Capítulo 11.

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Cabello rojo y ondulado, cuerpo grande y fornido, piel clara y ojos verdes, intimidante al nivel de mi padre, con fetiches como la mayoría de este tipo de gente. El sadomasoquismo domina entre multimillonarios que se reúnen con el, pero algo es diferente en este acuerdo. Me esta follando su socio para después enviarme con su único hijo.

No se su nombre y a penas he visto su rostro.

Cuando subí a la camioneta mi padre me advirtió que no hablara y no hiciera ningún ruido a menos que su socio me lo ordene, me vendaron los ojos, me llevaron a lo que ahora veo es un cuarto rojo, me desnudaron mientras me aguantaba los gritos de dolor, empapando la venda de mis ojos cuando sentía lo que parecía cera de velas quemar mi piel expuesta.

Ahora lo único que se escucha es el sonido del miembro de este pelirrojo golpeándose con la parte trasera de mi cuerpo, dándome de nalgadas mientras gruñe en momentos por el sexo anal, disfrutando de verme con ahora la boca amordazada y las manos esposadas junto a la cabecera de la cama.

Me toma del cabello y me da un buen jalón, haciéndome chillar. El gime y siento un peso en mi espalda, mientras se apoya en esta recuperando la respiración después de su segundo orgasmo, mientras yo trato de tragarme mis sollozos.

Me quita las esposas y me lanza ropa interior casi transparente. Me la coloco sin poner resistencia.

-Trata bien a mi hijo. - dice lanzándome unos tacones rojos.

Se acerca a mi y acomoda mi cabello antes de terminar de colocarse sus pantalones de vestir y salir.

Me coloco las tacones mientras dejo que salgan algunas lagrimas, sollozando y viendo las marcas que están quedando en mi cuerpo.

Después de veinte segundo entra otro pelirrojo, facciones mas duras que las de su padre, cuerpo igual de imponente e intimidante, este esta lleno de tatuajes y a diferencia de su padre se que el si, me hará saber que los gemelos no eran nada a comparación a lo que me viene con el.

Es incluso asquerosamente grande y musculoso, tanto que temes que con un movimiento te podría hacer trizas.

El pelirrojo menor sonríe maliciosamente y empieza a ordenar lo que tengo que hacer y donde tengo que estar, eligiendo que me coloque cerca de la pared, vendandome de nuevo los ojos y sintiendo lazos envolver mis muñecas sobre mi cabeza.

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-Tu y yo no tenemos nada que hablar. - le grito desesperada a Matteo en la cara.

Cuando entre a mi habitación para ponerme a llorar como magdalena por todo el dolor que aun tengo en el cuerpo lo único que vi fue al cuerpo de Matteo, acostado en mi cama viendo su móvil.

-¿Ah no?, ¿Allison te parece poco?.

-Si, muy poco.

Lo veo apretar la mandíbula a la vez que se cruza de brazos.

Cada día lo veo mas tonificado.

-Ella, es mucho y aunque te arda es mi todo.

Finjamos que ni me dolió.

-Después hablamos todo lo que quieras, pero... -tomó una pausa, jadeando para tomar aire. Aun me duele el pecho, - solo vete. - suspiro.

-No, no vine aquí a verte, vamos a hablar. - dice en voz autoritaria.

Lo fulmino con la mirada un buen rato hasta que con las fuerzas que aun tengo le empujo el pecho, dándome tiempo de girar y meterme al baño.

-LÁRGATE DE MI CASA Y DE MI PUTA VIDA.

Suspiro después de mi grito y me doblo, presionando la cortada que tengo en el abdomen.

Cuando termino de recuperar la respiración, salgo sigilosamente, cerrando los ojos aliviada al ver que Matteo ya se ha ido.

Me empiezo a quitar el uniforme y mi ropa interior, poniéndome una nueva. Me acerco descalza a mi espejo y noto que mi manos empiezan a temblar.

Mis bragas blancas de algodón con puntitos rojos se contrasta con mi piel expuesta, al igual que mi sostén negro.

Tengo quemaduras en las muñecas, la cortada de mi abdomen dibujando la curva de mi cintura, las líneas esparcidas por todo mi abdomen y espalda enrojecidas por la cera que dejaron caer. Aprovecho mi posición, viendo sobre mi hombre mis espalda con marcas aun de dedos, mis nalgas enrojecidas al igual que mis caderas y muslos, por la brusca fricción de piel que hicieron con ellas.

Gimo de dolor cuando trato de ver mi cortada, notando que esta algo profunda y las lagrimas y temblor arrasan con mi lastimado cuerpo.

Me duele caminar, me duele todo emocional y físicamente, me siento pesada y me siento aun peor que mi padre haga esto: prostituirme.

La puerta se abre de golpe y Matteo borra su sonrisa, quedándose petrificado viendo mi cuerpo con el ceño fruncido notando cada moretón o parte enrojecida.

Con la velocidad que me permite mi cuerpo trato de alcanzar una bata para cubrirme, pero el me detiene, recorriendo una y otra vez mis heridas, y se le nota... ¿Preocupado?.


Sangre, sudor y lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora