. Mira como los otros dos guardias se quieren acercar a mí, pero ella los detiene. Diciendo que estará adentro y que no los quiere ver. Pero la última oración me dio la respuesta que aclaro mucho. Hablo con su padre.

—Vamos a los vestidores, ahí tengo mi ropa. —dice empezando a caminar delante mío. La lluvia ya ceso y miro el reloj para notar que nos perdimos tres clases.

Me posiciono a su lado. —Se sincera conmigo Danae. No me hagas llevarte de nuevo al bosque. —bromeo. Ella se gira divertida a mi suelta una pequeña risa, negando con la cabeza.

ººº

Son demasiados bipolares estos protagonistas los míos O.o

¿Cómo es que los aguantan? (TnT)

Sangre, sudor y lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora